El tener a Ariel Pink en la ciudad era una de esas oportunidades que no había que dejar pasar, un artista el cual su obra y personaje se funden otorgando uno de los proyectos de culto más interesantes de la actualidad, así sea que es conocido que dentro de su excentricidad, sus directos han sido acusados en ocasiones de ser irregulares, como el que otorgó hace unos años en el Teatro Fru Fru de CDMX.
Al entrar al recinto, nos encontramos con una entrada todavía baja para la hora, pasaron los minutos y no parecía que hubiera un acto abridor que calentara motores, aunque esto tampoco hacía falta. Poco a poco, la gente iba llegando al lugar, teniendo para la hora que la banda salió, una entrada regular en cuanto a su afluencia.
A las 10:10 de la noche, la banda hacía acto de presencia, saliendo por delante Don Bolles, ese extraño y simpático personaje con largo recorrido dentro de la escena punk, para después dar paso a la banda y al siempre llamativo Ariel Pink, el cual en esta ocasión venía enfundado en una camisa de un tono azul eléctrico con formas abigarradas y con un discreto maquillaje y pelo corto: un poco menos excéntrico de lo que se podía pensar, pero aún así, dentro de su habitual papel. Sin mayores preámbulos, la banda de inmediato se dispuso a ejecutar su música, ese pop bizarro y esquizofrénico de innegable sello lo-fi que si en disco plasma la filosofía del singular artista, en vivo se hace extensiva esa forma de entender la música.
Con un mayor énfasis en su último álbum, Dedicated to Bobby Jameson y su anterior entrega Pom Pom el músico nos disparó canciones intrincadas como “Time to meet your god” o “White Freckles” así como cándidas y dulces como “Put your number in my phone” o “Feels like heaven”. Por mi lado, disfrute muchísimo una canción tan divertida y al mismo tiempo tan poderosa como “Time to live” que desde mi punto de vista condensa mucho del sentido lúdico y juguetón del músico, el cual, dentro de su performance, estaba ensimismado la mayor parte del tiempo en una interpretación que recordaba por momentos a cantantes setenteros como Camilo Sesto, lo cual hacía click con el atuendo que portaba. Don Bolles le haría segunda con su actitud y desfachatez, mientras que los demás músicos seguían con sus instrumentos la locura que se proyectaba por ambos cantantes.
La banda regresaría con un pequeño encore lleno de energía donde sobresaldrían el psicotrópico a go go de “Dedicated To Bobby Jameson” y una muy divertida “Bubblegum Dreams”. Si hay algo que en términos generales despide la música de Ariel Pink a la hora de escucharla en directo, es lo rebuscado y sobreproducido, lo cual venido de otro músico podría parecer algo pretencioso, pero viniendo de una mente tan poco convencional como la de Ariel Pink el resultado es algo singular y enloquecido. Si bien en ocasiones, si no se está familiarizado con lo que el músico ofrece, se puede llegar a perder en las singularidades, por lo que puede requerir un poco de escucha más atenta dado lo cargada que puede llegar a ser una presentación suya.
Después del encore, pensamos por algún momento que regresarían, pero ya no hubo más. Ariel Pink había cumplido con su presentación, listo para continuar en un par de días con su presentación en Bahidorá en Morelos.
*Fotografías por ACK Promote & Leslie del Moral Photography