Crónica de King Krule en Guadalajara

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*Fotografías por cortesía de Adriana Armenta.

Llegaba el día de la presentación de Archy Ivan Marshall en la ciudad, con un cambio de última hora de sitio. De ser en el Guanamor, pasó a C3 Stage. Esto nos dejaba con varias interrogantes, como el hecho de cuanta audiencia pudiera acudir al evento, esto aunado al hecho de un horario un tanto extraño (siendo domingo) para arrancar el evento, lo que ocasionó una gran cola al acercarse la hora de la presentación. Cuestiones de logística causadas por el cambio de sede, me imagino. 

La grata sorpresa fue que el lugar si alcanzó a llenarse, lo cual, de la manera como se haya dado, siempre da otra vibra a las presentaciones. Al poco tiempo que llegué, empezó a tocar la banda abridora: los canadienses de Corridor, la cual no conocía y fue una grata sorpresa, pues tienen un sonido bastante sólido y que mantuvo el interés del público en todo momento. 

Quizá por la hora que era, el interludio entre ambas bandas se sintió un tanto larga, lo bueno es que siempre quedaban los amigos para hacer más llevadera la espera. Alrededor de las 11 de la noche, Archy y su banda fueron acomodándose, entre penumbras, en el escenario.

La propuesta de King Krule siempre me ha gustado. Esa peculiar combinación en su música de algunos géneros como jazz, hip hop, psicodelia y punk, entre otras inclinaciones musicales, así como su timbre de voz de que lo mismo le da para casi susurrar algunos temas que tener lapsos infernalmente intensos, o hasta hacerla por momentos de crooner, lucieron en directo, e incluso, en muchos temas -los que no apuestan por lo más melancólico- se siente con un mayor punch que lo que suele escucharse en sus álbumes.

En cuanto a los temas, hubo un recorrido por toda su discografía, desde el fabuloso 6 Feet Beneath The Moon que lo puso en la palestra con temas como “Baby Blue” o “Easy Easy” -dos de los temas más coreados, sin duda-, hasta el lanzamiento del año anterior, Space Heavy, que fue el que lo trajo hasta acá, y que fue el disco del cual se desprendieron más temas, como “Filmsier”, la casi grungera “Pink Shell” o la muy bonita “Seaford”.

Aunque no haya tocado casi temas de The Ooz– mi disco favorito del músico- la selección de temas fue muy bien balanceada, entre lo más crudo y pesado -que nada le pide en ocasiones, a un grupo de metal- hasta lo más melódico y atmosférico que se vuelve por momentos tan taciturno y melancólico, con esas incursiones en todo momento hacia el jazz, que coronó una muy agradable noche con uno de los músicos más singulares de la escena rockera actual.