Estaba escuchando a Bob Dylan y me acordé de ti.
Pensé en aquella tarde caminando por la av. Revolución. Tu no lo sabes, pero “I Want You” sonaba en mi mente mientras tu cabello se movía de un lado a otro durante tu caminar.
Dylan estuvo ahí ese día, sentado con nosotros mientras la malteada que había comprado para ti bajaba su nivel.
Cuando sacaste la cajetilla de cigarros y encendiste uno, el día se tornó oscuro y nuestro tiempo era el indicado. Lo vi en tu vida, lo vi en tus ojos.
Bob Dylan recorrió con nosotros las banquetas y escuchaba nuestras pláticas, y sonreía con nosotros, y nos dijo cuál sería la pipa perfecta para marcar nuestras iniciales en ella.
En nuestra primer gran discusión, Dylan reprodujo la aclamada “It’s All Over Now, Baby Blue” y ahí me senté con él, pero no quiso mi compañía. Se paró y se fue.
Bob Dylan es el puñal en el corazón que dejamos ahí para evitar desangrarnos, la verdad incómoda que escondemos dentro de la caja que dejamos bañarse en polvo, el rastrillo que corta nuestra piel al momento de afeitarnos; las millas que recorremos antes de llegar a convertirnos en hombres.
Bob Dylan es la voz desolada que grita desde el precipicio pidiendo auxilio; Dylan es la banda sonora de nuestras vidas en los días de música triste, las manos temblorosas antes de escribir un texto que tendrá como respuesta un mensaje que palpitará nuestro corazón.
Bob Dylan es la mano que señala, el oído que no escucha, el ojo que no ve, el vagabundo que se recuesta sobre la acera escuchando las historias de los ciudadanos de una civilización incivilizada.
Dylan es quien sopla las armónicas y mueve el viento. Bob Dylan es quien está en medio del (tic)-tac-(tic)-tac-(tic)-tac- del reloj colgado en la pared.
Bob Dylan es el sujeto en quien pensamos cuando estamos al borde del abismo y la única compañía con la que contamos es un celular con música de Bob.
Dylan sin la música seguiría siendo Dylan, pero la música sin Dylan no sería música.
Dylan no nos va a sacar del abismo, al contrario; sus letras nos dan ese empujoncito hacia el agujero del cual queremos escapar, pero también es la música de Dylan la que nos da esa fuerza para agarrarnos de lo que podamos para escabullirnos de ese oscuro lugar.
Bob Dylan es ese sujeto rudo que no lleva tatuajes, ni armas; solo su guitarra y su armónica.
Bob Dylan no es un puto Beatle.
Bob Dylan es un puto punk.
Bob Dylan es contracultura.
Bob Dylan es poesía.
Bob Dylan es literatura.
Bob Dylan no está en peligro, Bob Dylan es el peligro.
Un tipo abre su puerta y le disparan. ¿Tú crees que ese tipo es Dylan? No. Bob Dylan es el que llama a la puerta.
Y si Bob Dylan es especial para mí, tú lo eres más.