Entrevista a Alejandro González Castillo.
En esta ocasión nuestro melómano es un personaje conocido dentro del ámbito del periodismo musical. Desde hace más de quince años ha escrito en las revistas especializadas en música más importantes de México y en algunas cuantas de España (Zona de Obras) y Estados Unidos (La Banda Elástica). Igualmente ha firmado en diarios mexicanos (La Razón) y chilenos (La Tercera, El Mercurio) además de colaborar en compilados de cuento cuyo fundamento es la música (Rock para leer, Encore) y en antologías de investigación musical de diversa índole (Rock en salsa verde, Cuerdas extrañas).
Del mismo modo ha aparecido en publicaciones como Proceso, Círculo Mixup, Playboy, Vice, Monitor Latino y Tierra Adentro, y por diez años le dio vida a las columnas Distor y Audiciones Adictivas, en music:life y Home:tech, respectivamente.
Fue coordinador de los libros “100 discos esenciales del rock mexicano” y “El rock también se escribe”. Es autor de “Manual de carroña”. Sin más, dejemos que él mismo nos cuente todo acerca de su colección privada y cómo vive la música. De antemano muchísimas gracias por su tiempo y disposición.
¿Quién es Alejandro González Castillo y cuál es su relación con la música, aparte del coleccionismo?
Nunca me he considerado un coleccionista, al menos no serio, tengo amigos que están locos y tienen muchísimos discos. Yo tengo los básicos con los que puedo funcionar día a día y ahora con las plataformas de streaming, todo eso se ha movido, sin embargo, sí acepto que tengo varios.
Me encantan los soportes físicos, el fetiche de tener las cosas, los discos en especial son muy padres, no me considero coleccionista, pero si tengo una relación muy profunda con la música, me gusta escucharla todos los días y vivo con canciones. Desde que era muy niño me enamoré de la música y actualmente de alguna u otra manera, vivo gracias a ella porque ejerzo el periodismo enfocado a la música, entonces digamos que profesionalmente tengo que estar pegado a ella más allá del gozo. Esa fundamentalmente es la relación que tengo con la música.
¿Cómo te iniciaste en el coleccionismo?
Comencé a escuchar música con mayor formalidad cuando conocí el rock. Cuando tenía como quince años iba en la secundaria, pasando a la prepa, y encontré un mundo desconocido, lo que me permitía encontrarme conmigo mismo de una forma que desconocía y también de alguna u otra manera me ayudó a integrarme con otras personas. Fue como una especie de droga que me relajaba y me permitían crear interconexiones con los demás. Al mismo tiempo estuve aprendiendo a tocar la guitarra y se expandió también mucho la manera en la que me desarrollaba con mi entorno y conmigo mismo, esto fue fundamentalmente gracias a mi papá que empezó a escuchar rock, él tocaba en un grupo cuando era joven y eso fue determinante en mi caso porque había muchos discos de rock en la casa. Mi mamá también escuchaba mucha música de otro tipo la cuál fue una clase de música que fui apreciando con el tiempo, pero de entrada fue gracias a los discos que había en la casa por mi papá.
¿Cuál fue el primer álbum que obtuviste por tu cuenta?
Pues «por mi cuenta”, -y así entrecomillado- recuerdo que mi mamá me llevó a un tianguis que se pone en la esquina de de donde vivíamos y me dio una cantidad de dinero y me dijo: «para que lo gastes en lo que quieras»; tendría como diez años de edad y encontré tirado en el piso un disco de Queen, el del soundtrack de la película Flash Gordon. Ni sabía quién era Flash Gordon, ni sabía quién era Queen, fue una compra que hice a ciegas y me gusto, intuí que era como algo de superhéroes y pues sí, le atiné, jajaja y me gusto mucho el disco, lo usaba para jugar, ponían mis juguetes en el piso y ponía al girar el disco al mismo tiempo y así era como el soundtrack en directo. Sin embargo, creo que el primer disco que de verdad yo me compré fue el Canción Animal de Soda Stereo, en 1990, ese fue el primero que me compré con mi dinero.
¿A cuántos álbumes asciende tu colección?
Alguna vez hice un calculo aéreo. La verdad, te mentiría si te dijera, pero es como te decía… no quiero tener tantos, no considero tener demasiados en realidad. Hace casi diez años que me mudé de casa, cuando lo hice me deshice de muchísimos discos, de unos doscientos. Hice una evaluación de lo que iba a escuchar en el futuro y me quedé con los que de verdad me gustaban muchísimo y que sabía que iba a escuchar, ya considerando que existen plataformas y que todo está en la red o que el objeto simboliza algo muy importante en mi pasado. No tengo idea de cuantos tenga, pero tengo CD’s, viniles y algunos cuantos cassettes. Tenía más cassettes, me parece que mi mama en algún momento agarró valor y me los tiro, pero un día me encontré un lotecito de cassettes en la basura de un vecindario y son los que tengo hasta ahorita, prácticamente tengo toda la colección de los Beatles y de los Rolling Stones en cassettes; cds no sé no sé cuántos tenga, y viniles si tengo poquitos, unos cien tal vez.
¿Qué tendencia musical hay en tu colección?
Hay de todo, como me formé en los años noventa, hay mucha música de esa década, pero lo que más aprecio son las cosas que tengo de los Beatles, tanto del grupo como solistas, entonces me gusta presumir lo que tengo tengo, que son todos los lanzamientos oficiales ingleses -me gustan mucho también las ediciones mexicanas- entonces creo que eso sobresaldría. Los discos que más me gustan de McCartney por ejemplo los tengo en CD, en vinil y si mi bolsillo me lo permite, pues me compro la edición inglesa, la edición gabacha, que tienen detallitos extras. En algún tiempo pensé que podría convertirme en un coleccionista completista de los Beatles pero es imposible, se requiere ser millonario; tengo lo básico y creo que eso es lo que predominaría. También tengo cosas de los Rolling Stones que me gustan mucho también, mucho rock de los sesenta, Cream, Jimi Hendrix, The Zombies, The Animals, The Yardbirds, The Who, toda esa onda de pop inglesa clásica.
¿Cuánto es lo más que has pagado o pagarías por un álbum?
Fijate que no mido las cosas, sobre todo cuando hablamos de bienes culturales que me provocan alivio, no me preocupo demasiado en lo que cuesta. A mi me parece incluso que un cassette, un cd, una edición normal, es una mentada de madre para la economía mexicana en general, siempre son caros, es un lujo a veces tenerlos. Cualquier disco que te hagas siendo un mexicano promedio es un Orale! Si te haces de un disco, si lo traduces en comidas corridas, pues ya comes cuatro días, es así. Considerando esto, es que hace poco que compré la caja de John Lennon, la Plastic Ono Band, con todos los ensayos, tomas alternas, nuevos mixes, un libro muy chulo con mucha información. Me hice de esa caja en un momento muy difícil en lo económico, quizás no es tan cara, pero por las circunstancias que estamos viviendo en el país, donde no hay mucho trabajo, pues si significó un esfuerzo mayúsculo. En ese sentido puedo decirte que es el que más más me ha costado. Otros los he comprado en situaciones más holgadas. Creo que todo es un asunto de contexto, a eso me quiero referir.
¿Cuál es el disco más entrañable que tienes?
Pues sí es una respuesta súper complicada. En esa mudanza que te platicaba, tuve que deshacerme de cosas que para mí no significaban demasiado, entonces prácticamente todos los discos que tengo tienen, más allá de su contenido, de su sonido, lo que son en sí como obra de arte, me traen recuerdos padres, por algo están ahí en mi casa ocupando espacio. Te diría los que se me ocurren ahorita, como por ejemplo, le tengo un cariño mucho muy especial a Flaming Pie de Paul McCartney, por el momento en el que llegó a mi vida, por la gente con la que he compartido el disco también y no se, siento que es un trabajo atemporal, cuando vuelvo a él me dice cosas de mi presente siempre, siempre. Paul McCartney metió gol ahí conmigo, es un disco que quiero muchísimo. El de Lennon, Plastic Ono Band lo escuché muchísimas veces durante muchos años. Lo deje descansar también mucho tiempo y ahora que vuelvo a él ha sido una experiencia inmersiva que me ha durado muchos días y estoy súper contento. Le tengo también mucho cariño a ese disco; describe mucho quién fuí y sorprendentemente sigue hablándome en el presente; en ese rol las letras de Bob Dylan todo el tiempo están refiriéndose a mí y los clásicos que todos escuchamos por todas partes regularmente me hablan; pensaría Caifanes por ejemplo, que siempre que me topo con una canción de ellos me abstraigo un poquito, no puedo evitar analizarla, recordar cómo era cuando salió tal disco, tal canción de ellos y como ha sido mi relación con la banda, como he ido cambiando con el paso del tiempo, y así hay un chorro de discos, hay unos que los quiero porque los tuve desde muy joven como ese que te contaba de Soda Stereo, o el primer disco de Maná también le tengo mucho afecto por lo que me recuerda, y hoy día estoy viviendo como un momento de desapego. Escucho quizá más música que nunca -me refiero a música nueva-, todo el día estoy escuchando canciones nuevas y no sé cómo vaya a recordar este época en el futuro porque no tengo un apego físico, me parece que estoy flotando en el espacio; también es interesante esa experiencia. Es la música en estado puro.
¿Cuál es la mayor rareza?
Llegué a tener los demos de Café Tacuba, por ejemplo, que salieron en su momento y los compré en el Chopo, tengo los demos de Austin TV, tengo un demo de Carla Morrison, cosas bien raras que en el camino me fueron cayendo y por fortuna no me deshago de ellos, entonces ahí las tengo; no soy tan apegado de estar buscando un disco raro, más bien con los años me los voy encontrando, caminando por la calle. Por ejemplo, tengo un disco doble de Paul McCartney que se llama Twin Freaks, que no es tan raro, pero tampoco lo hallas en cada esquina, pero lo sorprendente fue lo que me costó. Lo compré en un tianguis y estaba cerrado. No lo podía creer cuando llegue con él a mi casa; me lo dieron a un precio ridículo y es un disco que vale muchísimo más que eso; quizá podría hablar de estos casos.
¿Qué disco es todavía objeto de deseo?
¿Sabes que me encantaría tener? ¡la caja de Mellon Collie and the Infinite Sadness de los The Smashing Pumpkins! La veo y me dan más ganas de abrirla, tenerla; también hace poco encontré con la caja de Let it Bleed de los The Rolling Stones, que también se ve que está bien chida. Esa de los Smashing porque cuando estaba yo muy joven ansiaba cosas que nunca pude tener y esa es una de esas cosas. También hay una cajita de lo banda que se llama The Aeroplane Flies High y es una maletita con discos, que incluso tiene su agarradera. Es de madera dura y está forrada como en una espiral a blanco y negro… ¡Woo! ¡qué chida está!y son las sesiones del Mellon Collie, precisamente. Esas dos se me ocurren, pero vaya, siempre que vas a una tienda de discos la caja quieres algo. La caja de Smile de Brian Wilson también me gustaría tenerla. Un resto de discos… ¡no acabas!
Me gustaría tener también el vinil el Odessey and Oracle de The Zombies, un disco del sesenta y ocho. Nunca he tenido en mis manos una copia de ese vinil. La portada está muy bonita y escuchar eso y verlo girar ha de ser una experiencia muy padre.
¿Tienes álbumes dentro de tu colección que no te gusten o los tengas por otros motivos?
Si… fíjate que tuve que pensarlo mucho. Pensé que no era mi caso, pero sí tengo varios ¿y sabes de qué son? de amigos que tocan y que me regalan sus discos y que la neta no me gustan, pero los guardo porque ellos sí me agradan. Las personas que lo hicieron son mis amigos, pero no siempre las canciones que hacen me prenden, y supongo que eso se ha de repetir al revés, porque yo también llegué a tocar y regalé mis discos, y seguro mucha gente los tiene y dicen: que feas rolas, pero bueno… quien las hizo no era tan mala onda, jajajaja. Esos discos además los tengo todos juntos en una cajita. Los que no me gustan cómo suenan, pero me gusta quien me los regaló.
¿El último que adquiriste?
Ese que te conté en la caja de John Lennon, The Plastic Ono Band, que trae todo lo relativo a ese álbum, varios discos y blue-ray, y anteriormente me había hecho de un paquetito de Cd’s que compré en un tianguis, con Stereolab, Slowdive, un soundtrack de una película que hizo Paul McCartney en los sesenta. También había como seis discos entre los que estaba 4 Non Blondes, que también me trae muchos recuerdos de la secundaria. Esos son los últimos que he comprado.
¿Alguna manía o fijación que tengas con tus discos?
Los cuido mucho. Bastantes de mis discos están en en su bolsita original de celofán, incluso unos hasta con el precio, jajaja, entonces sí está de locos eso, ahí sí acepto que debe ser la manifestación de alguna patología oculta mía. Sí procuro que se vean nuevos, los cuido muchísimo, no me gusta que las cajas de los Cd’s estén rotas o que les falten dientes, que las bisagras están descompuestas, los viniles no me gusta que se lastimen de las esquinas. Sí soy cuidadoso con eso, me gusta que se vean bien, como nuevos.