Para el año 1993, el grunge era ya el género que dominaba en las listas de popularidad y por ende, lo llamado como música alternativa, en sus diferentes vertientes, también lograba hacerse de un hueco en los charts. En México, era el momento de los grandes mitos del rock en México con grupos como Café Tacuba, Maldita Vecindad o Caifanes, y la reciente aparición de otros que ganarían su lugar como Santa Sabina.
Fobia era un grupo que si bien había iniciado a mediados de los ochentas con relativo éxito, no gozaba del mismo arrastre de las citadas bandas. Ellos no apostaban por un sonido con influencias mexicanas, no gozaban de cierto culto, ni su sonido era el más elaborado u oscuro para los más clavados; vamos, que ni siquiera se abanderaban dentro de alguna posición política evidente que los hiciera simpatizar con alguien. Para muchos, era un grupo agradable de canciones pegajosas, y para otros, era una banda un tanto prefabricada (en ese tiempo, existía un fuerte prejuicio el que tuvieran una pinta de niños bien y tuvieran un cantante ciertamente atractivo). La verdad es que con todo en contra, siempre habían tenido algo que decir, y al mismo tiempo siempre tuvieron un sonido particular y una personalidad definida desde sus inicios.
Con ese preámbulo detrás, Fobia decidieron lanzar en ese año su tercer LP al cual titularon Leche, con el cual entraban a una etapa más experimental de la mano de sonidos más en boga. El disco fue producido por su viejo conocido Marteen, un productor del cual no hay demasiados datos en la red (mucho menos fotografías), y del cual luego escuché el mito que era tan solo un sobrenombre que se creó Paco Huidobro en esta faceta, cuestión que el mismo guitarrista ha negado, comentando que el productor si existe, no tiene nada que ver con él y que actualmente vive en EU.
Tan solo el primer tema del álbum, “Plástico” nos da una idea de lo que el álbum nos reservaba en cuanto a su eclecticismo, con ese inicio con música andina y unos coros ciertamente bobalicones, que daba lugar a un tema fuerte y con personalidad, y que sonaba tan actual para la época, como memorable, con esa instrumentación que nos mostraba a una banda que se entendía a la perfección -ojo a esas guitarras psicodélicas y un Gabriel Kuri en estado de gracia -.Un verdadero temazo.
Continuaría el que fue el único sencillo del disco: “Los Cibernoides” un tema que siempre lo sentí por debajo del nivel general, y un tanto desfasado del concepto de álbum con esa crítica hacia la televisión, que por su tono un tanto de broma, hacía que se diluyera el mensaje junto a un extraño video que tampoco ayudaba mucho. La elección de ese sencillo no fue la idónea -no proyectaba mucho del espíritu del álbum, ni ayudaba mucho en el posicionamiento de la banda- y mucho tuvo que ver para que ya no se lanzara algún otro sencillo.
Después de ese atropellado track, continuaba “Fiebre” un tema de una estructura muy noventera que intercalaba momentos fuertes con momentos mas lentos y cachondos, un tanto funkys, una de las influencias más claras dentro del álbum. Seguía el turno de “No me amenaces”, un tema más pesado que resulta toda una declaración de intenciones en contra de sus detractores, con una influencia un tanto a lo RHCP. Continuaba el tema “””, una vacilada total, pero que sin tener ninguna pretensión y con la fuerza que despedía, no desentonaba con el disco a partir de esa idea tan ecléctica que proyectaba ya.
Después de la anterior embestida, da inicio el que para mí es no solo uno de los mejores temas del disco, sino de todo el rock en México: “La Miel del Escorpión”. Si poco le interesaba a la banda mostrar cierta mexicanidad, que mejor que mostrar también esos principios a través de un sutil y elegante bossa nova que navega en medio de distorsionadas guitarras en ocasiones lúdicas, en ocasiones de un gran poder, que enmarca la voz de un Leonardo de Lozanne, que sin ser una de las voces más potentes en México si es una de las más singulares, de las que mejor se adapta al estilo y a lo que pide un tema, y eso es algo que lo hecho único, de la mano de la genialidad de Paco Huidobro.
Continua “Perra Policia” otro tema que en sí mismo, proyecta ese eclecticismo, con su inicio de polka, ladridos y un sonido en donde es más notorio esa influencia de los Chili peppers o de Faith No More por su mezcla entre funk y metal pesado. En “Regresame a Jupiter” la banda se pone romántica -claro, a su manera- Con un tema intenso con interludios de un sonido espacial, y con ese cierre que se siente un tanto más ambiental y oscuro, volviéndolo uno de los puntos más altos del álbum.
En “Maten a DJ” vuelven a ponerse furiosos, con otra combinación de rock pesado y un tema con un beat que bien nos hace recordar a un tema como “Paquita Disco” de La Lupita, lo que me hace pensar nuevamente el porque no tuvieron tanta repercusión comercial en su momento, pero pues por otro lado, la respuesta no tarda en llegar -aparte de no haber sido escogido como sencillo-. El tema tiene un cierto espíritu mala leche. Puede resultar simpático, pero al mismo tiempo, su combinación resultaba menos radiable -hoy día, lo sería menos-.
“Tu me asustas” por otro lado, es como la segunda parte de “Regresame a Jupiter”, donde vuelve ese tono más suave, pero con un dejo de nostalgia, al reflexionar en torno a la vejez, aunque lo hace con un sonido aún más lúdico, volviéndose hacia la segunda parte más experimental y decididamente espacial. Un cierre espectacular, sin duda. Al final, quedarían algunos bonus track que variaron entre el cassette y el cd y que daban cerrojo de forma singular al álbum.
Leche fue un disco incomprendido en su momento, que fue ganando con el tiempo, un estatus de culto y el cariño del público. Para muchos, me incluyo, es su mejor álbum y uno de los mejores del rock en México.