Luz Elena Mendoza pisó tierras tapatías y tuve la fortuna de encontrarme con ella a principios de este año. En un café de la Colonia Americana apareció su figura espigada, llena de tatuajes, cabello gris, ojos profundos y el corazón conmovido por este viaje el cual sintió como un reconocimiento de sí misma. Escucharla hablando con una mezcla de inglés y español me dio la impresión de que nos comunicábamos bajo un nuevo lenguaje. Encontré a una mujer fuerte y emotiva, o quizá a muchas mujeres, sus antecesoras y las que la rodean, inspirándola a resistir y crecer en la escena musical con su singular personalidad chicana.
Residente de Portland, Oregon, aunque nacida en California y de padres mexicanos, Luz Elena Mendoza comenzó como mucha gente a tocar la guitarra por la necesidad de expresar sus sentimientos y experiencias. Cuando decidió mudarse a Portland, la acompañaba su gatita Bamba, de quien tomó el nombre para su proyecto, el cual entra por los oídos moviendo fibras sensibles con su melodiosa voz y un mensaje de sororidad y coraje.
Con su particular estilo expresado de forma bilingüe, Luz Elena ha producido siete álbumes hasta el momento (5 Lps, 1 Ep y un single), con un marcado y disfrutable tono melancólico, manteniéndose así hasta su última producción discográfica titulada Mujeres, la cual acaba de ser lanzada en febrero de este año. El álbum está lleno de apasionantes sonoridades: soledades recicladas en canción, habitando espacios con su guitarra y un dolor desbordante en sus ojos. Un intenso sentimiento a flor de piel. La identidad mostrada en cada track, ha asegurado la aceptación de muchísimos oídos en su país y estoy segura que conquistará poco a poco el territorio mexicano como lo tiene planeado. Sigan sus pasos y quizá muy pronto nos dé el placer de escucharla con su banda en Guadalajara.