Kendrick Maximus Decimus Meridius Lamar Duckworth decidió que ya hemos tenido suficiente de Drake. De Drake y la sonrisa estúpida de Drake. De Drake y las canciones vacuas de Drake. De Drake y el nihilismo corporativo de Drake. Y estoy completamente listo para ello, desde la década de los 90’s la industria musical ha tenido un hueco particular, han existido insultos, diatribas mediáticas y en menor medida ocasionales peleas directas (Jack White vs. Jason Stollsteimer). Pero desde Public Enemy vs el Estado de Arizona, Ice T vs La policía de los Ángeles, Malkmus vs Corgan y Napster vs Metallica hemos pasado años y años sin un duelo del bien contra el mal (el mal en todos los casos está representado por la segunda entidad listada… Lars…) adornado por canciones.
Después de la sanguinaria seguidilla de “Euphoria” y “Meet The Grahams”, cualquier persona con un mínimo de perspectiva se podía dar cuenta de que Lamar representa una forma de entender la cultura transversal al arte, la tradición y el acervo construido por décadas. Y aun así había dudas porque… porque los beats no eran tan pegajosos o no se traducían a clubs o videos de Tik Tok. Y esto es el punto, décadas de 50 Cents, Drakes y Will Fucking Smiths han hecho cercano a imposible poder distinguir donde termina el entretenimiento y empieza la sustancia. Drake ha hecho una carrera, una millonada, un legado de esto.
Afortunadamente el talento de Lamar y los errores estratégicos de OVO (si, usemos AI para revivir a Pac, seguro nadie de la costa Oeste lo tomará personal) han galvanizado a una comunidad geográfica y conceptual que han reconocido esta como una oportunidad perfecta, tal vez única de resetear la trayectoria y los objetivos del hip hop como expresión cultural. Los defectos de Kendrick, su tendencia patológica a darle un peso a cada detalle, la conceptualización de que el mensaje es la meta y sus coqueteos con la idea de tener una misión más grande que él mismo lo hacen, al mismo tiempo, el T-1000, la máquina perfecta de eliminar payasos. Cuando a las letras asesinas y el delivery más desbocado de Lamar se le agrega un beat insano de Mustard que te lleva, quieras o no, al final del milenio pasado alrededor del Pacífico, obtienes el vehículo perfecto para alcanzar incluso a los más obtusos y superficiales de los individuos. Hey, los fans de Aubrey están aquí.
Desde los alegatos de comportamiento de Drake y su entourage hasta las acusaciones de apropiación cultural. Desde las amenazas veladas de que la Bahía puede ser su última visita hasta la advertencia de que hay más canciones de dónde salió esta espero, por el bien de todos que no haya una respuesta. Graham se metió en un ring del que no iba a poder salir, no solo con el puño en alto, sino tal vez con una carrera. Lo mejor sería no volver a hacer mención del tema y comerse años de burlas como le sucedió en el episodio con Pusha, pero sincera, sinceramente espero que esté tan alejado de la realidad que continúe tratando de boxear con dios. Nos esperarían más risas y si tenemos suerte la eliminación completa de un subgénero menor y dañino que ha bufonizado la industria y nos ha regalado cosas como, llévame señor, DJ Khaled.
Hey, hey, run for your life, hey, hey, hey, hey, run for your life…