Este es un álbum que solo pudo ser posible en esta época. En el 2011, hace una década, músicos congoleños pertenecientes a Konon No 1 y Kasai Allstars y músicos de tradición occidental, como Deerhoof, Skeletons, Wildbirds & Peacedrums y Juana Molina, emprendieron la travesía de unirse para mezclar sonidos e influencias de diversas formas: a la distancia, con sesiones en persona y por medio de algunas presentaciones. El álbum fue macerándose y cocinándose poco a poco durante toda la década siguiente, mediante post producción e intercambio de ideas a distancia.
El título de Where’s The One? hace referencia precisamente a una pregunta que surgía durante la creación del álbum. “The One” es el tiempo de apertura de cada compás que los músicos de rock occidentales tenían que encontrar para ubicarse dentro de la sonoridad tan rica y compleja que los músicos congoleños ofrecían a partir de su tradición musical. Todo un reto.
¿El resultado? Un disco tan caótico -y esto no es en absoluto malo- como estimulante. Una unión de diversos mundos musicales y concepciones, que se acercan entre si con distintos enfoques. Curioso resulta que a pesar de que muchos de esos temas partan de presentaciones en vivo y otros se hayan hecho en estudio, por lo energético del resultado, no se noten las diferencias. Musicalmente, es un largo álbum de 21 temas de experimentaciones electrónicas, intrincadas percusiones, inventivas guitarras e instrumentaciones poco habituales para el oido medio occidental, capas y más capas que rayan entre lo hipnótico, lo alucinante y lo bailable.
Resaltar un momento sobre otro resultaría ocioso en un experimento de este tipo donde la inventiva y los pasajes instruméntales son una constante. Aún así, podríamos hablar de momentos que son toda un a orgía instrumental como “Kule Kule Redux”, “Banza Banza” o “For Augustin” como buena muestra de las mezclas más intrincadas, o temas de una suave cadencia rítmica como “Resila” o «Ambulayi Tihaniye”.
Uno de los puntos más curiosos y por los que me acerqué a este álbum, fue por la variedad de definiciones que le daban a su propuesta musical, la cual iba desde etiquetarlo como World Music, Alternativo, Math Rock o Afrobeat, lo cual habla por un lado de lo diverso que puede llegar a ser la música, y por otro lado, de los puntos en común que podrían tener distintos géneros o propuestas de diversos puntos del globo, al margen de la evolución de instrumentos que se han ido heredando por generaciones.
Hace poco, en una entrevista con el músico, dj y locutor el Ale de la Portales, un especialista en música africana, me comentaba que el consideraba que la música más allá de géneros, era solo una. Este podría ser uno de esos discos que le dan la razón a esta aseveración.