Hipnóticos placeres para humanos apilados como tetris.

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*Fotografías por cortesía de Adriana Armenta.

El sábado 31 de agosto de 2024 tuvimos la oportunidad de presenciar de nueva cuenta a los exitosísimos Human Tetris en esta tan bella perla tapatía.

Para ser honesto, he perdido la cuenta de cuántas veces los he visto, ya sea combinados con alguna otra banda, o en festivales o como el día de hoy completamente solos, pero con un gigantesco repertorio. Y es que esta vez tuvimos la fortuna hasta de presenciar algunas rolas que parecen ser parte de un nuevo material próximo a ver la luz. Toda una noche memorable sin duda, como su disco Memorabilia.

El escenario para esta nueva visita es como ya podríamos sospechar el gran C3 Stage. El cuál, desde horas tempranas ya lucía semi lleno de una población de entusiastas jóvenes, nuevas generaciones de melancólicos irremediables. Está es una banda sin duda para la chaviza, pero también con una muestra de veteranos bien posicionados en el devenir musical.

Son unos diez minutos antes de las 9 y los chiflidos ya se dejan escuchar cuando Tonia Minaeva sale entre las penumbras a revisar algunas conexiones de sus instrumentos y todo el público se excita hasta el grito. Ella sorprendida y sonriente vuelve a su cueva.

Es entonces que da inicio su primera rola.

Is it me? Or is it someone else? I’m just some other man…

Clásico imperdible, es «Long Flight», la gente aplaude y los gritos se arrojan frente a un escenario sobrio. Blanco y negro con sólo luces blancas son lo que rodean a este trío enloquecido.

El público es en su mayoría jóvenes con pantalones anchos, camisas a rayas y gorras. Incluso acné se incrusta en sus nuevecitas caras. Su segunda canción termina con una tremenda ovación. Es «A Company», profunda y arrojada.

El bataco con playera blanca que con su suave cadencia va marcando la agridulce estética que nos envuelve. El look de los demás es por supuesto contrastante por sobrio y obscuro. Una amalgama interesante.

Pienso en estos contrastes y de pronto suena «I dont see ya anymoreee…» Es «Another Day», por supuesto. Un temazo y con esta canción el público corea y baila en un menear constante que de pronto se convierte en un zapatear serpentino y alucinante con el grito final

«Good evening Gdl» dice el vocal al término de estas canciones como para anunciar que esto es sólo el tentempié de bienvenida.

Sigo considerando que son sólo tres poderosos integrantes con un sonido que en su cuarta canción «Horizon» saca todas las palmas de sus bolsillos y el grito se manifiesta entre pieles de gallina y quijadas que se contraen de placer al terminar el tema con una guitarra estrujante. Y es que es una de esas canciones que bien podrían cerrar el concierto. La sala es una locura.

La quinta canción es más tranquila, ya que regresa a su clásico sonido más bien melancólico y basado en el bass. Batería constante que siempre absorbe la atmósfera de suave y bella tristeza. «Silhoute» nos da un cierre centrado y tranquilizador.

Es el turno de «The Hardest Feeling», clasicazo. Tranquis pero hipnótico. Este es uno de los temas más conocidos de la banda. Los brincos no se hacen esperar y un headbanging espontáneo ha dominado el escenario opacado sólo por el grito final del público cómplice.

«Melancholy» nos toma por sorpresa pues aquí comienzan a pisarle al acelerador de nuevo. Lentes y arracadas, playeras gigantes con estampados coloridos y estridentes, gorras y aretes masculinos, cabellos en modo arbusto que acapara toda la visión es parte del ofni que nos domina.

Entra Trier con ese rítmico bajo seguido de esos platos de batería que nos relajan en una mística preparando el siguiente asalto a la sobriedad. Se escucha entonces «She took my hope, she stole the daylight» hipnótica. Es fenomenal. Se llama «Ugly Night». El público hace efervescencia y los brincos retumban en el corazón de la tierra al ritmo de esa eterna guitarra.

Hay un cambio de instrumentos después de esta rola. Es entonces que un combo de seis nuevas canciones se hace presente entre los asistentes y para asombro de todos. 

Su música es breve pero impactante. Tienen un sonido que es mecedor. Nadie se resiste al encanto del suave ritmo que imprime en nuestros cuerpos y el contagio hasta lo más solitario de nuestras almas. Danza triste, danza con el mundo, danza con cada uno de nosotros. Esa es la definición de su nuevo sonido. Las primeras dos se llamaron «I am Here» y «Letter». 

Nuevos y viejos novios. Los grupos que componen la población están entrelazados entre las viejas generaciones y los más jóvenes. Pero todos parecen coincidir en que el nuevo postpunk unifica con la fuerza del malestar en la cultura. Todo lo que siempre nos estresa es precisamente aquello de lo cual nos han querido imponer a amar y el resultado es la tristeza de no poder lograr esas metas. Aquí jóvenes y adultos se hermanan en el sentimiento de melancolía. La melancolía es el sentimiento transgeneracional.

Human Tetris tiene una narrativa lenta que va construyendo una fiesta poco a poco hasta un breve orgasmo inesperado, ritmo de trabajo necesario que nadie quiere realmente hacer. Pero de pronto hay un momento clave de insospechada satisfacción y entonces se da: el placer aparece dentro de tanta cotidianeidad.

Va terminando «Home», de sus nuevos productos. Se abre paso entonces «City» y después «Your Laugh» nos engolosina. Qué están haciendo los emos del 2000 y por qué son postpunkeros? Me pregunto mientras saboreo tremendas primicias.

«Light room» nos domina entonces. Y con este tema finaliza la ronda de estrenos. Hay un breve cambio de instrumentos y el público piensa que ya se va a acabar y comienza el coro de huuuman, pero no se paran. Reanudan antes de que el coro se haga más fuerte. Abren entonces su endgame con «Day and Night».

De repente la favorita de todos se manifiesta «Things I Don’t Need» y el público es una explosión. Pareciera que con esa iban a cerrar pero no, la lucha continua y nadie se cansa de tanto esplendor. El bajo gigante siempre abarca y domina. Nos obliga a comulgar en su sentimiento.

La jornada se prolonga y no hay como un punto concreto de final. Ya va casi una hora con veinte y el escenario está intacto. El vigor es una virtud que pocas bandas pueden presumir. Aquí sobra.

«Pictures» nos da un nuevo aire de descanso pero a la vez en su final nos sacrifica de un placer que a todo mundo cautivó. «Bravery» es una genialidad. We were yoooooung se escucha saliendo de todas las bocas y el ambiente es un volcán que hace erupción en cada uno de nosotros.

«Warm Memory» nos ataca entonces inmisericorde y el público siente que el final se acerca. La guitarra es magnífica. Es una ejecución que no denota el cansancio al que seguramente están sometidos con semejante concierto. Esta rola nos está arrancando la piel a partir del minuto 2:35, el coro se lleva nuestras lágrimas y notas musicales en él.

El vocalista da un mensaje en inglés y agradece a gdl por una maravillosa ocasión más. Parece el encore del encore y comienza «Fade». Seguramente cierran con esa. Un vato cuarentón se tropieza conmigo y me la quiere hacer de pedo, entonces calculo el golpe y sé que ni siquiera lo verá venir, me río hacia mis adentros y mejor le digo salud. Pasa esta canción y al rato está con los vecinos. Brincando con un compa que decidió dejar a su novia unos minutos para brincar con él y apaciguarle su soledad. 

Entonces ‘Reminder» nos abraza dulcemente. Con esa última canción se despiden. Son casi 2 horas de tocar completo. Seguido y sin descanso. La guitarrista se acerca a arrojar las púas. Todo el mundo está satisfecho. Human Tetris es calidad sin duda alguna.