WYATT E., Y SU RETORNO TRIUNFAL Y MAJESTUOSO CON UNA OBRA MAESTRA DE DOOM Y DRONE ESPIRITUAL.
Puede resultar contradictorio para alguien que reseña música lo que voy a decir, pero resulta hasta abrumante el bombardeo de talento que nos llueve de distintas partes del mundo y de distintos géneros, en tiempos digitales en donde prácticamente no nos da tiempo de procesar una obra maestra, cuando ya hay unos 20 álbumes en espera de ser escuchados. Y es que en este inicio de año, la música no ha tomado pausa, y ya hay varios álbumes que son seguros candidatos a los mejor del año, destacando el retorno al country, de parte de Ringo Starr, con Look Up, álbum editado el pasado 10 de enero, mismo día que vio surgir la nueva entrega de los originarios de Bélgica, Wyatt E., uno de los actos más propositivos dentro de la escena doom, drone y avant-garde.
zamāru ultu qereb ziqquratu, Part. 1, es la nueva obra sonora de la agrupación, que se convierte en su primer álbum bajo el cobijo del sello Heavy Psych Sounds, un fichaje que fue un acierto enorme de parte de esta casa discográfica, algo que no queda duda ante lo entregado por la banda conformada por Sébastien von Landau (guitarras, bajo, sintetizador, saz, voz) Stéphane Rondia (guitarra, bajo, sintetizadores, voz), jugando además con la incorporación de dos baterías, ejecutadas por Jonas Sanders y Gil Chevigné.
‘qaqqari lā târi Part I’ abre el portal a las introspecciones místicas, de la mano de un doom adornado con una excelente base rítmica, misma que se complementa con el sonido atmosférico del sintetizador, destellos del sitar, y unas guitarras que avanzan con arpegios limpios hasta reventar de manera poderosa. Las voces son prácticamente ausentes, destacando fragmentos recitados de una voz masculina, mientras que unos cantos femeninos funcionan a manera de contrapunto. Tras este lapso de voces, el poderío vuelve a estallar, con los cantos femeninos desplazandose de manera casi imperceptible entre los riffs. En la parte final, las distorsiones desaparecen para dar paso a un oportuno arreglo de percusiones.
Un punzante bajo palpita de manera minimal, anunciando la llegada de ‘kerretu mahrû’, un track que presenta una reversión de ‘About The Culture Of Death’ uno de los movimientos de la sinfonía ‘Mesopotamia’, de Fazil Say. Esta re interpretación se viste de detalles electrónicos y el sonido de una viola ejecutada por la invitada Amalija Kokeza, que sin duda destaca bastante. Las guitarras en tonos psicodélicos se unen a esta danza mística, mientras que las percusiones toman cierta intención tribal, a la par de una batería en un plano más doom. Sin dar pausa alguna, la banda aborda ‘Im Lelya (feat. Tomer Damsky)’, en donde los sonidos de la viola siguen presentes, algo que también hacen las percusiones. La voz de Tomer Damsky se complementa con el acompañamiento de la tabla, el sitar, y las cuerdas en tono hindú, haciéndonos sentir en medio de una mezquita.
La estructura y esencia bañadas en los ecos del medio oriente, siguen presente en ‘The diviner’s Prayer to the Gods of the night (feat. Nina Saeidi)’, con la mística voz de Nina Saeidi, de los británicos Lowen, interpretando en arameo. Esta delicia auditiva se conduce a través de los sonidos acusticos del saz o baglamá (instrumento de cuerdas tradicional turco), percusiones y discretos adornos electrónicos. Muy de fondo, casi de manera imperceptible se escuchan unos sonidos que aparentemente son de una flauta, posiblemente tradicional, ya que no presenta rasgos de ser flauta transversal.
‘aḫānu erṣetum’ es el track que concluye el viaje místico, de la mano de los sonidos atmosféricos generados por los sintetizadores.Aquí nuevamente entran unas voces recitadas, un momento antes de que la batería comience a tomar más fuerza en in crescendo, acompañada de una línea de bajo tan minimalista como efectiva. Las guitarras escupen un sonido limpio coronando la base, para pronto estallar a la par de la base rítmica, sin llegar al atasque. Los sintetizadores siguen brillando, mientras se incorpora nuevamente la voz, dando lugar a un break de bajo, arpegios mínimos, y aplausos que van pegados a los golpeteos de los graves. Después de un lapso en este mood, el doom con esencia drone, llega para reventar en distorsiones.
Así llega a su fin un disco al que faltarían palabras para describir su grandeza. Esto ya es de lo más épico que le va a ocurrir al 2025 en música. Estamos ante un disco sorprendente, de esos que cuando los descubres, te dan la sensación de haber abierto las puertas hacia un mundo diferente en tu espectro musical. Una obra maestra que representa un epítome de originalidad, calidad interpretativa y espiritualidad.
Un álbum que simplemente vino a dejar una vara muy alta de sortear para cualquier artista del género, ya que definitivamente, quien quiera superar o tan siquiera igualar este trabajo, definitivamente tendrá uno de los mayores retos de su vida (vamos, hasta los grandiosos Om la tendrían difícil). Esto es imperdible, un tesoro esperando a que lo descubras. Deja de leer y dale play a la de ya.