¿Qué sería de Pixies sin el Nevermind de Nirvana y sin la escena final de Fight Club?
Pixies es una de esas bandas, las cuales tuvieron la mala fortuna de contar con una canción conocida por todo el mundo. Seguramente hay una enorme cantidad de gente que los ha escuchado en algún momento, sin embargo, es muy probable que no sepan quiénes son.
Surfer Rosa, su debut de larga duración.
El 21 de marzo de 1988 salió al mercado uno de los discos que marcó en gran medida lo que pasaría con la música en la siguiente década, no tanto por su repercusión mediática sino por la marcada influencia que ejercería en los artistas por emerger, desde PJ Harvey hasta Kurt Cobain. Al grado de que Nirvana contrató al productor de Surfer Rosa, Steve Albini para la grabación de In Utero. El disco de Pixies se mantuvo bajo la sombra hasta varios años después de su lanzamiento pese a los halagos de diversas revistas especializadas en música.
Incluso Bowie llegó a alabar la dinámica musical ejecutada por Pixies, la cual implicaba tener versos tranquilos y una explosión de sonido durante el coro.
Lamentablemente y a pesar de la fresca propuesta musical del álbum, les costó bastante trabajo hacer su camino hacia el reconocimiento para salir del underground, generando en ellos un estatus de culto que continúa vigente.
30 años después.
Qué mejor manera de celebrar el álbum debut de esta magnífica banda que escucharlo en su totalidad, con sus letras cargadas de humor e ironía y sus referencias al voyerismo y a la mutilación.
A continuación, presento un breve análisis de cada pista del célebre Surfer Rosa:
«Bone Machine» – La batería da inicio al disco, le sigue la línea de bajo, a partir de esto las guitarras convergen entre sí creando las texturas que poblarán el resto del álbum. Las voces de Black Francis y “Mrs. John Murphy” juguetean con una letra que nos habla de infidelidad y un sacerdote con actitudes cuestionables.
«Break My Body» – Melodía lenta, la cual adquiere fuerza a partir del coro cantado a dos voces y la guitarra de Joey Santiago. La letra evoca una temática recurrente en el disco, la mutilación.
«Something Against You» – 4 notas de guitarra y un ritmo constante de batería, la fracción punk de Pixies sin renunciar a su esencia melódica.
«Broken Face» – De nuevo la mutilación y el incesto como argumento lírico, la música continúa con la línea punk del corte anterior, sin embargo, en esta canción imprimen un sonido más agresivo y crudo.
«Gigantic» – De título sugestivo, ya que la letra aborda la relación interracial entre un hombre negro y una mujer blanca, se presta a interpretaciones confusas ya que, según Black Francis, el título hace referencia a la gran progresión de acordes utilizados en este tema y no a las cualidades del hombre mencionado en la canción.
«River Euphrates» – Las mejores armonías vocales del álbum, la sección rítmica conduce de manera insuperable a los tejidos sonoros ofrecidos por las guitarras.
«Where Is My Mind» – De letra surrealista, surge a partir de un viaje de Francis al Caribe, en el cual un pez pequeño intentaba seguirlo. ¿Quién no la ha cantado, tocado en la guitarra o soñado que dinamita a las grandes corporaciones que nos oprimen mientras suena esta canción de fondo?
«Cactus» – Continúan las letras irreverentes; un hombre en prisión desea que su mujer se realice un corte con un cactus y le envíe el vestido ensangrentado.
«Tony’s Theme» – Poco menos de dos minutos de lírica divertida y reminiscencias de B-52’s.
«Oh My Golly!» – La presencia de la batería marca el ritmo a 5/4, una breve pausa y comienza la embestida de ambas guitarras, una acústica (con tintes de flamenco) y la otra eléctrica. La letra en español manifiesta la porción bohemia de Pixies.
«Vamos» – De nuevo Francis divirtiéndose con letras en español. Una de las mejores muestras de la experimentación conseguida durante la grabación, las guitarras de Santiago colmadas de efectos nos conceden un deleite sonoro.
«I’m Amazed» – Guitarras pop de corta duración y una batería guiando el ritmo a través de redobles impecables.
«Brick Is Red» – Vuelve a bajar el ritmo, dos minutos de tranquilidad sonora y armonía vocal. Después de un vaivén de emociones y canciones intensas de reducida duración retornamos a la esencia mística de este magnífico álbum.
Su legado.
Surfer Rosa es un disco de art-rock que de manera inmediata evoca en mi mente a una banda como Devo, los cuales sufren la misma injusticia, ser incomprendidos por muchos y apreciados por pocos. Bandas que, junto a Sonic Youth, dominaron la escena innovadora de los 80’s.
Después de haber concluido esta asombrosa jornada musical, la verdadera pregunta es, ¿Qué sería de Nevermind y Fight Club sin el Surfer Rosa?