Entrevista con Mabe Fratti
Mabe Fratti es una cantante, multiinstrumentista y compositora guatemalteca que desde hace algunos años se ha afincado en México, volviéndose parte muy activa de la escena musical experimental del país, como parte de Amor Muere, con las talentosas Gibrana Cervantes, Concepción Huerta y Camille Mandoki, así como con infinidad de colaboraciones que han dejado huella y sobre todo con su carrera solista, la cual nos ha mostrado a una de las propuestas más sensibles y bellas que nos ha tocado escuchar de unos años a la fecha.
Este año, Mabe Fratti nos trae su segundo álbum: Será Que Ahora Podremos Entendernos, un disco en el cual la combinación de su voz, las cuerdas, los sintetizadores y las grabaciones de campo se entremezclan -como si de una alquimista se tratara- para lograr un álbum íntimo y conmovedor en el cual nos invita a reflexionar en torno a la fuerza y el vacío de las palabras y la comunicación en sí.
Es a propósito de este su nuevo lanzamiento, y su próxima visita a Guadalajara, que pudimos tener una entrevista con ella, para que nos hablara un poco acerca de la concepción del disco y de algunos otros temas en torno a su carrera.
Sin más, les dejamos la entrevista, y le agradecemos su tiempo y disposición.
¿Cómo se confeccionó a nivel creativo un disco tan versátil como Será Que Ahora Podremos Entendernos?
Fue muy abierto. Estaba pensando en cruzar las limitantes de cómo hacer un tipo de canciones o de cómo enfocar algún sentimiento. Todo el disco se trata de las diferentes formas de decir algo, de cómo las palabras si bien son eficientes en un sentido, también tienen este agujero de posibilidades. Pensé en que lo mismo podría pasar con las rolas, en vez de darle una redondez al disco de que fuera un todo muy parecido -lo cual estaría dado por el uso de las mismas herramientas- al mismo tiempo pensé en fluir dentro de las posibilidades y el no dejarme limitar por un sonido de la producción en general.
En Será Que Ahora Podremos Entendernos se transmite un rango emocional muy amplio y unas temáticas muy variadas. ¿Para ti crear música es una forma de sanar a nivel personal y de conectar -dado que el tema del álbum es el comunicarse- con otras personas?
En este caso, yo estaba en un proceso muy íntimo en el sentido de que al principio de la pandemia estaba muy ansiosa, y en cierto momento, por fin estaba teniendo ideas que me estaban gustando. Y bueno, hablaba con un amigo de los de Tajak acerca de cuando piensas algo y no puedes expresarlo en su totalidad; me sentí muy identificada con ello, siento que es un sentimiento muy común, muy humano. Pensaba en eso paralelo a mi propio proceso de sanación, y en el momento en que me sentí más tranquila, desde ahí empecé a crear, y no con la idea de conectar con la gente. A mí me gusta mucho balancear lo digerible y lo no digerible, tomando las decisiones más desde un lugar el cual yo siento, desde la intuición. Hay gente que por voluntad quiere ser disruptiva y que quiere que la gente se sienta incomoda, o todo lo contrario. En mi caso, es una cuestión puramente personal.
¿Cómo influyó un sitio como La Orduña -el sitio donde se creó y produjo el álbum- en la concepción misma del álbum?
Para mí la naturaleza está en el ADN humano, el verde, el escuchar los insectos, el aire puro, todo eso te da una paz. Es algo que te conecta -creo yo- con tu animal interno. Estaba en ese espacio, en el cual había un chingo de calor…
¡Y mosquitos, me imagino!
¡Uy! si, esas cosas…¿Cómo se llaman?… ¡los chaquistes! Esas cosas me picaron horrible. Eso no lo extraño, Jajajaja. Por otro lado, la fabrica donde nos estábamos quedando, había gallinas, había platanares, muchísimos tipos de insectos, sapos, nos cocinábamos todos los días… estábamos en un espacio de comunidad, con amigos hablando todo el tiempo, en un contexto de amistad y naturaleza. La Orduña está cerca de una reserva natural y en verdad que hay una biodiversidad fabulosa. Todo eso me puso en un estado de paz y eso me permitió fluir al momento de crear.
Dentro de este disco tan intenso, ¿Qué canciones te resultaron más fáciles o más difíciles de crear?
¡La primer canción salió en un día! fue la que partió el agua de hecho, y que fue donde me sentí preparada para hacer otro disco. Y la más difícil en términos de mezcla y producción fue «Inicio-Vinculo-Final». Tuve que tomar muchas decisiones de edición, de si le metía voz o no. Le tuve que dar muchas vueltas, la verdad.
¿En cuanto tiempo creaste el álbum desde su concepción hasta su producción?
El disco se hizo en tres meses, en total.
¿Quién lo produjo?
Yo lo produje totalmente. Me gusta mezclar. Es algo que considero muy creativo y de eso me suelo encargar yo. Hubo una co-producción de un tema, con Hugo Quezada, quien me ayudó con unos beats y unos sintetizadores.
Eres parte de un movimiento de música alejada de ciertos cánones habituales, más cercanos a la improvisación y experimentación. ¿Cómo ves el crecimiento de esta escena en México?
A mí fue lo que me inspiró a venirme aquí. En mi país no hay una comunidad de improvisación o tan clavada en la experimentación, y aquí se está generando algo muy locochón con todo ello y me llamó la atención; vine con todo el afán de aprender y me siento muy dichosa de haberme integrado, es algo que a mí se me hizo muy inspirador. Siento que es una comunidad que está muy armada y que sigue y seguirá, siendo más fuerte y robusta. Hay demasiada movida de esto desde hace un rato ya, tanto a nivel académico como a nivel más punketo.
¿Quiénes han sido una influencia o tus maestros en tu concepción de la música?
Una de las primeras personas con las que yo estuve cotorreando y que fue una persona muy importante para mí -y que me recomendaba conocer a otras tantas personas, conocer de esto y de aquello- fue Julian Bonequi. En un lugar llamado El77 en la Col. Juarez, conocí a Mito Del Desierto de Monterrey, quien se ha vuelto uno de mis mejores amigos para toda la vida. El me recomendó conocer a Gibrán Andrade, baterista de bandas punk y hardcore y que improvisa increíblemente. Estuve asistiendo a toquines muy seguido, y Gibrán se volvió mi sensei, lo veía una vez a la semana y hablábamos de música, de vocabulario, tuvimos largos diálogos de música enfocados en mi aprendizaje; de hecho, debería de retomar esas clases. Él, Rodrígo Ambriz, Camille Mandoki, Concepción Huerta, fui conociendo a mucha gente poco a poco y ahorita estoy rodeado de personas que me inspiran muchísimo, como mi pareja, que también es músico y que hace música loquísima, él también me inspira muchísimo. No sé, vivo rodeada de gente así, me siento afortunada.
¿Qué te ha dejado el formar parte de una agrupación como Amor Muere con mujeres tan talentosas y que tienen una forma de expresarse tan particular cada una?
Antes que nada somos demasiado amigas, nos inspiramos mucho desde el lugar musical y creativo, pero somos antes que nada, amigas. Eso fue lo fundamental. Cada vez que les hablo, siento mucha felicidad y tranquilidad. Es algo que va más allá de una chamba, de una actividad. Ahí también tengo otra comunidad.
¿Tienes otros intereses artísticos por medio de los cuales te gusta expresarte?
Dibujo, me gusta mucho dibujar, y también tengo mis ratos de escribir mis cosas, mis pensamientos. Tengo mis momentos. Ahorita tengo tantas cosas que hacer que necesito encontrar el espacio para hacerlas. Quiero hacer otro disco y quiero explorar más cosas; tengo un saxofón que quiero aprender a tocar… ¡Hay muchas cosas!
¿Cuáles son tus próximos planes?
Ya hice dos discos en colaboración que saldrán este año, y el próximo quiero sacar otro de solista, pero igualmente ando pensando en colaboraciones, lo cual es parte importante de lo que hago, lo cual siempre es divertidísimo para ambas partes.
*Fotografías por Denise Pimentel