El primer día de festival Coordenada había condicionado de cierta manera el concierto de Portugal. The Man, tanto en el horario, el cual fue retrasado hasta medianoche, en teoría para permitir que el público del festival alcanzara a llegar (tenía mis dudas respecto a ello) y por otro lado, empujando a hacer algunas promociones para poder mover más gente al evento. Al llegar al mismo, me encontré con una muy aceptable entrada para las condiciones dadas.
El grupo abridor Galgo, se encontraba ya arriba del escenario desplegando su rock pop de buena factura y finos matices. Aunque no los alcance a escuchar demasiado, el grupo me dejó un grato sabor por la pasión que le ponen sobre las tablas. Ya habrá oportunidad de escucharlos más y mejor. A las 12 en punto, empezaron a salir los integrantes de Portugal. The Man. Para ese momento, ya la entrada había mejorado todavía más (posiblemente les salió la jugada a los organizadores).
Si hay algo a lo que a Portugal se le reconoce, es el eclecticismo en su propuesta, que aunque han ido definiendo un sonido muy personal, siempre tiene elementos diversos, y parece que desde el principio dejan claro esto, al iniciar su show no con una canción propia, sino con dos fragmentos enlazados de canciones prestadas, una pesadísima “For Whom the bell Tolls” de Metallica y la clásica “Another Brick in the Wall Pt. 2.” de Pink Floyd. El tema elegido de su repertorio para arrancar, sería “Purple Yellow Red and Blue” de su disco anterior, para inmediatamente continuar con “Feel it Still”, el movido sencillo de su último disco.
Si hay algo que se notó de manera inmediata eran sus atractivos visuales, muy fumados y psicodélicos. Formas y colores en repetición que se entrelazaban entre sí complementando el buen sonido y ejecución que iban desplegando en el transcurso del concierto. Una gran pantalla acompañaría su presentación la cual no cesaba de lanzar estímulos visuales que increíblemente nunca se repitieron. Aunque todas las canciones fueron ejecutadas de manera impecable, sin lugar a dudas los mejores y más atractivos momentos fueron cuando mezclaban canciones, tanto propias como de otros artistas para crear una especie de jam verdaderamente disfrutable que lo mismo paseaba por los terrenos llenos de polvo de blues que por vericuetos psicodélicos y progresivos.
El grupo le dio prioridad a su último álbum, pero no se olvidaron de temas de discos pasados (sobre todo los dos anteriores a este) como la deliciosa “Head is a Flame” o la encantadora “So American”. Casi para finalizar, tocaron una estupenda versión de “Don’t Look Back in Anger” de Oasis que se queda para el recuerdo, y con la cual dieron una pequeña pausa para regresar al encore y finalizar el concierto con “Holy Roller (Hallelujah)”.
Tal vez se extrañaron varios temas de sus primeros lanzamientos, pero eso no le resta puntos a un concierto que con todo y retraso, terminó siendo redondo y emocionante.
*Fotografías tomadas por Miriam Rocha.