La Barranca tenía ya cinco años de no lanzar un álbum de temas originales –Fatalis por su naturaleza, puede considerarse un rara avis dentro de su discografía- y aun así, ha seguido conservando su status de culto en el rock en México. Desde el año pasado con el primer sencillo (y primer tema terminado, según han contado ellos mismos) “Cuervos” tuvieron una muy buena aceptación, pues de alguna manera la esencia de La Barranca seguía intacta, al mismo tiempo que sorprendía con el predominio de un piano que aportaba matices distintos a su música. A inicios de este año el segundo sencillo “Brecha” repetía el acertado uso del citado instrumento, dando una idea más completa de por donde iría la nueva apuesta del grupo. Posteriormente el sencillo “Konichiwa” confirmaría que la calidad y capacidad de reinvención del grupo se mantiene intacta, con un tema que pinta para ser imprescindible en sus conciertos.
La dinámica de lanzar los sencillos hizo que el disco se esperara con mayores ansias. Finalmente, el 8 de mayo (y con el cuarto sencillo en puerta, homónimo al disco) hizo su aparición su undécimo trabajo: “Lo Eterno”, lanzado en distintos formatos -cd, digital y vinilo- el cual confirma (como si hiciera falta) que la Barranca sigue siendo un proyecto que a diferencia de muchas bandas de su generación, no vive de sus rentas, y al contrario, siempre buscan darle nuevos colores y matices a su música, todo bajo la batuta de José Manuel Aguilera, el cerebro y director musical de la emblemática agrupación.
La nueva reencarnación del grupo la complementan Adolfo Romero en la guitarra, Ernick Romero en el bajo, Yann Zaragoza en el piano y sintetizadores y Navi Naas en la batería. Aunque todo el grupo demuestra una muy buena compenetración, sin lugar a dudas el mayor rasgo de frescura viene dado por Yan Zaragoza, el cual aporta contrapuntos muy interesantes al oscuro y habitual sonido de la agrupación; en ocasiones llevando el peso de la canción, como en “Manos” o la ya citada “Cuervos”, o por momentos otorgando un sonido más ambiental como en “Lo Eterno”. Su visible aporte posiblemente se podría equiparar al que otorgó Jorge “Cox” Gaytan en el disco Tempestad. La guitarra y voz de Aguilera siguen siendo uno de los rasgos distintivos del grupo, pero siempre ha sido muy loable el lugar que se le ha dado a los distintos músicos que han participado en las distintas reencarnaciones que ha tenido la Banda, y esta no ha sido la excepción.
Posiblemente nos encontremos ante el mejor disco de la Barranca desde el ya lejano Denzura (habrá quien diga que desde El Fluir), lo cual viene dado no tanto por la calidad de los discos siguientes (como ya había subrayado, el grupo siempre ha tenido un standard de calidad en sus lanzamientos) pero posiblemente la reinvención, frescura y redondez musical no lo habían vuelto a tener desde los citados discos. Dejado estas cuestiones aparte, nos encontramos ante uno de los mejores discos que se han lanzado en México este año y el hecho de tener de vuelta el fino rock de La Barranca es una gran noticia.