El dúo californiano Girlpool a pesar de tener una trayectoria muy corta y relativamente discreta, (dos discos y un EP desde el 2014) ha tenido una fina y muy notable evolución dentro de sus lineamientos folk de influencia punk.
En este su segundo LP: Powerplant, robustecen un poco más su sonido, al añadir dentro de su formación al baterista Miles Winter, decisión que en un principio podría parecer un tanto controversial, al ser la ausencia de este instrumento uno de los aspectos más reconocibles en su música; sin embargo, ésta no ha perdido identidad, sino que reafirmó su esencia a través de nuevos caminos, incluso desde sus letras que, aunque siguen siendo introspectivas, tienen un tono menos directo que en su anterior álbum.
Cleo Tucker y Harmony Tividad demuestran una vez más que hay una sinergia muy natural en la forma como componen y proyectan su música; sus voces lucen armoniosas, sus melodías transcurren sin prisa llevándonos por caminos de feliz melancolía, contrapunteadas por distorsiones limpias pero con intensidad. Así mismo, sus canciones mantienen esa estructura punk de corta duración, pero lo que en los Ramones se definía como un putazo de energía, en su caso son apasionantes retratos cortos de sus emociones diarias. Mantienen al mismo tiempo cierta herencia de Elliott Smith o The Breeders (incluso hasta las de culto The Shaggs) en su espíritu, sin recurrir burdamente a su influencia, gracias al talento de un par de compositoras con las ideas muy claras.
Difícil anteponer una canción a otra en el álbum, pues todas mantienen una unidad y al mismo tiempo, cada una tiene hallazgos y sorpresas. Por poner algunos ejemplos: la abridora “123”, el primer track que se lanzó y que precisamente sorprendió por el uso de la batería, y que tiene un videoclip bastante lindo, o “Sleepless”, la cual incursionan dentro de cierta estructura shoegaze; o la muy melódica “Corner Store”, la cual tiene un rompimiento salvaje y atronador para volver a calmar las aguas; “Powerplant”, la canción, dentro de su amable melodía se hace acompañar de un bonito piano y un cierre con una discreta distorsión.
Un disco corto (Apenas media hora de duración), pero altamente disfrutable.
Minimalismo punk de cadencia folk. Y lo dicho, otra discreta joya en la todavía muy joven carrera del grupo.