Estética y diseño aplicados a la música.
Hay muchas cosas acerca de la música en directo que la hace especial; la intensidad, las variantes respecto a su versión en álbum, la catarsis compartida, etc. En lo personal, además y sobre todas las anteriores, creo que su naturaleza efímera es lo que lo dota de singularidad.
Hay algo en la manera en que apreciamos las cosas cuando sabemos que son momentáneas, prestamos una atención especial y tratamos de absorber cada detalle al máximo. No es igual la manera en que vemos una obra de teatro a la manera en que vemos una serie en Netflix en casa, en la primera no existe el botón de pausa para abrirle la puerta al repartidor o para contestar algún mensaje en nuestro Smartphone, de hecho, son algunos espectáculos en vivo los últimos resquicios en donde apagamos momentáneamente nuestro pequeño mundo en línea y ponemos atención a lo que sucede frente a nosotros, offline.
Es cierto que siempre es agradable contar con el registro de un evento pasajero, como lo es un concierto, y es esta la razón por la que una gran cantidad de personas pasan un buen porcentaje de tiempo del mismo grabando o tomando fotografías, por un lado privándose a ellos mismos de la experiencia total del evento para después “revivirlo” de manera artificial e incompleta desde una pantalla, y por otro, incomodando al resto de las personas que quieren disfrutar del espectáculo. Pero ese es otro tema.
En esta ocasión toca enfocarse en un objeto que puede cumplir con esta función y que apenas recientemente está tomándose de una manera seria en México: El cartel del concierto. Es cierto que desde que tenemos memoria afuera de cada concierto hay individuos vendiendo en alrededor de diez pesos «el poster del recuerdo»… generalmente mal impreso, con una imagen bajada de google que puede o no tener relación con el evento, alguna falta de ortografía y con otro poster de similares características pero de un evento pasado impreso al reverso.
Pero no es ese el poster al que me refiero, me refiero al que tiene un diseño original, creado por un ilustrador especialmente para el evento, con un número limitado de copias e impreso en serigrafía con alta calidad. Estos carteles tienen años funcionando en muchos países como una manera de publicitar un evento y al mismo tiempo como parte de la mercancía oficial del mismo, algunos diseñadores incluso se han enfocado en este rubro logrando reconocimiento internacional y elevando el valor de su obra, especialmente en carteles de conciertos pasados, cuyo tiraje está agotado. Esto si tienes la buena fortuna de encontrarlo una vez pasado el evento.
Personalmente tuve una mala experiencia con la que aprendí de primera mano y de la peor manera que este tipo de carteles, una vez que se agotan, es virtualmente imposible conseguirlos… Hace 7 años tuve la oportunidad de viajar a Los Angeles para ver en el Hollywood Bowl a nada más y nada menos que a No Age + Sonic Youth + Pavement.
Está de más comentar que fue uno de los mejores conciertos que he tenido la fortuna de presenciar, sin embargo, en mi pereza y estupidez al no querer cargar el cartel durante todo el concierto dije «voy al rato, voy al rato» justo como le pasó a Homero Simpson cuando pudo conocer a Rambo en el centro:
Llevo años intentando conseguirlo y parece que simplemente es imposible. La verdad es que lo merezco.
Es hasta hace poco que la apreciación, creación y consumo de carteles de conciertos se empieza a dar en el mercado nacional y la muestra más notoria de que podríamos estar entrando a este mercado fue la presencia de algunos de los ilustradores y estudios de diseño gráfico más importantes en el rubro dentro del pabellón “Afiche Fetiche” en el festival Corona Capital 2016. En dicho espacio hubo oferta de carteles realizados por: Lil Tuffy, Methane Studios, Jacknife Prints, Kii Arens, Boss Construction, The Impossible Machine, Monkeyink, Monostereo, Horse y Andy Macdougall. Sin lugar a dudas fue algo que se agradece y que dio un aire de frescura a las opciones de compra dentro del festival. Esperemos que sea algo que siga creciendo cada vez con más fuerza dentro de nuestro país.
Para entender un poco más acerca del tema, platiqué con el diseñador Jorge López Mendoza, de Vinilpress/Ndn. Aquí nuestra conversación, intercalada con algo del trabajo de Jorge:
Rodrigo «Bola» Torres: Jorge, primero que nada, háblanos un poco de ti para entrar en contexto
Jorge López Mendoza: Claro, me llamo Jorge Alberto López Mendoza (mis jefes se pasaron de lanza con ese nombre de galán de 3 pesos de novela) soy tapatío, chiva y virgo, primero fui impresor y actualmente diseñador. Todo paralelo a una perpetua carrera como futbolista amateur profesional.
Mi papá tiene una imprenta y desde pequeño que lo acompañaba a chambear se desarrolló en mí el gusto por el papel impreso. Cuando empecé a tener más conciencia y coleccionaba revistas, libros o discos de música me di cuenta que había algo que decidía si esa portada iba a ser roja o azul, si tendría una foto de la banda o a Eddie The Head (Iron Maiden rules!!!!!!). Cuando alguien me dijo que eso era diseño decidí que eso es lo que iba a estudiar.
15 años después, chambeo en mi propio estudio de diseño y dirección de arte rodeado de gente que admiro que se han convertido en mis amigos y de las cosas que me gusta ver y hacer, fútbol, rock and roll, películas, libros, fotos, tipografía, papel y café.
R «B» T: ¿Crees que existe una escena seria en lo que respecta a carteles de conciertos en nuestro país?
J L M: Sí, hay mucha gente con talento y pasión dedicándose a esto y a su vez la oferta de conciertos ha aumentado. Como todo tiene sus pros y sus contras y esto a mi manera de ver las cosas se acentúa con las redes sociales y aplicaciones digitales que pusieron muchas herramientas de comunicación al servicio de todo mundo. Cuando se usa bien es bueno pero cuando no, creas una contaminación visual infame. Pero volviendo a la pregunta jaja creo que si existe una escena aunque sigue en proceso de convertirse en seria.
R «B» T: En tu opinión, ¿Qué elementos principales debe tener un buen cartel?
J L M: Uno, debe ser funcional, que en este caso es informativo. El propósito principal del cartel debe ser informarte de que hay un concierto, toca x banda, es a tal hora y cuesta tanto. Otro muy obvio sería el estético, un cartel cuya composición haga que te acerques a leerlo, te enteres del concierto y entonces vayas. Después, cuando lo veas impreso, quieras comprarlo y finalmente colgarlo en la pared de tu estudio o arriba de tu cama. Para esto hay un montón de variantes y ahí es donde entra la creatividad del diseñador, en acomodar todas estas variantes de manera que logres cumplir con o elaborar estos elementos que convertirán tu propuesta en un buen cartel.
Para mí es sobretodo debe tener una idea detrás, que amarra y abarca todo. Rige los colores, las texturas, la ejecución, la técnica e incluso los materiales y formatos; cuando todo está considerado y bien ejecutado es cuando estás frente a un buen cartel.
R «B» T: ¿Qué es Vinilpress?
J L M: Es un proyecto entre Ndn (mi estudio de diseño) y Phantasma (estudio de Lou Perezsandi) donde combinamos dos de nuestras grandes pasiones, la música y la impresión. Creo que es un proyecto muy egoísta, pues creamos las cosas que nos gustaría tener y las concebimos en la manera en que creemos deben ser y luego tratamos de compartirlo con todo mundo jajaja. Mucha de esta filosofía está totalmente influenciada precisamente por bandas de rock, principalmente punk de los 80´s, el Do it yourself. No tenemos juntas creativas, ni briefings, ni mercados metas o insights; simplemente nos dejamos guiar por un instinto y esa máxima «haz el poster que quisieras tener en tu sala, en tu cuarto, en tu estudio».
R «B» T: En Vinilpress, ¿están enfocados a la música o trabajan para otro tipo de industrias?
J L M: Sí, únicamente música.
R «B» T: ¿Qué diferencia hay entre hacer este tipo de trabajo cuando está enfocado a la música en relación a otro tipo de industrias?
J L M: Para mí el placer principalmente. Esta es una conclusión muy personal y un poco contrariada ya que sin duda existe también mucho más desequilibrio entre la relación satisfacción económica / estrés. Es estresante porque en cierto aspecto estás diseñando para ti mismo, y nadie es peor juez que uno mismo. Pero desde la manera de abordar creativamente el proyecto, el hecho de que la construcción de un «marco teórico» requiera ponerte a divagar entre discos, revistas, stickers, playeras, etc. lo convierte en algo mucho, pero mucho más divertido que diseñar un sistema de identidad para un despacho de abogados.
R «B» T: ¿Hay algún ilustrador/diseñador que sea referencia para ti? ¿Qué es lo que te llama la atención acerca de su trabajo?
J L M: Muchos, es la parte que más me gusta de lo que hago, el estar continuamente encontrando personas que hacen cosas increíbles todo el tiempo, más ahora con las redes sociales y sitios como tumblr o designspiration.
Hay varios diseñadores que sin duda me han marcado y casi todos están ligados con la industria musical, Raymond Pettibon (creador del logotipo y todo el arte de los flyers de Black Flag), Ryan Patterson (guitarrista de Coliseum), Stefan Sagmeister (que es como Dios padre) y últimamente Jaime Zuverza se han convertido en referentes, más que por utilizar un estilo o ciertos recursos estéticos es porque prácticamente cada cosa que hacen logra ese efecto de «¡no mames!» en mí.
Otra gran influencia han sido precisamente las bandas como Fugazi o Black Rebel Motorcycle Club que siempre acompañaron sus lanzamientos musicales con piezas visuales que lograban ese efecto «nomamador».
R «B» T: En tu opinión, ¿Qué hace falta para que despegue realmente esta industria en el país?
J L M: Difícil, pues creo que en general la industria del diseño necesita de muchas cosas tanto de los que somos proveedores como de los que son consumidores para ser realmente valorada. No se puede hablar de «diseño para la música» sin hablar del diseño en general. Creo que en general haría falta 2 cuestiones, la primera una profesionalización del ramo; ser profesionales, serios en nuestro trabajo y por otro lado (y siento están ligadas ambas) el «educar» al público, hacerle saber por qué el valor de nuestra chamba.
R «B» T: ¿Para qué banda te gustaría hacer su próximo cartel? ¿Por qué razón?
J L M: Russian Circles!!!!!! Porque es el concierto próximo en esta ciudad que más me emociona (espero el empresario esté leyendo esta nota y visite Ndn pronto ;)).
Y si se vale soñar, sin duda sería diseñar un cartel para Pearl Jam. No solo porque soy un maldito fan intenso jaja sino por reconocimiento y agradecimiento incluso, siempre le digo a todo el mundo que esa banda cambió mi vida y no solo en el sentido figurado, es real. Pearl Jam es la razón por la cual soy diseñador, si en lugar de haber escuchado a Pearl Jam cuando tenía 10 años hubiera escuchado a Caifanes, seguro sería contador, millonario y con un Ferrari jajajajaja.
R «B» T: ¿Cuáles son los pasos que sigues cuando se te encomienda hacer el cartel de algún concierto?
J L M: No tengo una metodología muy acotada y digamos «profesionalmente correcto»: escucho a la banda una y otra vez, checo sus referencias visuales y sus influencias musicales hasta que me da una sobredosis. Ahí siempre encuentro algo que hace algún tipo de conexión conmigo y se convierte en mi guía visual (Gianni Bortolotti decía que en la investigación siempre está la respuesta). Después es conseguir esos elementos visuales con los que quiero chambear y relacionarlos con una técnica concreta, al final hay que desmadrar una y otra vez la pieza, desacomodar y desacomodar los elementos hasta que queden acomodados. Si tengo suerte, logro ese «¡no mames!».
R «B» T: ¿Qué tan importante es tener un gusto por la banda para la que harás un cartel?
J L M: Para mí, es muy importante; lo más importante. No creo que yo podría diseñar un cartel para Nicolas Jaar o para el Buki. Desde el punto de vista técnico cualquiera con conocimientos de composición e ilustrador y una buena cantidad de fuentes en su compu podría hacerlo. Pero es precisamente lo que convierte a un gran cartel en un gran cartel, que no cualquier podría hacerlo. Esto involucra desarrollar una interpretación muy personal de la banda y/o el evento y para eso es vital sentir gusto y pasión por lo que estás haciendo, de otra manera no funciona, por lo menos no para mí ni para ningún diseñador que yo conozca.
R «B» T: ¿Qué tan importante es la técnica de impresión para un cartel? ¿Debe ser rigurosamente imprenta o serigrafía, o pueden utilizarse medios más económicos?
J L M: Mmmmmm no precisamente, creo que tiene mucho que ver con los recursos con que se cuenta y con una manera creativa de utilizarlos; por ejemplo hoy todos tenemos una cámara de alta resolución en nuestros celulares; si tu cliente solo quiere hacer 10 posters y encuentras un buen proveedor de impresión digital ¿Cómo puedes conectar uno con el otro? Y ¿cómo puedes hacerlo creativamente?
R «B» T: ¿Consideras que este campo es una posibilidad real para un joven ilustrador/diseñador gráfico en México aún falta que madure más esta industria?
J L M: Sí, la situación es difícil y no digo ninguna mentira cuando digo que el diseño como profesión es poco valorado en México (aún por todos esos que te van a tirar flores cuando ven tu chamba). Pero en realidad somos una generación que creció en crisis ¿no? Toda nuestra vida hemos escuchado «noooombre, está cabrón y se va a poner más cabrón», entonces, si de todas maneras vamos a estar en crisis, ¿por qué no estar haciendo lo que nos gusta? Estoy totalmente convencido de que mientras uno se mantenga fiel y firme a una idea y su ejecución (me refiero a como estudio de diseño o como freelance) se pueden lograr toda clase de objetivos, ya dependerá de cada quien el «te quieres dedicar a esto ¿Para qué?»
R «B» T: ¿Qué consejo daría a alguien que está considerando incursionar en esta industria?
J L M: ¡Apasiónense! Escuchen música, coleccionen toda clase de impresos, tomen fotos de todo, vayan a cuanto concierto puedan y quieran y ¡compren un chingo de café!