Wait, they don’t love you like I love you…

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Crónica del Corona Capital Gdl 2019

Cincuenta mil personas y más es lo que se confirmó como asistentes a esta edición de Corona Capital Gdl 2019. Para los organizadores eso significó, por supuesto, un sold out contundente. Para nosotros los espectadores significó ver a media Guadalajara reunida en una gran fiesta trasngeneracional, y es que este festival supo equilibrar las viejas voces como Chemical Brothers, Goo Goo Dolls y OMD (Orchestral Manoeuvres in the Dark) con promesas frescas como Kimbra, Rhye y, por supuesto, Tame Impala. La fiesta sin lugar a dudas fue una de las más grandes que se han vivido en tierras tapatías.

Un terreno agreste, típico jalisquillo, con varios cerros de fondo, un bosque de La Primavera que daba cierta sensación de protección maternal y un sol tremendamente inquisidor fueron la materia sobre la que se organizó este festival. La forma, fue la excelente distribución de los escenarios, los comedores y food trucks, el área de juegos y las distintas estaciones de servicios sanitarios. Podríamos resumir el ambiente con dos imágenes: Mad Max Fury Road por un lado y Los Supersónicos por el otro. Y es que las estructuras que adornaban las estaciones de comida y descanso impresionaban por su presencia y laboriosidad (como el marco gigante con el nombre del festival justo en la entrada del evento), comida y bebida con una pulsera (cashless) y Uber Eats, sus largos y tendidos caminos de alfombra que hacían muchísimo menos polvoroso el traslado de nosotros, los fanáticos, entre un escenario y otro.

Ver a Rhye fue nuestra primera experiencia. Yo conté a cinco grupos diferentes de amigos con los que me iba a organizar en el concierto, muy ingenuamente por supuesto. Ya que estando en el evento la señal del 4g fallaba terriblemente. Sin embargo, con el primer grupo de amigos logramos equiparnos con nuestras respectivas cervezas e internarnos en las melodiosas ondas y buenas vibras que emitían unas cuerdas clásicas; violines y cellos. Por supuesto la suave voz de Mike Milosh (vocalista de Rhye) nos terminó de persuadir del calor y el polvo mientras nos ponía a mecernos al ritmo de canciones como “Hunger”, “Open” y “Song For You”. Una joya gigantesca. El sonido nos envolvía a todos, aun estando rodeados de tantísima gente y tan lejísimos del escenario. Una prueba por supuesto de la excelente infraestructura de sonido del festival.

Llegando a Christine And The Queens sorpresivamente recibo señal y una llamada entra a mi celular. Es C con su grupo de amigos. Grandes abrazos entre ellos y yo a la vez que los introduzco con mi grupo actual. De mi grupo sólo J conocía a C (incluso tuvieron algo afectivo en el pasado) pero eso no es impedimento para que rápidamente todos se conozcan y entablen conversaciones, chistes, gritos y festejo. Estamos en Christine And The Queens y la fuerza de su música nos envuelve. La cantidad de fans nos obliga a, de nuevo, estar un poco en la periferia, pero alcanzamos a ver que en el escenario también se está dando una fiesta. Son bailarines que acompañan a la vocalista y lo que pasa ahí es una verdadera celebración. Lo que vemos, más que un concierto, es un performance.

Este es nuestro momento de break y vamos por comida a las instalaciones, pero para nuestra sorpresa hay muchísima gente esperando y la música de OMD ya se está dejando escuchar a lo lejos. Decidimos comprar más cerveza e ir al encuentro con el pasado. Su estilo inglés es inconfundible, yo sólo alcanzo a ver a dos carismáticas versiones de Morrissey agitando sus instrumentos e imprimiendo en el ambiente una sensación de nostalgia a la vez que alegría con “Enola Gay”. Esa canción nos puso a brincar, estábamos extasiados. Una de esas canciones que nunca nos hubiéramos imaginado escuchar estaba ahí, haciéndonos mover nuestros empolvados cuerpos. La fiesta siguió sin que nos diéramos cuenta y ya para cuando nos percatamos se estaba haciendo tarde para ver a unos de los más esperados, los Yeah Yeah Yeahs. Así que nos dirigimos hacia allá.

En el camino decidimos hacer una parada en los baños. De nuestro ahora más nutrido grupo se dispersan hacia los de hombres y mujeres. C va con su hermana y J, pero en algún momento pierden a J. Lo esperamos un gran rato pero no tenemos pistas de él. Decidimos seguir y tratar de encontrarlo allá en el escenario KIA. Es entonces que escuchamos los primeros guitarrazos, la tremenda fuerza de la voz y presencia de Karen O que viste un majestuoso atuendo equipado con un gabán súper colorido y plateado. Sin duda Karen O es entrañable para todos nosotros los que habitamos el tercer piso. En el lugar gritamos el nombre de J para ver si nos encontraba pero nada. Un chico al lado nuestro también grita el nombre de una chica, nos explica que es su hermana y que no la ha podido encontrar tampoco en todo el evento. No tardamos mucho tiempo en hacernos amigos de él y de los amigos que lo acompañan. Abundan las selfies, los brindis y los coros entonando aquellas clásicas canciones. L, un amigo de J nos dice entonces “hey, voy por J y vuelvo aquí en un rato”. L se va en búsqueda de J. No lo podemos creer, es una fiesta total. La gente canta y baila sin parar al ritmo de canciones entrañables como “Runaway”, “Gold Lion”, Y “Control”… Una fiesta brutal. Con “Heads Will Roll” creemos que van a cerrar pero no, ya cuando vamos saliendo de entre tanto gentío (está vez decidimos entrar con todo nuestro gran grupo hasta lo más cercano posible de Karen O) resulta que se escucha ese típico grito de “I Got A Date With The Night!” Y entonces todos nos paramos en nuestra ruta de escape y comenzamos brincar ¡indudablemente es una locura!, nunca hubiéramos pensado que tanta adrenalina se contagiara así de fácil.

Llegamos entonces a Phoenix y en el camino varios de nosotros nos vamos encontrando a otros amigos. En particular yo me topo con alguien con quien cursé música en mis primeros años universitarios. Ahora no tiene rastas, esta muchísimo más musculoso y su cabello es a rapa. Me cuesta unos segundos reconocerlo, pero él rápidamente me dice: imagíname con rastas y es entonces que recuerdo su nombre. Es un gusto tremendo. Él le narra a su amigo cómo fue que conquisté a aquella chica que todo el mundo cortejaba y cosas así. Intercambiamos números y nos movemos. Muero del gusto. El recuerdo y la nostalgia son dos caras de la misma moneda y a unos metros más esa sensación se iba a intensificar con canciones como “Liztomania”, “Entertainment”, “Lasso”, “Ti Amo”, y “Rome”. Estamos en una colina en la que se puede ver todo el escenario lejanamente. Es una gran experiencia. Hace tantos años de esas canciones, la piel chinita es el resultado inmediato de conectar la memoria con el momento. Cada canción es una ventana a una parte del alma que se abre cada vez que la escuchamos de nuevo.

El tiempo ha llegado ahora de los Chemical Brothers. La noche ha caído ya desde el concierto pasado y la penumbra ha hecho mella entre el público pues en el camino encuentro a un amigo de hace muchos años. Un amigo de avanzada edad quien siempre nos acompañó a conciertos cuando no sabíamos muy bien de qué se trataba el fino arte de escuchar en vivo a tus bandas favoritas. Él, ya más viejo de lo que yo lo recordaba, me explica que perdió a su grupo de amigos y que espera encontrarlos en el escenario de los Chemical. La obscuridad lo separó de sus amigos y la misma obscuridad hizo posible un escenario lleno de sorpresas luminosas; varias figuras gigantes en tercera dimensión bailan a los costados de los djs, un fondo cambiante en la parte de atrás aviva la emocionante jornada. La música nos remonta a los primeros eventos de música electrónica a los que asistimos un grupo de pre universitarios listos para dominar el mundo. ¡“Hey Boy, Hey Girl” suena y todos nos rompemos en electricidad! Hay una especie de trance colectivo. Sólo puedo ver sonrisas y ojos súper abiertos, cabezas que suben y bajan al ritmo de “Go”, “Galvanize” y “Mah”. La fiesta es una histeria. La gente va y viene (en su mismo lugar) entre aplausos, pequeños saltitos y gritos en coro. Somos una masa de electricidad que baila, suda y se embriaga con la energía de los que nos rodean. Para muchos este es el momento que tanto habían estado esperando en todo el festival. Los robots que danzan en el escenario son la firma de los Chemical como los cerdos voladores son la firma de Roger Waters.

Tame Impala nos espera más adelante. Ahora vamos con un grupo más nutrido que en al principio pero eso no nos persuade de querer estar lo más cerca posible del escenario. Algunos de nosotros ya hemos visto en vivo a Tame y sabemos de la calidad de su presencia en el escenario. El concierto se demora. Como podemos nos hacemos de más cerveza y comenzamos a hacer lo que mejor hemos hecho en todo el festival; conocer y convivir con los que están a nuestro alrededor. Una de nuestras amigas C platica con una chica de muy baja estatura, mi amiga le explica que no se preocupe por su estatura, que nosotros en algún momento del concierto la podemos subir a nuestros hombros para que pueda ver todo, como ya lo hemos hecho en ocasiones atrás. Suena entonces “Let It Happen” y un estruendoso grito se apodera e interrumpe las conversaciones de todos; comenzamos a bailar como si no hubiéramos pasado ya varias horas en el festival. Con “Mind Mischief” nos hacemos uno con las luces, humo e imágenes psicodélicas que brotan del escenario. Nos abrazamos a la vez que coreamos la canción. Somos una nube de sensualidad. “Elephant” nos hace volver a saltar de la emoción, coros y gritos se apoderan de nosotros. Es un éxtasis sonoro lo que estamos presenciando. “The Less I Know The Better” nos pone de nuevo en este moodsensual, y es que si hay algo que caracterice a TI es su capacidad de mezclar el sonido psicodélico con el eros. “Feels Like We Only Go Backwards” nos acomoda en una onda melancólica que nos hermana. Volvemos a los abrazos. Ya tenemos hora y media con Tame Impala y el mundo parece que acaba de nacer. Nuestras energías se evaporan al paso de cada canción y estamos más ensimismados que nunca. Es entonces que “New Person, Same Old Mistakes” suena. Es la última canción y es con la que nos iremos tarareando a nuestras casas.

Un festival marcado por las sorpresas de ver a viejos y conocer a nuevos amigos, la hermandad, los buenos deseos y la actitud de paz fue lo que presenciamos en esta edición del Corona Capital GDL 2019. En general la organización tuvo pocas lecciones que aprender, como el hecho de que Tame Impala tocara media hora tarde, pero sin duda su atinada selección de bandas fue lo que propició está coalición de grupos de amigos. Sorpresas increíbles son las que nos dejó este festival como la de que cuando L fue en búsqueda de J lo pudo encontrar entre toda la masa de fans que estábamos en Yeah Yeah Yeahs. Pero más sorprendente aún fue el hecho de que L nos encontrara a nosotros entre toda esa multitud sólo guiado, según nos explicó, por una torre y una cámara en una grúa. Cuando L y J llegaron con nosotros el aplauso fue fenomenal. No lo podíamos creer. De entre tanta gente y en tan relativamente poco tiempo dio con nosotros. Nos abrazamos y cantamos con toda la justificación del mundo: Wait! They don’t love you like I love you! Wait!…”