Tu eres la locura que yo quise para mi
pierdo la estatura junto a ti…
Eres la hermosura, la figura, un maniquí,
pierdo la estatura junto a ti, sí, sí.
Pierdo la cordura yo sin ti.
Hace muchos años leí en una reconocida revista musical una ligera mención al grupo Quintana Roo y desde ese día había sembrado una cierta atracción por esta banda de curioso y turístico nombre. Hoy día, y gracias a la magia del internet y a el blog de música Una Nota Que Cae, (la más grande enciclopedia virtual de rock mexicano), pude escucharlo.
Quintana Roo fue un grupo que, a mediados de los ochenta, lanzó un único y hoy olvidado álbum. Vale la pena sin embargo rescatar este trabajo que desde mi punto de vista aportaba algo distinto en su momento y que tiene puntos en contacto con bandas más actuales y reconocidas.
El álbum abre con la canción “Reacción” que, con su obertura, pareciera que nos encontramos ante una banda de música progresiva sesentera, pero que luego se adentra en un tono más rítmico y pop con una atípica base vocal para su época. El segundo tema “Paisaje”, entra a un terreno más sutil mediante su instrumentación y sus singulares vocalizaciones, las cuales son dentro del disco, uno de los puntos más atractivos de su propuesta, herencia de los Beach Boys y que parece ser la antesala de grupos más recientes en México como Porter o Zurdok.
“Asi No Más”, la cual tiene un cambio notorio en la voz principal, es una balada que parece ser heredera de la música romántica de los 70’s pero en formato de blues. “Cipolite Beach” es un simpático tema que se aleja de todo lo que veníamos escuchando (de hecho, de todo lo que es el disco) con una especie de foxtrot o canción infantil que juguetea con una narración acerca del lugar del mismo nombre en el estado de Oaxaca.
“Contigo” regresa al tono que había marcado el disco antes, que con sus voces y un piano que le sirve de contrapunto, recrean una canción sencilla pero efectiva; si hay una canción que parece una premonición de Porter, es esta. “Vagabundo” es otra canción que se aleja de todo lo que es el disco, con un tema que suena a Rodrigo González (ojo la voz) con una banda de acompañamiento que al propio grupo en sí.
Sin embargo, a la siguiente canción “Ecos De Tu Voz” vuelven a recuperar el sonido con otra balada de sonido suave y evocativo. Con “Pierdo La Estatura” ya no se rompe la línea, sino que se hace más evidente e incluso, gana en frescura con un tierno tono en la voz y un saxofón muy de la época recorriendo el tema sin ninguna prisa; el tema sobresale por una letra de una ligereza pop que versa acerca del enamoramiento más idílico y que pasa de una línea que no se a ciencia cierta si es una ironía a otra línea muy bella y emotiva.
El disco cierra con “Quintana Roo”, un tema que sin ser el mejor del disco, se sostiene por un sonido que, a estas alturas, parece ser el que mejor desarrollan y donde vuelve a escucharse ecos sutiles a Zurdok, Volován o hasta los también desaparecidos y fugaces Rompepistas.
Quintana Roo fue una de esas agrupaciones que, como tantos, pasan de largo sin tener mayor repercusión, sin embargo, siento que tenían algo especial como para haber sobresalido. El disco, musicalmente es una bocanada fresca para lo que se escuchaba en México en esa época, pero que (nada raro sobre todo para ese momento) tiene una producción bastante limitada.
A título personal, la relación que le encuentro con Zurdok (y que ya había marcado la revista con la que los ubiqué) más allá del trabajo vocal, viene dado también por el encuentro de distintas personalidades que aportaban ideas y conceptos al sonido del disco y que si bien el producto final podría resultar algo irregular y a medio camino en su definición pero con momentos muy interesantes y de llamar la atención (como lo fue en su momento el primer álbum de los propios Zurdok) pero que auguraba con una mayor madurez y un mejor trabajo en la producción, algo que pudo haber sido sobresaliente (Como lo fue Hombre Sintetizador para la banda regiomontana).
Jamás lo sabremos, tan ha pasado tanto tiempo como cada uno de los integrantes ha tomado rumbos distintos (entre ellos se encontraba el finado Leopoldo Fernández, hermano del mítico Greñas, del grupo Luzbel, y el cual el mismo guitarrista ha citado a su hermano como alguien que tuvo un talento enorme pero que no lo desarrolló). Solo nos queda pues, para quien le interese, disfrutar de este registro atípico que puede ser una rareza, una joya perdida, una curiosidad o todo eso al mismo tiempo.