Con el paso del tiempo, se ha ido disipando el recuerdo de que fue primero para mí, el leer la muy recomendable novela Rompepistas de Kiko Amat, o el escuchar a Generation X y su primer álbum homónimo. Esto lo comento pues en la citada lectura, donde se habla de la difícil transición de la adolescencia al ritmo de la calle y el punk rock, uno de las bandas más citadas, sino es que la que más, era Generation X.
Posiblemente esta banda sea uno de los más subestimadas de la explosión punk rock inglesa, (considerados un grupo menor en cuestión de trascendencia) esto en parte porque en la época su música, aunque guardaba esa simpleza y espontaneidad de sus contemporáneos, poco tenía que ver con los politizados The Clash o los anárquicos Sex Pistols, siendo su referente más apegado The Buzzcocks, aunque su sonido era aún más limpio, era igualmente pegajoso; a comparación de otras bandas sucias y desprolijas, eran demasiado aseados y bonitos y, otro detalle que los alejaba del resto, era que sus letras nada tenían que ver con lo que vociferaban sus contemporáneos (y que los hacía ver ante los ojos de los demás un tanto superficiales). A todas estas particularidades que tenía el grupo, añadámosle que tiempo después, su cantante Billy Idol emprendió una carrera más cercana al pop para que la historia los terminara de hacer un poco de lado. Pero he ahí que me gustaría rescatar este disco (el primero que lanzaron) al que considero una verdadera y muy divertida joya.
Pioneros del pop-punk, Generation X (quienes tomaron su nombre de un libro de sociología lanzado en 1965) lanzaron su homónimo álbum debut el 17 de marzo de 1978, uno de los discos más directos y nítidos musicalmente de la generación punk, lleno de energía adolescente, con ese matiz simple y optimista, que visto en retrospectiva encapsula maravillosamente una etapa de vivencias y búsqueda de pertenencia. El propio Billy Ido citó al respecto: «Estábamos tratando de comunicar nuestras experiencias de una manera romántica pero realista, en lugar de gritar agravios como era la moda en ese momento»
Aunque todo el disco no tiene desperdicio alguno, hay temas que sobresalen y algunos pueden considerarse verdaderos himnos punk, entre esos temas encontramos la abridora “From The Heart”, la callejera “One Hundred Punks”, el sencillo con el que despegaron “Ready Steady Go”, la estupenda “Promises Promises” o la balada “Kiss Me Deadly”.
Como comenté en un principio, tal vez nunca recordaré que fue primero, si Rompepistas o Generation X. Lo que sí es un hecho es que ambas se me hacen un ente indisoluble, pero con un valor individual muy grande; cada una retrata a su manera y a su tiempo, esa etapa que para muchos nos resulta convulsa y difícil, pero igualmente divertida y reveladora, esa época donde la música muchas veces representaba un bálsamo: la adolescencia.
Celebremos pues, un disco que cumple 40 años, pero que a pesar de la edad (y tal vez por esa celebración propia de la adolescencia) sigue sonando fresco y divertido.