En la etapa en la que viví en Coacalco, edo. de México, una de las cosas que siempre quise hacer y nunca llevé a cabo, fue ir a un concierto de rock urbano. Eran muy constantes los festivales de esa música en el Centro Cívico de Ecatepec, lugar por donde pasaba en el autobús habitualmente cuando salía de la universidad. No fueron pocas las razones (o pretextos) que encontré para no hacerlo. Un primo me decía que se ponían muy densos por los chavos banda que solían acudir, Ecatepec (o Ecatepunk), aunque no me quedaba tan lejos, no contaba con el suficiente dinero para ir y venir de noche, y los pocos conocidos que gustaban de esa música no vivían por aquel lado para acompañarme, aunado a que tampoco tenía un espacio propio para darles hospedaje ocasional (podía ir solo, como he ido a una buena cantidad de conciertos, pero creo que me podía mucho la idea de los chavos banda).
Aunque nunca he sido un gran seguidor del rock urbano, siempre me ha interesado como fenómeno de manera global. Hay muchos proyectos que me gustan, como Tex Tex, El Haragán, Charly Monttana (y Vago), algo de la Banda Bostik, por mencionar grupos que son constantemente citados. Luego me daría cuenta de la relación que guardaría con estos grupos bandas y proyectos más longevos que igualmente me gustaban como el Three Souls In My Mind o Rodrigo González.
Todo esto viene a cuento con la reciente publicación online del documental En La Periferia (2016) de Alberto Zuñiga (conocido también por su obra Rupestre, el documental) el cual aborda de viva voz la historia de ocho bandas representativas de la escena del rock urbano, acompañándolas por diversos sitios del estado de México y el país. Ahí, los involucrados nos hablan un poco de su trayectoria, de su concepción de la música, su lugar y su reflexión en torno a lo que ha sido el rock de la periferia. Se incluyen a la Banda Bostik, Juan Hernández y su banda de blues, Luzbel, Tex Tex, Transmetal, Rebel D’ punk, Follaje y Liran’roll; los grupos son presentados de una forma muy singular y creativa por medio de los comentarios de unos pintores de bardas acerca de su labor y su conexión con la escena.
De entrada, el documental es un esfuerzo bastante loable por captar una pequeña parte de lo que semana a semana se puede encontrar musicalmente en la zona metropolitana de la CDMX y la elección de los grupos si bien nunca dejara contentos a todos, es acertada por la variedad musical que nos muestra y porque cada grupo es de cierta forma representativo de su estilo. En el caso de Luzbel se pasaron de largo obviamente los problemas por el nombre y se enfocó en la banda que comanda Arturo Huizar (que se agradece no se hiciera mención de su cantaleta de la banda apócrifa).
Los comentarios de las bandas se intercalan con algunos fragmentos de presentaciones de archivo y algunas otras que parecen haber sido grabados ex profeso para el documental. La calidad visual de la misma es muy buena, lo que lo desmarca de algunos otros documentos de rock subterráneo mexicano que ya sea a propósito o por la falta de medios, tienen una calidad menor o que raya en cierto amateurismo (lo cual no es necesariamente malo).
Si bien el documental es entretenido y tiene sus detalles valiosos, a mí en lo personal me hubiese gustado que abarcaran otro tipo de aspectos en cuanto a la cultura que hay alrededor del rock urbano como la supuesta génesis que se pudo dar a través de la música de gente como Three Souls In My Mind o Rodrigo González, la importancia de un sello como Discos y Cintas Denver, el circuito urbano, entrevistas a los asiduos a este tipo de música (pues la misma gente ha sostenido al movimiento), la evolución (conozco algo de lo clásico pero no sé qué grupos emergentes hay ahora mismo) y la repercusión de ciertas bandas (me llama la atención por ejemplo lo que jala una banda como El Haragán, o el caso de bandas que en algún momento parecía pudieran llegar a reflectores internacionales, como Transmetal o Luzbel y que pareciese se sienten más cómodos en el conocido circuito subterráneo de rock urbano), o la sinergia y apoyo dado entre ellos. Entiendo que ese no es el enfoque inicial del documental, pero a mi me hubiese dado un panorama más amplio y necesario para entender una escena (para mí, es la escena más sólida del rock en México, nada que ver con “movimientos regios” o similares) que ha sabido autogestionarse, sobrevivir y darle a muchos de los grupos un status, que representa como pocos una realidad y una situación social.
Si bien estos temas y demás pudiesen ser abordados más en profundidad, el documental si los toca en ciertos momentos y por otro tipo de lenguajes, ya sea a partir de los comentarios de los involucrados o a través del lente de la cámara, el cual nos otorga momentos muy ricos y simbólicos del contexto en el cual se mueve y sobrevive la escena y que a mi gusto es de lo más valioso del mismo.
Un buen documental que se deja ver, que es importante por ser hasta donde sé, el primero en abordarlo (al margen de esfuerzos importantes como las cápsulas de Buscando Rock Mexicano) y por la calidad y creatividad con la cual fue realizado, pero que nos deja con más hambre, para quienes buscamos más información acerca del fenómeno urbano. Esperemos que pronto podamos tener algo al respecto. Para los interesados, el documental como comenté en un principio, puede verse directamente en YouTube.