*Fotografías por Miriam Rocha.
6.30 pm. Me empieza a doler la cabeza. No es un dolor intenso pero si molesto. Como acostumbro, intento no empastillarme a la primera; ese día fue agendado el cubrir el evento de los Mirlos y Sonido Gallo Negro. De los primeros, los descubrí (tal vez como mucha gente) curiosamente por el sampleo de “La canción de los Mirlos” en “Madrugada encore” de Control Machete y los escuché poco más posteriormente con su cumbia amazónica. De los segundos nunca he sido un fiel seguidor, pero siempre ha sido un grupo que respeto por la frescura que llegó a imprimir a la escena musical en México con su cumbia psicodélica. A ambos los he llegado a escuchar muy aleatoriamente, entendiendo un poco más de lo que es la cumbia psicodélica a partir de escuchar el disco recopilatorio Cumbias Chichadélicas : Peruvian Psychedelic Chicha el cual recomiendo ampliamente y donde vienen, como no, dos temas de los Mirlos, poniéndolos en la palestra como uno de los imprescindibles para entender ese sonido selvático nacido en Perú, y que precisamente los Gallo Negro lo retomaron como una influencia mas que evidente. Los Mirlos se iban a presentar dos años antes con Sonido Gallo Negro, lo cual no se realizó al final, al presentarse el terremoto de la Ciudad de México, por lo cual esta conjunción era una especie de revancha para ambos grupos.
A las 8.15, media hora antes de salir hacia el evento, el dolor había aumentado y me estaba planteando no ir; tal vez necesitaba dormir, pensé (tenía ya dos desveladas seguidas: el Guadalupe reyes había iniciado bien). Pero decidí empastillarme y lanzarme, eso sí, con una notable torpeza pues no me sentía al cien. Solo espero no manejar de esta manera, pensaba. Al llegar al evento, había un grupo en escena que nunca supe quienes eran pues estaban terminando su presentación en ese instante. Me senté un rato a esperar el inicio de Sonido Gallo Negro en el patio del lugar, acompañado de mi amiga Miriam, quien también es la encargada de las fotografías. Ahí mismo empezé a ver a varios conocidos. Aunque de manera lenta, la pastilla iba surtiendo efecto. Se escucharon los primeros acordes y como es costumbre ya en el Foro Independencia, toda la gente fue moviéndose del patio hacia adentro del recinto.
Lo que siguió a continuación, fue una verdadera fiesta: El Foro Independencia convertido en un salón de baile al puro estilo del Salón Veracruz. Sonido Gallo Negro a través de su historia, ha logrado atraer a públicos disímbolos por medio de una propuesta tan fresca como lúdica y divertida y que posiblemente tenga su fuerte precisamente en los directos para experimentar esa fiesta que su música ofrece. En esta ocasión, traían bajo el brazo su nueva producción ‘Unknow Future’, con el cual hicieron bailar a todo el respetable, sin olvidar por supuesto sus antiguos temas. La parte visual, como siempre fue impecable, llevada como ya es habitual por el Dr. Alderete, el responsable también de todo el arte de sus discos, los cuales los han vuelto piezas de verdadera colección. El público respondió de grata manera; en cierto momento era difícil no voltear a ver y observar a alguien disfrutando de algunos de los temas de la banda. El ritmo era contagioso. Hacia el final de su presentación, tocarían la “Cumbia de Sanación” y en ese precisamente momento me di cuenta que ya no me dolía nada. El dolor de cabeza había desaparecido, tenía una cerveza doble en la mano y mi cuerpo bailaba al ritmo que tocaba. Si, había sanado y el grupo cerraba de manera inmejorable su show para darle lugar a una banda emblemática: Los Mirlos. Aunque el intermedio duró un poco más de la cuenta, valdría la pena la espera.
Los Mirlos aparecían en escena con sus característicos atuendos y su simpatía; Danny Johnston (si, ese estupendo guitarrista que parece un Putín mas desenfadado y sonriente) enfundado con una máscara del Santo, lo cual no podía faltar como un homenaje a la cultura mexicana. Los Mirlos, desde el primer tema, darían cátedra de su sonido, ese selvático y contagioso ritmo en donde la cumbia se funde con la psicodelia de una manera sensacional, entablando un hilo conductor entre sonidos, cuerpos danzando y desenfado. Tengo que confesar, que de inicio pensé que iba a ser difícil que Los Mirlos superaran lo que instantes antes nos habían regalado Sonido Gallo Negro, pero he ahí que me equivoqué rotundamente; no por nada, Los Mirlos son uno de los padres de toda esa sonido y como ya comenté de inicio: dieron cátedra del mismo. Durante todo el concierto la gente bailó sin parar, aunque no supiéramos la letra de alguna canción, estábamos ahí y pasándolo bien por el puro sentido lúdico de la música. Ahí fue donde recordé lo que comentó hace poco un buen amigo con un extenso bagaje musical (y que de hecho andaba por ahí), que él escuchaba música sin una mayor pretensión, por el puro sentido lúdico. La música por la música. Me gustó su punto de vista y ese día lo entendí. Los Mirlos cerrarían su estupendo set con dos de sus temas más conocidos: “Eres mentirosa” y ese grandioso tema que es “La Danza de los Milos”. Curiosamente, no salieron a encore, porque al parecer ya estaba muy justo para los horarios del lugar. Lo entendieron perfectamente, pero se notó que se quedaron con ganas de haber seguido con su set. Ya habrá oportunidad.
Este fue uno de esos conciertos a donde se acude sin mayores expectativas, y se termina con un grato sabor de boca, obteniendo un concierto memorable para la retina y los pies. Ah si, para ese momento ni me acordaba que había tenido un dolor de cabeza antes del evento. No cabe duda que la música es una gran receta para el dolor.