Bob Vylan, desde su álbum anterior, We Live Here habían volteado los reflectores en torno suyo, pero es con este reciente álbum, The Price of Life, en donde la banda termina por detonar su discurso musical y letrístico a niveles sobresalientes.
En el apartado de las letras, la banda apunta al establishment británico, sin dejar títere con cabeza hablando de forma afilada acerca de la cada vez más marcada desigualdad económica, los medios, el colonialismo, el racismo que suelen vivir día a día o temas que suelen pasar desapercibidos -a pesar de la importancia que tienen- como la comida basura o el sistema educativo. Pura poesía punk con frases demoledoras, con retratos de realidad descarnados, y algunos momentos de oscuro sárcasmo.
En alguna entrevista, se les preguntaba acerca del tono de la música que hacían, y respondían muy acertadamente: ¿Por qué hay tantas canciones sobre amor y fiestas en las principales listas de reproducción, en un momento en que la gente elige entre comida y calefacción?. Algo que resume esa rabia musical que aflora en su música.
Pero no todo es rabia y furia en lo que hacen. Musicalmente, el álbum parte de las formas del grime y el punk hardcore, para navegar entre una riqueza musical donde lo mismo podemos tener esperados momentos de pura explosividad como del final de “Big Man” a lo Body Count (algo que luego retoman en un tema como “Turn Off the Radio”) o el inicio casi jungle de “Wicked & Bad”, hasta temas como el reggae-rap de “Healt is Wealth” o lo que parece ser un guiño al rock noventero con esas guitarras acústicas y cambios de ritmo de “He Sold Guns”.
Por otro lado, “Must Be More” debe ser de calle, una de las joyas del rap de este año, con ese flow que flota sobre esa hipnótica base. Eso si, sobre el final, el disco se vuelve una patada en la cara que poco sabe de sutilezas, pero cuando estas en medio de un mar de riffs, secuencias electrónicas y rapeos a destajo, no es algo que sea en absoluto malo, al contrario.
En pocas palabras, Bob Vylan lanzó un disco fundamental, uno en el que se muestra como debe ser un álbum de espíritu punk -en un año de buenas muestras punk- e incomodo.