Luego de una campaña de promoción donde se sugería una nueva entrega del músico londinense, esto por fin se cristalizó con la presentación de un nuevo álbum: The Ooz, el cual es apenas el segundo título bajo el nombre de King Krule (sin contar toda la música que ha sacado Archy Marshall’s con sus distintos alias).
Este disco representa una evolución a su distintivo sonido, ese que conjuga de manera orgánica elementos disonantes para ofrecernos un coctel de aires noctámbulos: denso, pero al mismo tiempo extrañamente atrayente.
Con una mayor claridad en su propuesta, el músico nos sumerge en un mundo lleno de humo, vidrios rotos y personajes extraños.
La capacidad de Krule de crear ambientaciones intrigantes y enrarecidas se hace latente más de una vez en el disco: Tan sólo un tema como “The Locomotive” es como sentirse perdido en algún lugar que aún no se termina por descubrir. Y es que probablemente, ésta sea una de las pautas del disco. Aun siendo un disco de larga duración y de corte un tanto denso, nunca se siente cansino, y por el contrario, atrapa y sorprende en cada instante. Ya sea por medio de momentos lisérgicos y sensuales como “Slush Puppy” y “Lonely Blue” o más directos como “Emergency Blimp”. Dentro de todo el crisol estilístico que contiene el disco, cuando la neblina se dispersa se da tiempo incluso de acelerar y mostrar su lado más punk y enérgico en canciones como “Dum Surfer” y “Half Man Half Shark”.
Archy Marshall’s expuso sangre y vísceras y salió avante a través de su exuberante creatividad y de paso nos entregó uno de los mejores discos del año, un álbum llamado a ser un verdadero clásico.