En 2019 tuvimos la oportunidad, gracias a Mexicadelia, de trabajar de cerca con la legendaria Lori Goldston. Desde las primeras comunicaciones que tuvimos con ella, nos dejó muy en claro que, lo que buscaba, era una agenda sin días libres, en la cual, todos los días tuviera al menos una actividad relacionada con la creación musical, así que, nos pusimos a buscar como locos actividades que le pudieran resultar interesantes.
Logramos conseguir que Lori colaborara con varios músicos de la ciudad y tocara en varios lugares, al final, creo que la ciudad entera y en especial la comunidad musical se enriqueció enormemente con esta visita y es que, en la actitud de una leyenda uno puede reconocer las virtudes que hacen de la música una disciplina espiritual, más allá del estricto sentido psicodélico y metafísico que se revela en el sólo hecho de que exista algo viajando por el aire que tiene forma, color y textura y que a pesar de todo, sigue siendo invisible.
Recuerdo que hubo un show en específico, en un desaparecido foro ubicado en las 9 esquinas, en el cual, Lori decidió tocar en un patio abierto, acústico, sin ningún tipo de microfonía. Yo me acerqué a ella minutos antes de comenzar el show un poco alarmado porque el ruido de las cumbias(no rebajadas) de “La Victoria”, entraba por todos los poros de la vieja casona de Galeana 383. Le pregunté si no prefería entrar en el pequeño foro donde podríamos mitigar el ruido externo y quizás darle más solemnidad al acto. Lori despejó un mechón de cabello de su cara, me miró con unos ojos conciliadores y simplemente dijo. “Me gusta cuando es difícil”. Movió un par de perillas en el violonchelo y se afinó con la banda que sonaba a lo lejos y entonces comenzó a tocar.
Al minuto de haber comenzado su interpretación, nadie en aquel pequeño patio era capaz de escuchar el estruendo de la orquesta cumbiera. Aquel día experimenté de manera consciente la sublimación del espíritu, verdaderamente Lori logró hipnotizarnos y llevarnos a un territorio del sonido donde sólo existían las notas de su violonchelo, las cuales, se fundían con el resto de la realidad de una forma tan sutil y sofisticada que, daba la impresión de que toda realidad más allá de la presencia misma de aquellas notas en aquel espacio, hubiese desaparecido por completo.
Desde luego, la presencia de una leyenda no sólo inspira a las pulsiones más sublimes y profundas del espíritu humano, carga en todo momento una pesada historia y un cúmulo enorme de suposiciones y mitos subterráneos. Lori, no es la excepción y en su historia, reside un misterio intrigante que, se mantiene vivo gracias a la devoción y la euforia de la confundida generación de los 90´s.
Desde luego nadie quería preguntar nada al respecto, como una señal de respeto y solemnidad, además, Oby nos recomendó a todos que no fuéramos a hostigarla con preguntas incómodas acerca de una parte diminuta de lo que en realidad es una carrera mucho más extensa. Así que, a pesar de que nos mataba la curiosidad , no preguntamos nada. Hipotetizamos preguntas que le haríamos si llegaramos a tener la suficiente confianza, pero todas eran demasiado rebuscadas, específicas o simplemente intrascendentes. El único que tuvo el temple suficiente para hacer la pregunta precisa fue Enrique Blanc. Con sobriedad y elegancia al final de una entrevista impecable preguntó: -Y…¿cómo era Kurt?… -oh, he was a beautiful kid.- respondió Lori y entonces, esas palabras fueron suficientes. Nadie pensó de nuevo en preguntar nada más, no cabe duda que la pregunta adecuada es aquella que se puede contestar en una sola frase.
Lori se fue y prometió volver y entonces nosotros nos quedamos con un hueco por algunos días, como cuando un buen amigo tiene que ausentarse indefinidamente y uno sabe que lo va a extrañar y entre la pesadez de regresar a la rutina y el ocio de estar siempre buscando un tema desafiante, alguien de entre el gran equipo que se había reunido para aquella producción dijo: La próxima vez, deberíamos preguntarle acerca de Dylan Carlson, después de todo, el siempre ha sido el eterno implicado, sabías que fue él quién le dio la escopeta, y no sólo eso….
Y la disertación acerca de la hipótesis renovada se extendió durante horas. Oby amenizaba la velada con un playlist exquisito de Earth mientras la noche se consumía a sí misma como el mito a la verdad.