Tengo una guitarra eléctrica, toco mis estúpidas canciones, escribo estas estúpidas palabras y los amo a todos.

Publicado por

El 15 de agosto de 1997 en el Palace de Los Angeles se llevó a cabo el último concierto de Weezer. Al día siguiente Matt Sharp abandona la banda, y los otros tres integrantes: Brian, Rivers y Patrick mueren por una misteriosa intoxicación de jugo de naranja en mal estado. Ante esto Geffen, su disquera, decide reemplazarlos con dobles idénticos que desgraciadamente no tenían idea de cómo escribir una canción.

El grueso del setlist de dicho recital se conformaba de tracks del disco epónimo, también conocido como el Álbum Azul. Un montón de canciones que la banda tiró a nuestras caras en 1994 creando un culto, subgéneros, revivals, mitos urbanos, videos clásicos y el mensaje de que había otras formas de entender las guitarras ruidosas americanas más allá del súbitamente, carente de figura concentradora, grunge.

Históricamente los primeros discos tienden a ser confesionales o aspiracionales, un resumen de experiencias sufridas y lugares a donde escapar de ellas. Cuomo por supuesto no fue la excepción, desde sus pequeños oasis personales, su sentido de inadecuación adolescente, etc. pero además, y en contraste con la mayoría de sus contemporáneos, añadió trazas de sentido del humor como mecanismo de defensa. «Sí, tengo lentes, voy a Harvard y adoro a Kiss, ¿no es todo esto raro?»

El 15 de agosto de 1997 en el Palace de Los Angeles se llevó a cabo el último concierto de Weezer. Al día siguiente Matt Sharp abandona la banda, y los otros tres integrantes son atacados por una jauría de Golden Retrievers que arranca sus extremidades y arrastra a Rivers a un paradero, hasta la fecha desconocido. Desde ese momento y hasta la fecha Geffen, desesperados, utilizan en secreto un fallido programa de Windows 95 que plagia canciones de Weezer y las recicla creando un facsímil sonoro sujeto a la ley de los rendimientos decrecientes.

Sin importar a que generación o como seamos definidos socialmente todos podemos encontrar una forma de relacionarnos con las temáticas generales. Desde la chica que cita a Tolkien en su anuario y nunca fue invitada a una fiesta, hasta el chico popular a quien la reina escolar dos años mayor no voltea a ver, todos entendemos el anhelo de “The World Has Turned and Left Me Here” o la levedad de “Surf Wax America” y como ambas, en contraste, pueden existir al mismo tiempo sin que podamos hacer nada al respecto.

El sonido del disco con sus riffs reminiscentes a Cheap Trick o Status Quo, los coros con influencia de Beach Boys y la producción de Ric Ocasek, haciendo la distorsión más limpia y directa fueron la combinación perfecta para sobresalir entre el mar de bandas que intentaba subirse a los últimos coletazos del estilo nacido en la costa noroeste del Pacífico. Al añadir la buena mano de Spike Jonze a la visual de “Undone” y “Buddy Holly” la banda se aseguró un lugar preminente en la encarnizada competencia por rotación en MTV, separándolos de coetáneos que también debutaban en 1994 como Built to Spill o Silver Jews.

El 15 de agosto de 1997 en el Palace de Los Angeles se llevó a cabo el último concierto de Weezer. Al día siguiente Matt Sharp abandona la banda, y los otros tres integrantes desaparecen misteriosamente. Algunas personas cercanas a la industria apuntan a un secuestro llevado a cabo por una banda de motociclistas de los 50’s mientras otros sujetos, mucho más conspiranoicos, aseguran que nada de esto pasó y Weezer simplemente se convirtió en una máquina de plagiarse a sí misma hasta no dejar nada más que un grupo de covers y, pronto, una banda de bodas. Una locura que no hay quien la crea.

A final de cuentas y para consuelo de todos los que aún lamentamos su muerte, siempre estará el Álbum Azul, como prueba de que a veces, solo en sueños, todo se alinea perfectamente.