Era septiembre y era 1974 cuando empezó todo el proyecto que culminaría en uno de los 50 o 30 discos que SÍ o SÍ tienes que escuchar alguna vez en tu vida. Porque Bob Dylan es un artista que no deja de cambiar, que cada álbum nos presenta con su gran habilidad para describir las cosas en más de una forma, usando palabras y notas musicales, y en su 15avo. álbum enfocó su atención en lo que sea que sentía mientras sus relaciones importantes se desmoronaban.
Hubo algunas versiones extra de algunas de sus canciones, ya que la primera sesión de grabaciones no convenció del todo a gente cercana a Dylan y esto lo desconcertó al punto de re-grabar mucho del álbum, haciendo arreglos más perceptibles en la instrumentación, en las letras y en la «entrega» de algunas estrofas, haciendo énfasis en distintas sílabas que en la primera versión. Estos cambios quedaron en la versión final, pero con el tiempo aparecieron las versiones viejas en compilaciones de distintas ediciones de sencillos y rarezas, también hubo gente que compartía en foros sus propias versiones en formatos digitales para que nuevas generaciones de aficionados conocieran ambas versiones del álbum.
En cuanto al contenido del álbum, musicalmente es una magnífica obra que con los siguientes años inspiró a tantos músicos a lo acústico y melódico, orientado a las montañas y al canto del bosque. Siendo Dylan, lo esperado es que la letra se convierta en un túnel que te lleva a vivir la historia lo más cercano posible que te pueda acercar la música, y el tema que abunda en Blood On The Tracks es la pérdida del amor, las de manera abrupta y las lentas también.
Las personas cercanas a Dylan, como su hijo Jakob, creen que el personaje principal de mucho del álbum fue Sara Dylan, ya que el sabor a melancolía parece apuntar al amargo decaer de su matrimonio.
Ha sido acusado de tener la dinámica «yo pongo el cuerno y después me hago la víctima» por la manera en que sus biógrafos consideran que terminó el matrimonio con Sara, pero las declaraciones de Bob Dylan al respecto del álbum parecen indicar que se trata de una recopilación de enseñanzas acerca del final de una relación profunda y significativa, y sin tener una protagonista en específico sí se alimenta de lo vivido en las relaciones de importancia.
Cuando me entero de que alguien que conozco está en su etapa Blood On The Tracks no puedo evitar preguntar «we ¿estás bien?» porque uno nunca sabe si se está identificando demasiado al punto de necesitar platicar con un amigo. Aunque en realidad, todas las personas que amamos este álbum sabemos que escucharlo se siente exactamente así, como platicar con un buen amigo sobre aquella vez que metiste la pata y la vida te dio una sacudida.