«Muere un poeta y la creación se siente herida».
Miguel Hernández
Era domingo y estaba nublado. Caminaba de la mano de mi novia por las calles de la ciudad. El viento frío nos golpeaba en el rostro, y el silencio, aún más frío, nos envolvía como una funesta nube negra. La tormenta era inminente, dentro y fuera de nosotros, por supuesto. De pronto, como por azar, casi por error, dimos con una tienda de discos viejos en donde encontré una recopilación de Luis Eduardo Aute que tomé sin pensarlo; había escuchado incontables referencias sobre su trabajo, pero nunca le había prestado la atención necesaria. Salimos de la tienda y caminamos con prisa algunas cuadras hacia el auto, la tormenta nos perseguía. Una vez dentro del auto, puse el disco en el estéreo y observando a las personas correr para resguardarse, comenzaron a sonar los primeros acordes de «Al alba». No daba crédito: ¿cómo había tardado tanto en encontrarme con aquella canción? A un lado de mi novia y atrapados en el callejón sin salida de la ruptura, los versos de: «quiero que no me abandones, amor mío al alba” realmente nos conmovieron. Lloramos y lo disfrutamos juntos. El disco siguió adelante con más clásicos del cantautor, pero cuando llegamos a ‘Slowly’ parecía que la tormenta había terminado, dentro y fuera de nosotros, por supuesto. La luz del sol se reflejaba en los charcos y nosotros, sin saber cómo, parecíamos estar reconciliados. Un milagro, de aquellos que sólo los maestros ejecutan. El último tema del disco, «La Belleza», no sólo nos habló de la ruptura y del amor, no sólo nos hizo recordar los buenos tiempos, sino que nos mostró un camino por delante, en el que, superando todo lugar común, había que luchar por la belleza. Así, como sucede con la obra de los grandes artistas, fuimos unos antes de poner aquel disco en el estéreo y fuimos otros para siempre, al terminar de escucharlo. Decir más sobre Luis Eduardo Aute me parece ocioso. Al enterarnos de su muerte, la sombra de aquella funesta nube negra regresó y una vez más buscamos el rayo de sol en sus canciones. El mejor homenaje que se le puede hacer a un poeta es leerlo, reza un tópico por los pasillos del mundo literario; el mejor homenaje que se le puede hacer a Luis Eduardo Aute es conmoverse y para ello les dejo estas tres piezas clave de su discografía:
«AL ALBA»
Se trata de un himno, sin duda la canción más conocida de la discografía de Luis Eduardo Aute. Pertenece a su disco Albanta, una colección de canciones que fueron escritas entre el 74 y el 78 pero que la censura había mantenido en el baúl. «Al Alba» nos presenta una letra y una atmósfera completamente lúgubres que hunde sus raíces en las últimas ejecuciones realizadas por el franquismo. Una hermosa canción, dolorosa, sobre todo.
«SLOWLY»
El rostro más amable de su discografía, una perfecta balada pop. “Slowly no tiene ningún misterio”, contaba Aute en 1992 y es verdad, se trata de una sencilla pero entrañable canción de amor en la que rinde homenaje a Elvis Presley, uno de sus héroes. Al escuchar «Slowly» no hace falta pensar más nada, sólo se vuelve urgente tener una pareja para bailarla.
«LA BELLEZA»
Una canción monumental, por canciones como esta Luis Eduardo Aute es considerado Patrimonio de la Canción Española. Pertenece a su disco Segundos fuera de 1989 y brilla con tal intensidad que desde entonces es un himno político/amoroso de resistencia. Una declaración de principios que no caduca y reivindica a cualquiera que la escuche con atención.