Melómanos y Coleccionistas (V)

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Entrevista a Sara Valenzuela

Continuamos con nuestras entrevistas a gente que de alguna manera o con alguna actividad en particular, tiene que ver con la música y que se dan a notar por ser grandes melómanos o poseedores de una vasta colección. En esta ocasión, la elegida para hablarnos de todo ello es la muy talentosa Sara Valenzuela, mejor conocida por sus proyectos musicales, pero que también cuenta con una amplia y reconocida trayectoria en la gestión cultural y de producción en radio. Pero dejemos que sea ella la que nos hable de su labor y su amor a la música. Agradecemos enormemente su tiempo y disposición.

 

¿Quién es Sara Valenzuela y cuál es su relación con la música, aparte del coleccionismo? 

Soy cantautora, productora de radio, promotora cultural y mamá de dos maravillosos niños. Mi relación con la música viene desde que soy muy chica, en mi casa siempre se escuchó música, mis padres tenían una buena colección de acetatos que iba de música clásica a folklor latinoamericano pasando por Serrat, Esquivel, música árabe y turca, big bands y grabaciones de cuentos infantiles de esos en los que campanita te avisaba cuando cambiar la página del libro mientras escuchabas la historia. Después mi hermano David comenzó a sumar lps de rock a la fonoteca y entonces escuchábamos a The Who, The Beatles, The Police, The Stranglers, Genesis, Peter Gabriel, The Vapors, etc. 

A los once me regalaron una guitarra y comencé a tocar y a escribir canciones y en ese tiempo comienzo a participar en obras de teatro en la escuela y justo las primeras puestas en escena en las que participé eran musicales, Jesucristo Superestrella y después Versus, que era una adaptación de Amor sin Barreras con rockers y punks en lugar de americanos y puertorriqueños. Ahí fue la primera vez que me metí a un estudio a grabar, porque José Fors que era el director de la obra compuso música original y grabamos un disco de 45 revoluciones con 4 de las canciones de la obra, yo solo grabé un par de frases que cantaba mi personaje (que era por supuesto del bando rock) y aunque eran puestas en escena escolares fue toda una experiencia reveladora. Después seguí con el teatro por varios años, pero ya de manera más formal, en un grupo de teatro experimental que se llamaba X (dirigido por José pero ya extra escolar) y con el cual montamos varias obras que tenían siempre un sesgo alternativo, Dorian Gray, David y Lisa, Duda Mata, y Caricaturas I y II (que eran adaptaciones de episodios de Twilight Zone con una propuesta escénica basada en la obra plástica que José hacía en ese momento). La experiencia del teatro me hizo sentir muy cómoda en un escenario y al estar rodeada de varios músicos fue natural que yo también comenzara a explorar en el ámbito del rock que se gestaba en esos años (mitad de los ochentas) en Guadalajara. Hice coros con algunos grupos locales y en el 90 fundé Mala Vida, agrupación de rock pop que duró hasta el 94 cuando Richie Arreola y yo decidimos fundar La Dosis. Mi proyecto solista comienza en el 2002 y sigue hasta la fecha, pero La Dosis se ha mantenido como un proyecto intermitente con el que a lo largo de los años nos hemos vuelto a reunir para tocar de vez en cuando. 

 

¿Cómo te iniciaste en el coleccionismo? 

Recuerdo que cuando íbamos al supermercado con mis papás, mi hermano y yo, que teníamos 13 y 12 años, corríamos directo a la sección de discos y nos compraban uno o dos cada semana. Después, mi hermano comenzó a comprar sus propios LPS y yo también comencé con ese hábito. Aquí en Guadalajara había pocas tiendas de discos como Musical Lemus pero eran más comerciales y no tenían siempre lo que querías, entonces tenías que buscarlos en tiendas especializadas que no eran muchas. Había dos que yo recuerdo, La Manzana Verde y el Quinto Poder, que eran dos tiendas muy visitadas por los melómanos de ese tiempo. Hacías tu pedido y a veces tardaban un mes en conseguirte el material pero cuando por fin lo tenías en las manos era todo un placer el llegar a casa para escucharlo y la espera siempre valía la pena. Los acetatos me gustaban más porque implicaba todo un ritual desde clavarte en la portada, leer las letras y créditos, sacar el acetato, olerlo y ponerlo con extremo cuidado en el tocadiscos para que no se rayara y luego disponerte a escucharlo una y otra vez. Con la llegada del CD comencé a comprar discos de forma más regular, sobre todo porque la radio se cruzó en mi camino y había una necesidad de pronto obsesiva de tener más música disponible y en ese entonces, además de los discos de rock que compraba, comencé a coleccionar mucho material de jazz porque justo comencé a conducir Solo jazz en Radio UdeG, espacio radiofónico que luego de treinta años sigo haciendo pero ahora desde la frecuencia de Jalisco Radio, estación que tengo el honor de dirigir desde el año pasado. 

 

¿Cuál fue el primer álbum que obtuviste por tu cuenta? 

Muchos discos que yo quería los compraba mi hermano mayor y los compartía conmigo, pero uno que recuerdo haber comprado fue Oranges and Lemons de XTC. 

 

¿A cuántos álbumes asciende tu colección?

En algún momento llegué a tener casi tres mil cds (y también un montón de casetes y cintas de carrete abierto) pero me deshice de muchos y me quedé con unos mil que admito rara vez uso porque una vez que llegó la era digital comencé a consumir música desde plataformas digitales. Antes, cada vez que iba a la radio para hacer mi programa cargaba con un case de 20 o 30 cds y después resultó mucho más sencillo llevar solo una USB donde podías tener muchísimas más canciones disponibles. Hace muchos años que no compro un disco físico, tengo varios discos duros llenos de música, materiales que me han compartido otros melómanos o que me han dado los mismos músicos o sello discográficos, cosas que he descargado y comprado en diversas plataformas y mi propia fonoteca que he digitalizado. Actualmente también echo mano de aplicaciones como For You de Itunes o Spotify. 

Es cómodo el poder escuchar lo que quieras en el momento que quieras, tan solo a un clic de distancia, pero la emoción que había antes de desear un disco, ahorrar para poder comprarlo, y esperar por él, no se compara con nada. Ahora ni siquiera es necesario instalarte en un espacio determinado para escuchar música, antes no te podías llevar el tocadiscos con las bocinas al gimnasio o a la cocina, y ahora tienes un montón de dispositivos que te permiten escuchar música en cualquier lugar y eso a veces impide que te conectes con la música de manera más profunda, ahora es raro que la gente escuche un disco de principio a fin, mucha veces solo escuchan canciones y a veces ni siquiera completas, la forma de consumir música ha cambiado totalmente. La ventaja ahora es que puedes conocer cosas que en otro momento era muy difícil, pero creo que vale la pena el retomar esos momentos de escuchar música de forma muy enfocada, sin interrupciones de por medio y poder realmente meterte en el viaje sonoro. 

 

¿Qué tendencia musical hay en tu colección? 

Hay mucho rock en inglés, en español, música clásica, mucha música negra: afrobeat, soul, funk, r&b, pero sobre todo jazz, de todos los estilos. 

 

¿Cuánto es lo más que has pagado o pagarías por un álbum?

Por descarga no pagaría más del precio del mercado que va de los 90 a los 200 pesos por disco y entre 12 y 15 pesos por canción, pero anteriormente, cuando compraba discos compactos si llegué a pagar precios elevados por colecciones o ediciones especiales que me emocionaba tener. Una vez pagué 100 dólares por una edición especial de Miles Davis, pero claro, ¡el tipo de cambio no era el de hoy en día! 

 

¿Cuál es el disco más entrañable que tienes? 

El primer disco de La Dosis lo guardo con especial cariño porque además ya no se edita, también Lado Este que es mi primer material solista y hay varios discos que guardo con especial cariño como Kind of Blue de Miles Davis, el primero de los Cubanos Postizos de Marc Ribot, el soundtrack de Get Shorty, Friday Aternoon in the Universe de MMW, So de Peter Gabriel, Naked City de John Zorn, Weird Nigthtmare: Meditations on Mingus de Hall Wilner. 

 

¿Cuál es la mayor rareza? 

Creo que ya nada aplica como rareza porque casi todo se puede conseguir. Quizá viejos acetatos que han sobrevivido el paso del tiempo y cambios de casas. Mi papá tenía un par de acetatos de música lounge o easy listening que estaban hechos para que cuando los escucharas advirtieras los diferentes planos de la grabación, como en los discos de Esquivel. 

 

¿Qué disco es todavía objeto de deseo? 

Realmente no hay uno en específico, pero me encantan las ediciones especiales como las que hace John Zorn en su sello Tzadik o de sellos viejos como Stax o Motown. Es lindo ver un trabajo detallado en la presentación de un disco, a pesar de que cuando lo tengas en tus manos seguramente lo primero que harás es descargar la música en la computadora y dejarás el disco físico como un mero objeto de adorno acumulando polvo en un estante. Una vez entrevisté a la diseñadora de Tzadik y me contó como Zorn se obsesiona hasta en los más pequeños detalles, desde el tipo de papel o tintas que usan, la combinación de colores, las imágenes que usan, la tipografía, si el empaque es de cartón o plástico o le meten tela y todo debe tener una relación absoluta con la música. 

 

¿Tienes álbumes dentro de tu colección que no te gusten o los tengas por otros motivos? 

Muchos de los discos de los que me deshice eran discos que de pronto llegaron a mis manos porque te los regalaban en las giras o que te mandaban a la radio distintos sellos discográficos con fines promocionales pero que no respondían para nada a mis gustos personales así en ese caso los donaba a quien pudieran gustarle. Tengo muchos cds que ya no escucho pero que representan una etapa importante de mi vida, que son parte de mi soundtrack personal y no me decido a deshacerme de ellos, son de esos discos que me llevan directo a un momento específico. 

 

¿El último que adquiriste? 

¿Físico?… hace mucho que no compro nada…en formato digital suelo hacerme de varios por semana, sobre todo para el programa de jazz. Hace unos años compré Miguel Hernández de Serrat porque a mi papá le gustaba mucho y el acetato que él tenía se perdió y cuando murió, sentí el deseo de reconectarme con ese material que escuché tanto de niña, me costó conseguir el CD pero fue muy lindo el flashback al escucharlo. Recientemente adquirí en formato digital Little Big II Dream of a Mechanical Man de Aaron Parks, Freelance Subversives de Will Bernard, Big Vicious de Avishai Cohen, Aquamadre de Victoria Reed, Fetch the Bolt Cutters de Fiona Apple.