El mérito de la simpleza artística

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En el arte, como en casi todo, hay muchas maneras de hacer las cosas y no solo una es la correcta. Específicamente en la música, existen mezclas infinitas de elementos que derivan en la misma cantidad de resultados posibles al momento de crearla: melodía, letra, velocidad, intensidad, profundidad, calidez, etc. Si bien esto crea un sinfín de posibles resultados, a grandes rasgos se podría hacer la siguiente distinción (una de tantas): Existe la música simple y la música compleja. Son estos polos, específicamente el de la simpleza, los que me interesan el día de hoy.

Luca Prodan, en una entrevista en la que le pedían su opinión sobre el rock argentino dijo:

“…Cualquiera puede comprar un teclado y un secuenciador y una batería electrónica o una guitarra eléctrica y pueden hacer música, pero si yo le doy una guitarra criolla a Federico Moura y le digo pela algo que me mueva el corazón… no pasa nada, lo mismo puedo decir de Gustavo Cerati y también de Miguel Mateos, ni hablamos… esos quieren ser famosos, quieren tener más minas […] Yo, si me das una criolla te pelo algo, puedo hacerlo yo solo, esa es la diferencia entre ser un músico-músico que de verdad tiene la música en el corazón…”

Más allá de condenar la música compleja, donde sin duda hay muchísimas cosas de gran valor, creo que merece la pena pensar en eso: la capacidad de encantar a una audiencia con nada más que una guitarra, un piano o simplemente la voz tiene un mérito especial.

Otro contraste similar se da entre las bandas que apuestan todo al virtuosismo y complejidad y las que optan por la simplicidad. A fin de cuentas, independientemente de las limitaciones técnicas (ya sea en voz o destreza en su instrumento) es el fondo y no la forma lo que hace que se cree una conexión entre el artista y su público; ejemplo de esto son Daniel Johnston o los Sex Pistols, que sin ser precisamente dotados en el aspecto fino de la música, definitivamente transmiten un mensaje con tal fuerza que se impregna y perdura por mucho, mucho tiempo.

Acerca de esto, Lester Bangs es citado en la película Almost Famous opinando: “… ¿Conoces “The Letter” de The Box Tops? Es una canción de un minuto con cincuenta y ocho segundos. No significa nada. Pero les toma menos de dos minutos lograr lo que a Jethro Tull les toma horas no lograr.”

Amén.

Respecto a todo lo anterior, aquí les dejo cinco muestras de entre los años 1965 y el 2015 de hombres y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes que no necesitan adornos para hacernos sentir en presencia de un talento especial.

Mississippi John Hurt – You Got To Walk That Lonesome Valley (Guitarra y voz – 1965)

Julien Baker – Rejoice (Guitarra y voz – 2015)

Micah P. Hinson – The Possibilities (Guitarra y voz – 2015)

Regina Spektor – Silly Eye Color Generalizations (Voz – 2009)

Tom Waits – Christmas Card for a Hooker in Minneapolis (Piano y voz – 1979)