Había varias razones por las que no me quería perder el toquín de esa noche, aparte de la desconexión que he tenido en lo que va del año de algunos eventos musicales y la cual quería desquitar (tan solo) un poco: la visita después de casi dos años y medio de Lorelle Meets the Obsolete con nuevo y flamante disco bajo el brazo, con el acompañamiento de lujo de Chivo Negro (los cuales han tenido bastante actividad de un tiempo para acá), y Camedor, un músico que hasta ese día no había tenido el gusto de conocer. Por otro lado, quería experimentar como se adaptaba un lugar como el Laboratorio Sensorial a este tipo de eventos, pues al mismo solo había acudido para algunas pequeñas exposiciones.
Aunque mi novia y yo no llegamos desde el inicio, pudimos escuchar buena parte de la presentación de Camedor, el cual me dejó un buen sabor de boca con su evocativa música, que a través de experimentaciones sonoras transportaba a los asistentes por sus recovecos, texturas y patrones minimalistas. “¡Que viajezote!” se escucharía por ahí al final de su presentación. Otro punto que me gustaría resaltar, es que aun cuando era el abridor, había una pequeña pero decente audiencia, muy al contrario de otros eventos que he ido y que el grupo abridor cuenta con solo dos o tres despistados. Todavía hay público al cual le gusta descubrir nuevas propuestas y eso da gusto.
Después de una pequeña pausa, en la cual me encontré a varios buenos amigos, tomaron el pequeño escenario Chivo Negro, ese trio poderosísimo y denso, que ejecutan un estilo que transcurre entre el stoner rock, el doom y el drone; y con el cual se están haciendo poco a poco de un nombre en la escena, llenando un hueco que parece que siempre estuvo esperando por ellos. Su estilo puede no ser para todo el mundo debido a la estética de los géneros que practican, en parte desprovistos de variaciones armónicas, pero su calidad y presencia es innegable.
Después, vendría el plato fuerte de la noche con LMTO, un grupo que ha labrado una notable carrera al margen de los medios, grabando discos que cada año se sitúan entre lo más alto de las listas de su género, girando en festivales y sitios de renombre prácticamente inimaginables para otros surgidos en México, y que con una creciente y fiel base de fans, se han vuelto una verdadera banda de culto.
Con el acompañamiento de Camedor en los teclados, su delicioso e impecable Shoegaze y rock psicodélico se dejó escuchar nota por nota, dando un repaso a su carrera, la cual ha alcanzado cotas de madurez y crecimiento que se han ido reflejando álbum tras álbum, y que alcanzan un punto por demás interesante en su último disco Balance (no por nada el nombre del mismo). Por momentos el sonido no era el adecuado para que luciera su música y eso hacía que el grupo por momentos pareciera no sentirse cómodo, aunque al final esos detalles no demeritarían su entrega y el nivel de la presentación, con una Lorena Quintanilla desbordada y con un dominio escénico cada vez mayor.
Aunque la presentación del grupo prácticamente fue corta (regresando con un pequeño encore) los hijos pródigos habían cumplido y la gente estaba más que satisfecha. Fue una noche de sonidos psicodélicos, densos, frescos y poderosos. El evento en términos generales fue bastante bueno y el Laboratorio Sensorial (con todo y que se les acabo la cerveza en algún punto de la noche, cuando más calor se generaba) me representó una buena opción para eventos de ese tenor. Esperemos que los productores del evento se sigan animando a traer propuestas y eventos de este calibre y se siga creyendo en una escena que tiene muy buenas propuestas por ahí, esperando a ser escuchadas.
*Agradezco enormemente a mi novia Vala Belain por las fotografías tomadas con la cámara de su móvil, (para variar se nos olvidó la reflex) hoy fue una muy buena emisaria de la lente.