Soy de esas personas que tienen una relación de amor con los Ramones desde que de una manera tardía me compré el cassette del primer albúm del grupo en el tianguis del Chopo, y aunque suene a cliché, mi vida cambió. Posteriormente empezé a devorar su discografía, y en mayor o menor medida siempre me iban dejando gratos momentos. Aún cuando de los Ramones siempre se va a señalar a su primer disco como el más importante y representativo por su inmediatez, frescura y por ser el disco que cambio las reglas del juego, hay muchos que opinan (y ahí es donde concuerdo y parto para hablar del mismo) que Rocket to Russia es su mejor disco.
Si el grupo ya había definido su primitivo estilo desde su primer álbum, y luego de un aceptable Leave Home, fue en ésta, su tercer placa, donde perfeccionaron y definieron aún más su esencia, esa que mamaba de la música de los 50’s y 60’s que tanto amaban y consumían en la radio, al mismo tiempo que seguían siendo fieles a su modo de entender la música y su ejecución. Es ahí donde se encuentra el equilibrio entre su estilo crudo y directo en combinación a una producción más limpia pero sin caer en los excesos de por ejemplo, End of the Century, resultando un disco más divertido y rocanrolero, así como más accesible al escucha.
A título personal, Rocket to Russia es prácticamente perfecto. El equilibrio entre temáticas, distintos tiempos, desde la rapidez de “We’re happy family” hasta una balada como “Here Today, Gone Tomorrow” o muy divertidos covers como “Surfin’ Bird” y el hecho de contener muchas de las canciones más emblemáticas de la banda, hacen que lo tenga en gran estima; es uno de esos álbumes que hacen que sienta como me corre la sangre.
Aunque es difícil elegir una canción entre todo el plato, personalmente me inclino por una canción como “I don’t care”. Cuando la escucho siento que estoy escuchando algo perfecto. La síntesis punk en minuto y medio. Voz, Bajo, batería y guitarra en un todo compacto. El mensaje, directo: “I don’t care about this world, i don’t care about that girl, i don’t care”. Punto. A la mierda y vámonos. No necesitamos nada más. De alguna manera entiendo cuando Lou Reed comentaba que los Ramones habían logrado ese minimalismo que tanto buscó Velvet Underground.
Hay quien opina que el disco no aporta realmente nada nuevo a lo que ya había definido el grupo en sus primeros discos, y en parte algo de razón hay en ello, sin embargo el hecho de pulir un sonido muy personal (y revolucionario para el contexto de la época) amalgamando influencias de manera natural sin perder personalidad es suficiente para darle un lugar en lo más alto. Celebremos pues, el 40 aniversario de esta joya.