Mabe Fratti ha tenido una fulgurante carrera, desde sus inicios. Abrazada a la vanguardia musical y explorando diversos terrenos, ha logrado ir cimentando una discografía al mismo tiempo sólida y aventurada.
En esta última placa, la artista guatemalteca afincada en México, se embarca en un álbum que la acerca más que nunca al pop en cuanto a sus estructuras. Pero no confundamos: ese espíritu rabioso, disonante, y bellamente expresivo que siempre ha demostrado, sigue latiendo dentro.
La audaz artista ha logrado crear su disco más accesible, pero aunque parezca curioso, sin dar concesiones. Producido por su socio I. La Católica (la otra parte del dueto Titanic, con el que ha formado una mancuerna realmente extraordinaria). En la obra, expande su paleta y su forma de hablarle al oyente sin traicionar su forma de entender y de expresar su música. Esto ya se venía dando desde su álbum anterior y Vidrio, la obra hecha como parte del dueto Titanic, pero aquí es donde se desata por completo.
La voz y el violonchelo de Mabe están ahora más al frente, sin embargo, los diversos instrumentos que se emplean en la obra son los que le dan una mayor cantidad de matices a través de los distintos arreglos. Es ahí donde podemos tener desde el empleo de sintetizadores oscuros, hasta el uso del vocoder. Por otro lado, una trompeta como la de Jacob Wick, tiene participaciones realmente brillantes y oportunas.
Desde los dos sencillos de introducción, podemos entrever algo de la propuesta. Con «Kravitz» se acerca al rock a través de la voz de Mabe al frente, con un sucio bajo y golpes de bateria, pero que va dando lugar a instrumentaciones disonantes y serpenteantes. Mientras que el dream pop de «Pantalla azul» nos muestra una bella pieza que flota reflexionando en torno al desconcierto y la autoreflexion, leit motiv del disco.
A partir de ahí, el disco transcurre entre melodías de hermosa factura, disonancias, inventivas vocalizaciónes (por momentos, la artista me recuerda a músicas mexicanas como Sara Valenzuela o Rita Guerrero en su forma de cantar), experimentaciones, acercamientos a otros géneros, sonidos espectrales, oscuridad, luz y liviandad.
Mabe Fratti lo vuelve a hacer. Bajo un ritmo imparable, nos regala otra gran obra dentro de una carrera a tomar en cuenta.