Cuando me enteré que DCD sacarían un álbum este año, lo tomé con cierto recelo, entre otras cosas, porque sus discos, aún con algunos detalles rescatables, iban perdiendo la frescura que los llevo, antes de su separación, a ser un grupo imprescindible. El disco anterior lo hallé carente de ideas y en cuestiones extra musicales, gente tan entrañable como Peón Kurtz y Juanito Sangre salieron de sus filas por broncas internas. Incluso, parecía que se habían estancado en un papel que les jugaba en ocasiones en contra con algunas polémicas ambiguas y con una imagen cada vez más caricaturizada.
En cuestiones realmente complicadas, Cesar Strawberry (a quien por otro lado, se le apunta mucho por la desbandada del grupo) estaba metido en líos legales, dentro de una injusta (así como mediática) sentencia. Apareció entonces el primer track del disco “Que tú nos persigas…” acompañado de un video y cierto desencanto permeó. Aunque la canción no me pareció mala y el video tiene sus buenos detalles (aunque la estética general tampoco ha sido de mi total agrado) no sentí que aportara algo novedoso a su música, y al contrario, sentí que reforzaban esa idea de caricatura de sí mismos. Al poco tiempo salía el segundo sencillo “Esto es el Def” que mejoró la formula, pero aun así, era la clásica canción – marca (como ellos mismos le llaman), simpática y cumplidora, pero sin mayor riesgo. Todos esos eran ingredientes que no me auguraban demasiado para cuando el disco finalmente saliera.
Y llego el día. El disco #Trending Distopic se podía escuchar online. Así que con la desconfianza a tope, (y mucho miedo) me dispuse a escucharlo. Y contra lo que se podía suponer, el disco, sin romper con el sello tan característico del grupo, sí que mejoraba lo hecho en esta segunda etapa de su historia rescatando mucho del espíritu y el filo que había perdido el grupo paulatinamente. Parecía que el sismo que había habido dentro y fuera, había sacudido las ideas. Era el momento de intentar algunas cosas nuevas y voltear atrás para recuperar otras, y el resultado es cuando menos refrescante.
Y es que de los nuevos integrantes, un jovencísimo Samuel Barranco se ha sabido acoplar perfectamente con las voz de Strawberry y el guitarrista Alberto Marín (que cuenta con una gran carrera a cuestas) aportaría mayor frescura a las guitarras, detalles que ya habían resultado un poco cansinos en sus últimas apuestas discográficas. Los DCD de este disco se atrevieron con cuestiones impensables (hasta por ellos mismos) en otros años, como la participación de invitados de lujo, como los raperos Zoo o ToteKing, hasta Juan de Soziedad Alkoholika o Sherpa en un cover (Si, como lo leen, un cover) de los mismísimos Baron Rojo, entre otros. Los cuales le aportan cada uno en su momento matices que redondean las canciones. Las letras por otro lado recuperan de alguna manera ese filo, ironía y humor de su primera etapa. Y es ahí donde los primeros tracks que se presentaron, (sin ser lo mejor del disco) embonan más con el concepto general. A tomar en cuenta la primer parte del disco, con temas como “Chaleco Reflectante”, “Reservado”, “Dación en Pogo” y ese tema que funciona como un reloj que es “Derecho a Orgasmar”. La segunda parte del disco, si bien no tiene la fuerza de la primera, se mantiene, aunque el cierre no puede ser más espectacular con el cover a “Resistiré” de los míticos Baron Rojo, haciendo un delicioso cruce entre hip hop y heavy metal.
Lo dicho. Aunque no alcanzan la brillantez de la triada Armas Pal Pueblo /Alzheimer / Ultramemia, #Trending Distopic es un esfuerzo, que dejando las polémicas alrededor, representa una bocanada de aire fresco para el grupo, y que, sin ser perfecto, posiblemente nos encontremos con el mejor disco, (el de las ideas más sueltas y menos forzado) de su segunda etapa. Y eso, viniendo de DCD siempre es recibido con una gran sonrisa. Por cierto, en Spotify podemos encontrar la versión con comentarios, que sin ser algo pensado ex profeso para el disco, recuerdan mucho a ese segundo asalto con anuncios publicitarios de broma entre canciones.