Lo que en un principio parecía un caprichoso proyecto de los dos involucrados en el mismo: Les Claypool y Sean Lennon, (asociación que nos había dado un muy buen primer álbum, el Monolith Of Phobos y un singular EP de covers de temas progresivos: Lime & Limpid Green) parece que ha tomado una importancia por encima de un proyecto alterno, al lanzarse el segundo LP de la agrupación: South Of Reality.
Este segundo disco va más allá de lo que nos dejó su anterior lanzamiento y que fue su carta de presentación, pues si bien sigue habiendo rasgos característicos de cada uno de los proyectos principales de ambos músicos, en esta ocasión, se siente una mayor compenetración dando como resultado un sonido que ha madurado, perfilando a la agrupación como un ente que vale la pena por sí mismo, dejando el particular bagaje de cada integrante como algo que queda en segundo plano en pos de un pleno y natural desarrollo artístico de la obra en sí, poniendo el ejemplo de lo que deberían de ser los llamados (petulantemente, hay que decirlo) “supergrupos”, que muchas de las veces, solo queda en una conjunción de egos con resultados bastante medianos.
Y es que través de los nueve temas que conforman South Of Reality, de The Claypool Lennon Delirium hay un compromiso por expandir una propuesta cuyos pilares se sustentan en la psicodelia y el rock progresivo.
Un disco que se deja escuchar de principio a fin dados los distintos giros instrumentales que nos otorgan, comandados en su mayor parte por Sean Lennon, pero con el inconmensurable acompañamiento del bajo de Les en todo momento ensamblándose a la perfección. Difícil elegir un tema sobre otro, pero si me preguntan me quedaría con la inicial “Little Fishes” que, a mi gusto, define mucho de lo que he hablado, la muy progresiva “Boriska” y su espectacular cierre, o la oriental y psicodelia “Cricket Chronicles Revisited: Pt. 1, Ask Your Doctor – Pt. 2, Psyde Effects”.
Un álbum ejecutado con brillantez desde la producción e instrumentación y que confirma a un proyecto que, de inicio sonaba como una extravagancia, pero que ha resultado algo mucho más enfocado y propositivo.