El talento, como bien sabemos no es hereditario. Poniendo un ejemplo musical digamos Sean Lennon, el hijo de John. La carrera de Sean nunca despegó y pasó por el mundo musical sin pena ni gloria. Y esto del talento se repite en todos los ámbitos, no es sólo porque los padres hubiesen dejado el listón muy alto, sino que el talento es como el amor, es como el odio; el talento es único, personal e intransferible. El pasado sábado por la noche mientras bebía con mi compadre miramos otro caso; la pelea del hijo de Chávez fue una muestra sobre el asunto. El hijo de Chávez sólo salió a que le pegaran en el careto y después recibir su dinero. Una estafa de pelea. Recuerdo que tenía doce o trece años cuando miré la pelea de Julio Cesar Chávez contra Greg Haugen, aquella noche Chávez pasó de ser un simple mortal para convertirse en un Dios, por lo menos para mí. Chávez Jr. sencillamente no heredo el talento nato que mostraba su padre en cada una de sus peleas.
Pero esto no sucede con Dan Fante, hijo del mítico escritor John Fante a quien Charles Bukowski rescató del olvido literario al que había sido injustamente condenado. Dan, nació en Los Ángeles el 19 de febrero de 1944 y falleció el 23 de noviembre de 2015. Su primera novela, Chump Change fue publicada en 1996 en Francia. Se dice que la novela fue rechazada por unas cuarenta editoriales americanas que la consideraban violenta y pornográfica. Sajalín Editores se ha encargado de publicar en español tres de las novelas de Dan, las cuales he leído y debo decir, que Dan comparte con su padre el gusto por la frase corta, punzante. Las otras dos novelas que publica Sajalín —quienes también ha rescatado a escritores como Edward Bunker y Hubert Selby Jr—son; Mooch, y la novela que he leído esta semana; Fante. Un legado de escritura, alcohol y supervivencia. En esta novela Dan nos da un repaso de la Familia Fante, desde su abuelo que migra desde el sur de Italia y al llegar a Norteamérica debe pelear por mantener su apellido ante una panda de funcionarios de irlandeses, la vida en Colorado, la casa en Malibú en la que John Fante trata de escapar de las sucias fauces de la industria del cine poniendo tierra de por medio. Nos habla de su padre, un John Fante quien cansado de no obtener el reconocimiento literario, cede ante los jugosos cheques que le suelta Hollywood a los que también llegaron a sucumbir William Faulkner y Scott Firtzgerald. Dan nos habla de su adicción a la bebida, sus recaídas y sus pensamientos suicidas que nunca termina de extirpar del todo. Su estancia y supervivencia en la despiadada ciudad de Nueva York a los veinte años, sus crudas experiencias son esbozadas sin tapujos. No hay florituras en sus palabras, Dan sabe de lo que habla y no se autocensura para nada. Los tres libros son de lo más honestos. No pondré aquí—como suelo hacer—fragmentos de ninguna de las novelas, ya que la editorial Sajalín, desde su página nos permite leer el primer capítulo de cada una de ellas. Dan Fante es un gran escritor por mérito propio y su talento plasmado en estas tres novelas es innegable.