Mano Negra y Maradona
En el año 1992 la compañía francesa de teatro callejero Royal de Luxe y la extinta banda Mano Negra, liderada por Manu Chao, se unieron para hacer una serie de representaciones en América Latina. Abordaron un barco llamado “Le Melquiades” rumbo a Caracas, dando con ello el inicio de su aventura denominada “Cargo 92”.
¿Quién iba a imaginar que durante aquella gira la banda se iba a separar y grabarían su último disco Casa Babylon ? Del cuál por cierto, surge la canción “Santa Maradona” en honor al astro argentino. Pero no sería la última canción sobre Diego, compuesta por una de las esencias más fuertes de Mano Negra; “La vida tómbola” de Manu Chao, ya como solista, procede de su cuarto álbum títulado La Radiolina en homenaje al admirado futbolista, de la que por cierto se puede apreciar una versión acústica en el documental Maradona de Emir Kusturica, donde Manu en plena calle la interpreta para Diego. Esta admiración a veces excesiva hacía la figura de Maradona ha hecho que el fanatismo se desborde, un ejemplo de ello es la creación de la Iglesia Maradoniana, en la que se le rinde culto al futbolista parodiando rituales y oraciones de la Iglesia Católica. Tal vez será que a todos los que nos gusta el buen futbol creemos, aunque sea de manera inconsciente, en una nueva teoría psiquiatrica como la que menciona Kusturica en su documental, donde afirma que después del instinto de supervivencia y de la reproducción de la especie de Freud y Jung respectivamente, surge: “La influencia del juego de Maradona como tercer instinto primordial que guía a la humanidad”. Y es que Independientemente del conflicto y la tensión que hubo en la Guerra de Malvinas entre Argentina e Inglaterra ¿quién no se emociona al ver el llamado Gol del Siglo en el mundial de México 86? Maradona es un ser humano que como todos se ha equivocado más de una vez en la vida ( aunque para muchos esto no resulte obvio) tal y cómo lo retrata Kusturica, sin embargo, todo el mito que surge alrededor de él, lejos de lo que ha sido como persona, su adicción a la cocaína por ejemplo, le ha valido la admiración y el homenaje de millones en todo el planeta. A mí me gusta ver sus goles acompañado de la energía que se despliega de la emoción de locutores deportivos, porras y esa mezcla entre hip hop y rock que rodea y se apodera de la canción «Santa Maradona» de Mano Negra, aunque tanto el jugador como la banda se hayan retirado casi en el mismo año (1994 último mundial de Diego y 1995 separación definitiva de Mano Negra ) los disfruto y pienso en cierta divinidad y permanencia de ambos, mientras guían un instinto primordial que me domina por un instante. A veces pienso que en el fondo toda esta experiencia de placer y nostalgia, quizá tenga un halo de locura, pero también creo que mientras no me haga adepto a la Iglesia Maradoniana todo seguirá estando bien.