Una noche de intensidad, equilibrio y esperanza
Texto por Rodrigo «Bola» Torres / Fotografías por Christhian Ferenc
Al llegar a C3, lugar donde se llevaría a cabo el concierto de Godspeed You! Black Emperor el pasado jueves 14 de diciembre, poco antes de las 8 de la noche y ver una línea de personas esperando entrar al recinto que casi llegaba a la esquina de Av. Chapultepec me di cuenta del nivel de interés que la visita de una banda como esta despertó en nuestra ciudad, debo admitir que esto me sorprendió gratamente, ya que incluso corrían rumores de cancelación tan solo unos días antes del evento. HOPE.
Casi al punto de las 9, Vyctoria tomó el escenario, desde su discreta manera de entrar y salir del escenario, hasta su sonido y estética fueron acordes a lo que sería el acto principal. Esto parece una obviedad, sin embargo, es tristemente común en nuestro país que las bandas teloneras no tengan relación con el plato fuerte, cosa que generalmente termina en una experiencia desagradable tanto para el público como para la primera banda. En esta ocasión sucedió todo lo contrario y la banda de Ciudad de México ayudó a calentar motores para lo que vendría a continuación con un show de casi 45 minutos que seguramente los puso en la mira de muchos amantes del género.
Para las 10 de la noche, el recinto estaba prácticamente lleno de un mar de sudaderas y chamarras predominantemente negras, esperando la salida al escenario de Efrim Menuck y compañía con una solemnidad atípica de un concierto de rock, y es que GY!BE son algo diferente, más de 20 años de integridad musical e ideológica los separan del grueso de la oferta musical ya sea independiente, experimental o popular. Uno por uno fueron apareciendo en el escenario los músicos, tomando sus instrumentos y empezando a crear al atmósfera sonora que predominaría por las siguientes casi 2 horas.
“Hope Drone” fue la encargada de abrir el set y de marcar el tono de lo que sería la noche, capas de guitarras, doble bajo y un violín creciendo cada vez más, todo esto frente a una pantalla dividida verticalmente por mitad y flasheando la palabra HOPE.
Por el resto de la noche, los visuales serían un espectáculo por mérito propio, poniendo una carga extra a la ya de por si intensa música de la banda, mostrando imágenes de caos y descontrol combinadas con otras de muchísima belleza ayudaron a acentuar el muy agradable equilibrio presente en todo momento dentro del torbellino sonoro y visual frente a nosotros.
Después de “Hope Drone” se despacharon con temas de su último disco Luciferian Towers, “Bosses Hand”, “Fam/Famine”, “Anthem For No State” y “Undoing A Luciferian Towers”, temas que parecen desarticularse tan solo para después caer como una pesada ola sobre los oídos de la audiencia, que pasan de la desolación casi total al optimismo generando una euforia interior que inevitablemente termina en una sonrisa liberadora, casi de complicidad. Bastaba girar un poco la cabeza para notarlo en casi todos los presentes en el inmueble.
Si bien estos temas nuevos han tenido críticas encontradas, al igual que el disco, es innegable que en ellos se encuentran matices nuevos que se salen de la fórmula del post rock que, aunque los mismos GY!BE ayudaron a crear y perfeccionar, a base de repetición se han vuelto una especie de lugar común en bandas del género que, sin desmeritarlo, sí lo han desgastado un poco, por esta razón creo que fueron un punto álgido y sumamente disfrutable del concierto.
Para terminal la velada, la banda optó por un par de clásicos que hicieron felices al público en general, “Moya” y “BBF3” del álbum Slow Riot For New Zero Kanada de 1999 sonaron a lo más que da el sonido del C3, realmente el único punto criticable de la noche ya que falto de potencia y en ocasiones metiendo ruido, no ayudó a que la experiencia fuera total.
Y después, del mismo modo discreto en el que entraron, uno a uno fueron saliendo del escenario, dejando que el sonido se desvaneciera poco a poco, hasta que las luces se encendieron. El concierto había terminado.
A final de cuentas, sin decir una sola palabra y prácticamente sin moverse más que lo necesario para poder tocar sus instrumentos, GY!BE lograron transmitir un sinfín de emociones en los asistentes, quienes de manera respetuosa escucharon y se dejaron llevar por la intensidad, el descontrol, el equilibrio y el optimismo final que los canadienses saben tejer con maestría.
Nada mal para cerrar el año.