Debido a la pandemia hubo un bache en lo que se refiere a conciertos en todo el mundo y Guadalajara no fue la excepción. Si bien ya hace alrededor de un año que volvieron los espectáculos en vivo, las opciones alrededor del rock habían caído entre aquellos dirigidos a un nicho muy específico (A Place To Bury Strangers) o aquellos completamente mainstream (Muse). Amyl And The Sniffers en el C3 Stage fue el evento perfecto para reunir a un público excéntrico de variada procedencia.
Eran las 8:30 de la noche y ya se podía ver una respetable fila fuera del recinto, algo más o menos insólito para un concierto de punk rock en Guadalajara. El aforo consistía en su mayoría en personas con atuendos oscuros, cabelleras brillantes o beanies. 15 minutos más tardes se vería a Amy Taylor revisando con curiosidad y buen humor la mercancía pirata de su banda y posteriormente tomarse selfies con algunos de sus seguidores. Se respiraba un buen ambiente.
El evento empezó de manera formal a las 9:30 de la noche, con una muy respetable audiencia considerando que se trataba de la banda de apertura. Para ese momento ya se veía un público que, a pesar de sus diferencias demográficas, tenía en común una clara avidez de decibeles. La banda tapatía de hardcore-punk Flores y Fuego se encargó, durante casi media hora, de calentar los motores previo al acto principal. Con un sólido sonido y la desafiante voz de Melisa fueron ganando adeptos tema tras tema, llevándose al final una merecida ovación.
La gente continuó ingresando hasta lograr un lleno no saturado, que permitía el flujo a lo largo y ancho del recinto. A las 10:35 se apagaron las luces y Amyl And The Sniffers ingresaron al escenario con “La Chona” de fondo. “Balaclava Lover Boogie” comenzó a sonar detonando una lluvia de cerveza en el mosh pit que acababa de crearse.
Una constante tanto en el escenario como en la audiencia fue la energía desbordándose, arriba encabezada por Amy, que aprovechaba cada solo de guitarra de Dec Martens para rondar a lo largo y ancho de la tarima, contorsionando cuerpo y rostro, y abajo, en forma de cabezas agitadas y brazos en alto. De hecho, “la emoción” cruzo el límite cuando un listillo (léase imbécil) intentó propasarse con una Amy cercana al escenario, ella respondió como tocaba: una patada y un escupitajo. A pesar de su visible incomodidad, continuó con la misma intensidad que hasta el momento.
Durante “Security”, cayó en el escenario un Dr. Simi de peluche, al parecer sigue siendo algo que se hace. Amy lo tomó con curiosidad, y tras un par de estrofas con él en las manos, lo regreso a la audiencia. Gus Romer lideró los gritos de “¡Oi! ¡Oi!” llevando el concierto a un tipo de punk particular durante la segunda mitad del concierto, en el que sonaron temas como “Cup Of Destiny”, “Control” y “Some Mutts (Can’t Be Muzzled)”. El concierto llegó a su final con “Hertz”, ante un público que esperaba un encore que no llegó. Sin embargo, los 20 temas ofrecidos por los australianos dejaron un excelente sabor de boca.
El concierto en sí mismo fue muy bueno, una banda en plena forma siempre es algo digno de verse. Pero más allá de eso, me llamó la atención la cantidad de gente con la que me reencontré en el público tras varios años. “Renegados” de diversos círculos (estudiantiles, empresariales, literarios, musicales, familiares, académicos) salimos de nuestros escondrijos con un fin común: presenciar un buen concierto de punk. Esperemos que vengan más para nuestra ciudad.
Pueden ver el setlist completo del concierto aquí.
Fotografías cortesía de Sebastián Mejorada.