Apenas nos estábamos reponiendo de la repentina muerte del totem Steve Albini (como bien le comenté a un amigo: me dolió su partida, siento que una parte de mi identidad musical se fue con él) cuando nos enteramos de la aparición de To All Trains, último lanzamiento de su banda Shellac, el cual sobreviene con otra aura dada la perdida de Albini.
Sin embargo, dándole la obligada escucha, nos encontramos con va más allá de ser el álbum póstumo del afamado productor. Shellac siempre ha sido una banda discreta, que se tomó las cosas con calma, lanzando álbumes de forma esporádica, lo cual le ha dado un estatus de culto, en parte por los integrantes, en parte por su propuesta, un rock de altos vuelos que en algo condensa los intereses de los involucrados de una forma cruda y minimalista y con una extraordinaria compenetración.
El álbum nos vuelve a mostrar el ya conocido entendimiento de la banda y su reconocible propuesta, sin embargo, hay en esta ocasión, una fuerza incombustible que parecía que por momentos se había debilitado en sus últimos álbumes, para regalarnos momentos de vértigo y emoción como cuando empezaban como banda; habiendo aquí una mayor sabiduría y las tablas que han dado todos estos años y que se reflejan en el manejo de los tiempos y las tensiones de una forma estupenda -escúchense si no, algunos tracks como «Wesnesday» o «Days are Dogs»-, sumado a lo conciso de los temas.
La visión particular en torno a la música rock que ha tenido la banda desde sus inicios y en especial Steve Albini, una visión sencilla, cruda y directa, sin sobrecargar el sonido y los instrumentos, y por supuesto, hermosanente producidos a través de herramientas analógicas, se hace palpable en el álbum, dando lugar a estupendos momentos, entre los que nos encontramos la inicial «WSOD» dónde la banda deja ver todo su poderío de forma explosiva, la trepidante y frenética «Chick New Wave», la muy divertida «Scrappers» o el estupendo cierre que da la irónica » I Don’t Fear Hell».
A través del minimalismo que llevan como bandera, todos los instrumentos logran lucir y aportar, sin embargo, la batería es la que lleva la pauta y el instrumento que a mi gusto, es el espíritu mismo del álbum. Por otro lado, uno de los grandes atributos de Shellac es su amplio dominio de distintas variantes del rock, llevado a sus propios terrenos y filosofía, dónde lo mismo tenemos atisbos de math rock, stoner, metal, punk, rock alternativo noventero, post punk a lo The Fall, o noise, pero siempre sonando a Shellac.
To All Trains es tristemente el fin de la banda, pero al mismo tiempo, el que remarca su legado, siendo el álbum que condensa y equilibra todo lo mejor que nos ofreció en su larga carrera.