Crónica de Doña Pancha Fest 2018

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Llegaba la fecha al fin del décimo aniversario de Doña Pancha Fest.

Era una celebración de entrada bastante especial, por lo cual acudí, como ha sido mi costumbre en las últimas ediciones, desde temprano para ver a todos los proyectos. Se repetía la sede de la vez anterior: el teatro Larva. Esta ocasión se limitaron las presentaciones a un solo escenario, lo cual si bien hacía verse el espacio menos impresionante que la vez anterior (como olvidar el escenario de la horca) se ganaba en fluidez y se logró utilizar el espacio junto al café Benito de buena manera.

 

Pasadas las 2 pm, y como suele suceder, había poca gente para la presentación del primer grupo: Los Hippies Ultramodernos y Sonidos Asquerosos, cuestión que no fue impedimento para que el trío, (para el cual prácticamente nadie sabía con que se encontraría), desenvolviera en el escenario su propuesta que fluctuaba entre una electrónica de mucho punch y momentos más experimentales, todo envuelto dentro de una actitud y vestimenta bastante estrambótica.

Era el momento de la presentación de Dinoflagellates, el proyecto nacido de una residencia en Casa Wabi, en Puerto Escondido, Oaxaca querida. Había curiosidad por esta propuesta, dado el cotexto a través del cual se llevó a cabo. Una de las primeras cosas curiosas del día se dio ahí, al ver una gran cantidad de niños corriendo por ahí, y hasta haciendo picnic. Por algún momento pensé (debido a las cosas tan extrañas que suelen pasar a veces en los Doña Pancha) que los niños se subirían al escenario o algo pasaría a partir de su visita. Pero resultó que eran familiares de uno de los músicos y todo transcurrió tranquilamente, a la par de una música en su mayor parte reposada y muy bien ejecutada, con un acompañamiento de mariachi que me hizo recordar que ese tipo de música (como toda la que hay) a veces se estanca en ciertos formatos, pero sabiendo retomarla con inteligencia, se pueden obtener resultados tan satisfactorios como los conseguidos con ese proyecto.

Siguió el turno de Diahgonal, el exquisito proyecto electrónico de Ruben Alonso Tamayo a.k.a. FAX. el cual nos otorgó un buen y apacible momento ante su propuesta de atenta escucha, aunque al final se haya sentido un poco corto su set (cabe recalcar que los grupos habían iniciado tarde y se fueron acomodando a sus horarios. Tengo la impresión que esto se fue dando a partir del citado músico).

Seguiría ahora uno de los músicos con mayor arrastre, pero que al mismo tiempo había cierto morbo alrededor de él: el estupendo Juan Cirerol. Poco antes de iniciar, el público me seguía pareciendo escaso y no me dejaba de causar sorpresa, pues el mismo Cirerol por sí solo en algún momento jalaba mayor audiencia; tal vez, al final, sí había afectado la situación en la que se vio envuelto. El músico, aunque se le vio un poco más contenido que en otras ocasiones, dio una presentación bastante correcta con temas nuevos y ya clásicos en su repertorio. En cierto momento, me di cuenta que la gente iba llegando con mayor afluencia e incluso, en un instante que me tuve que salir, hubo una familia que no sabía si entrar porque solo lo iban a ver a él y su presentación prácticamente ya iba a más de la mitad. Al final no entraron. Juan no fue el huracán que en otras ocasiones ha sido, pero cumplió y esperemos que sus problemas queden atrás y retome una carrera que siempre ha sido de llamar la atención.

 

A Concepción Huerta lamentablemente no tuve la oportunidad de verla, pues se me cruzó primero un hambre atroz y, en segundo lugar, se me presentó el hecho de que se necesitaba que alguien (yo) fuese por el Muertho de Tijuana a su hotel por un problema que se le presentó en la espalda. Me quedé con las ganas de escuchar la propuesta experimental y noise de la tapatía, pero espero pronto tener la oportunidad de ello.

Cuando regresé con el Muertho ya estaba tocando Chivo Negro, y aunque lo vi por partes, siempre es un gusto ver su propuesta drone, densa y pesada y con un sonido que va mejorado más y más.

Era pues el turno de otro de los actos de mayor arrastre y simpatía: el Muertho de Tijuana. Es indudable que, aun siendo la música del Tijuanense muy básica, tiene un encanto incomparable el cual ha ido ganando como un acto global, sobre todo en la parte escénica. A su ya de por si llamativa presencia se le suma un performance cada vez más enloquecido y potente. Ya sea vomitando sangre (al más puro estilo de su ídolo Genne Simmons) o caracterizando una sodomización, nunca deja indiferente. Pero la mayor sorpresa vendría al subir Chivo Negro con el e interpretar un par de temas que sonaron sorprendentemente bien. La densidad de Chivo Negro y la ligereza y tono naive del Muertho se equilibraban otorgando uno de los mejores momentos de la noche. ¿Para cuándo el disco juntos?

Seguía el turno de Rancho Shampoo, al cual lamentablemente también me perdí (Luego de su presentación el Muertho se fue a su hotel para ir a descansar y lo llevé de vuelta. Loable el hecho de que con todo y sus problemas en la espalda deje todo en el escenario). Me comentaron que el acto estuvo bastante bien, pues su propuesta en donde articulan sonidos chamánicos con música instrumental y electrónica suena bastante fluida. Espero igualmente me toque verlos alguna vez.

Lo bueno que llegue a tiempo para uno de los actos más esperados y que daba un toque “internacional” el festival: Here Lies Man. Posiblemente el directo del grupo angelino sea el que se llevó la noche. Su sonido era consistente, poderoso y con mucho cuerpo. Con los amigos que estuve ahí platicábamos acerca de lo mucho que ayuda un sonido tan cuidado y pulido a una buena propuesta y el grupo era una excelente muestra de ello. Si su propuesta era llamativa y poderosa, su directo los redimensionaba a otras alturas.

Posteriormente, uno de los actos más publicitados del evento, el emblemático Papi Saicos enfundado en un pulcro traje, haría su presentación en compañía de unos viejos conocidos del festival: San Pedro el Cortez. La presentación fue buena a secas, dado a momentos bastante extraños. En primer lugar, daba la impresión (y esto es una percepción personal compartida con algunos amigos) que Papi Saicos estaba más atento a que a los músicos les salieran al dedillo sus viejos temas. Aún con que armó el slam con la poderosa “Demolición” (uno de los momentos más memorables de la noche) su presentación terminó abruptamente con apenas cinco o seis temas. Muchos pensábamos que tal vez Papi Saicos se iría (dada su edad) y seguiría San Pedro, ya que por sí solo su directo se sostiene. Pero esto no pasó y todo quedó en cierta desazón o extrañeza. Lo bueno fue que la banda tomaría revancha al siguiente día (Con Papi Saicos incluido).

Después de lo ocurrido con el acto anterior, cerraría la noche Maniqui Lazer, quienes trajeron de vuelta a los escenarios su enloquecida propuesta, y que como era costumbre en los integrantes, desbordaron energía y calidad. Pero igualmente percibí un cierto aire extraño. A estas alturas, en los Doña Pancha había un bacanal de energía, alcohol y desmadre entre la gente, cuestión que se sintió un poco más medida esta vez. Aún con buena respuesta, la gente no se desbordó tanto como en otras ocasiones. Me preguntaba si no fue el abrupto término del acto anterior, o que aún con la calidad del grupo presente no se conectó en demasía dada su conocida intermitencia a lo largo de su carrera, si el enloquecimiento no fue tan gradual como en otras ocasiones, si mucha de la gente que hemos seguido fervientemente al festival ya nos rompemos al primer slam, o simplemente la gente andaba en un mood más tranquilo, receptivos, pero más apaciguados.

En términos generales, el Doña Pancha cumplió. Hubo momentos extraordinarios, situaciones chuscas, otras extrañas. Correcto en términos generales, pero algo más tranquilo que otras veces. Veremos la evolución que lleve el festival a partir de ahora, el cual sigue siendo necesario.

*Las Fotografías de este primer día fueron tomadas estupendamente por Miriam Rocha. Excepto la de Concepción Huerta, cortesía de Javier Audirac.

PD: El domingo, en el foro Andén, se llevó a cabo el segundo día del festival, algo más discreto y con propuestas más experimentales. Dada la resaca, cierto cansancio y algunos deberes propios, solo pude ir a ver unas cuantas propuestas. La sorpresa de la noche fue que San Pedro el Cortez tocaría (no estaban programados) y eso hizo que mucha gente más se prendiera y acudiera al lugar. Sin duda, la banda desquitó toda esa energía que tal vez quedó guardada el día sábado y dio una presentación estupenda, que posiblemente hubiese dado un cierre más acorde a lo que conocemos del festival (le hubiera dejado la mesa muy puesta a Maniquí Lazer para rematar), ahí mismo volvieron a subir al escenario a Papi Saicos a tocar “Demolicion” que volvió a sonar como un terremoto. Otros eventos que pude ver fue a Camedor, que nos dio igualmente un apacible momento con su sonido electrónico ambiental (hasta un perro se quedó en medio del lugar pareciendo escuchar atentamente la propuesta), a Aris Chagoya que nos otorgó otra cara a la de su reconocido grupo (el primer y segundo tema sonaron muy mal pero esto se arregló y se le hizo un poco más de justicia a su propuesta más íntima y folk) y para rematar, vi a unos muy jóvenes Depp Soil, con una propuesta instrumental bastante buena y poderosa, no los vi completos, pues como dicen en las luchas, se me iba el camión.

*Mix de Fotografías del segundo día cortesía de Carlos Maldonado, Javier Audirac y Daniel Guzmán.