Desde antes que fuera lanzado el álbum debut de la banda de Leeds, Yard Act, ya había empezado a hacer ruido con sus sencillos, llamando la atención con su singular estilo. Dentro de una estética post punk de reminiscencias britpoperas y un fraseo que raya casi en el spoken world -a veces incluso sonando rapeado-, Yard Act se presenta como un acto fresco y desenfadado, que no se queda en la mera referencia de algunas de sus influencias, sino que logra amalgamar un sonido maleable, divertido y con una paleta impresionante de sonidos.
Otro de los puntos altos y reconocibles que marcan el camino de la banda son las letras, llenas del característico humor negro inglés, cargado con una aguda y punzante crítica al capitalismo que nos suelta a lo largo del disco grandes y memorables frases que se deslizan dentro de la instrumentación que la banda ejecuta de forma en ocasiones tan hipnótica y minimalista, con líneas de bajo eclipsantes, ritmos de batería síncopados y afilados y divertidos riffs de guitarra por todos lados.
Los sonidos que va soltando la banda a través del disco nos pueden hacer bailar, nos pueden hacer enganchar a un coro pegajoso, pero también nos pueden hacer clavarnos en las texturas y los detalles rítmicos y de arreglos, como puede ser una juguetona secuencia electrónica o una percusión africana, por mencionar unos pocos detalles.
En “Dead Horse” la banda comenta que “el último bastión de esperanza que le quedaba a esta gran nación era la buena música, pero no la nutrimos, elegimos ignorarla”. Cuando menos, pueden estar seguros que es difícil ignorar un disco como The Overload; incluso, podemos hablar desde ya de uno de los grandes álbumes de este temprano año.
Take the money and run!