Conocí a Kiko Dinucci durante las actividades de FIMPRO 2018, donde él fungía como curador de los showcases del mercado musical por parte de Brasil. Nos hicimos amigos rápidamente y pasamos bastante tiempo platicando sobre algunos aspectos de la cultura brasileña, como son los cultos Yorubas y los ritmos que de ello se desprenden, los cuales fueron apropiados y aún trascienden en la música actual proveniente de tal país.
Intercambiamos nuestras producciones discográficas y fuimos a beber una cerveza en un show de Tajak y Has a Shadow en Bombilla 630, muy apropiado a los gustos de nuestro invitado, aunque me di cuenta de ello hasta después.
Escuché los álbumes de Kiko y me pareció haber encontrado un exótico tesoro musical. Yo, cual amante de la música brasileña, jamás había descubierto alguna que conjugara de tal manera estéticas tan contrastantes. Símbolos y sonoridades características de Brasil marinadas en un ambiente punk-rock. Mientras más investigué sobre las producciones de Kiko, que sin duda me atraparon de inmediato, encontré una amplitud de ritmos y profundidades armónicas que convergen en un tono intenso y atractivamente obscuro. Tenía la sensación de experimentar una ceremonia sónica, donde de repente se pronunciaban deidades Yorubas, y los trances eran proveídos por la agresiva cadencia de la guitarra, donde Dinucci tiene ya un sonido distintivo.
Los discursos políticos contenidos en sus letras son fuertes estampas sobre la realidad que se vive en su país, y lo podemos ubicar como un vanguardista de la producción por su intrigante ejercicio de experimentación. Es por esto que Kiko no se limita a la expresión por medio de la música, sino que también precisa un desahogue visual, así que podemos encontrar en sus redes algunas de sus ilustraciones que muestran personajes empoderados, figuras misteriosas en poses de danza o con símbolos y nombres de Orishas.
Así mismo, algunos destellos místicos son inducidos por las voces femeninas que están presentes en su inventario de producciones como son: Elza Soares A Mulher do Fim do Mundo (2015) y el poderoso álbum Deus é Mulher (2018) así como Dancê (2015) de Tulipa Ruiz, sin olvidar producciones como Besta Fera de Jards Macalé (2019), Vira Lata na Via Láctea (2014) del gran Tom Zé y Nó na Orelha (2011) y Procure Seu Buda (2014) de Criolo, entre otros.
Integrante de bandas como Metá Metá y Passo Torto, Kiko decide exponer su primer trabajo como solista titulado Cortes Curtos (2017), un álbum eléctrico y enérgico el cual asimila una escena urbana track por track, la cual puede tornarse tan agitada y saturada que se desahoga en una explosión noise que obliga a que los sentidos despierten, como una atormentada súplica a comprender que nuestras desiciones diarias son potentes actos políticos.
Me parece que es necesario seguirle la pista a este brillante compositor ya que en su más reciente sencillo «Olodé» (2020), nos muestra el sonido crudo de una guitarra acústica, logrando que las cuerdas de nylon entreguen la misma radicalidad con el mérito de la no-distorsión.
Resta esperar pacientes a que revele lo que aún se guarda entre manos este genio de la guitarra con el álbum que nos entregará en pequeñas dosis a lo largo de este año. Mientras tanto disfrutemos de lo que ya podemos ir escuchando de él.
Passo Torto – Passo Eléctrico (2013)
Metá Metá (2011)