The Residents ha sido uno de los grupos más extraños e iconoclastas que ha dado la música. Experimentales a su manera, inusuales como pocos. Dentro de su amplia y singular discografía hay un disco que cumple este año su 40 aniversario.
Señalado habitualmente como uno de sus lanzamientos más accesibles, Duck Stab se lanzó primero como un EP de siete canciones, el cual posteriormente se combinó con Buster & Glen en un disco de larga duración. Aún con la idea que se tiene de este LP, no es un disco fácil, pero si por momentos más simpático y amigable de los que habían sacado hasta ese momento; y es que un disco con una atmósfera tan insana y retorcida no puede ser algo totalmente accesible.
Duck Stab / Buster and Glen siempre me ha parecido una especie de soundtrack de los días en un hospital psiquiátrico. Melodías subvertidas constantemente mediante instrumentaciones atonales y desafinadas que parecen ser cantadas por esos cartoons de los años 30’s hiperquinéticos que nos transportan a una fantasía animada multicolor, que incluso por momentos se torna siniestra y de pesadilla.
En el mismo trabajo hay lo que pudiera parecer canciones de cuna, mantras con ositos de peluche como sacrificio, visitas en grupo a la sala de electroshocks o una fiesta infantil con los internos pasándosela de lo lindo (como en la estupenda película One Flew Over the Cuckoo’s Nest) y hasta un oscuro funeral, camisas de fuerza incluida.
Un disco que puede no ser del agrado de muchos por lo bizarro y sin sentido que por momentos se torna, pero que, si se sabe por dónde entrarle, es una verdadera y reveladora joya. Si no, hay que preguntarle a Les Claypool, quien debe ser uno de los músicos que mayor influencia han tenido del legado de Residents en general y de Duck Stab / Buster and Glen en particular.