Slowdive es de mis bandas favoritas. Me gustan mucho sus discos y muchas de sus canciones han tenido un significado especial en varias etapas de mi vida. Hoy es cumpleaños de su segundo álbum, Souvlaki, una experiencia musical que une las relaciones fallidas, las drogas, el aislamiento, las guitarras eléctricas conectadas a muchos pedales y voces fantasmales que cantan a la par y se disuelven en las murallas de sonido.
Ahora considerado por muchos (quizás sólo yo) como uno de los discos top 5 de los 90’s, en su época le fue mal con la crítica, las ventas fueron bajas y empezó el declive de la relación de Slowdive con su legendaria disquera Creation.
La composición de las canciones tuvo tres periodos: uno durante la gira en europea en 1992, otro cuando Slowdive trabajó junto a Brian Eno para “Sing” y “Here She Comes”, y la última fue durante la grabación del álbum.
La gira europea de principios de 1992, cuando la audiencia del shoegaze eran en su mayoría otras bandas de shoegaze, vino con una dosis de inspiración y lograron componer varias canciones que Creation rechazó casi en su totalidad, pero les permitió total libertad creativa. Al regreso de la gira, Neil Halstead contacta a Brian Eno y al poco tiempo los acompaña en el estudio para grabar y producir “Sing” y “Here She Comes”.
En las siguientes sesiones de grabación, Neil Halstead recibe la recomendación de «alejarse un tiempo» a una cabaña, en parte por su estado emocional y en otra por una especie de bloqueo creativo que le aqueja. Quizás acompañados de muchas drogas, Halstead se encierra por algún tiempo y en una especie de ejercicio de introspección logra plasmar sus dolores sentimentales en varias canciones, entre ellas “Dagger”, y regresa al estudio con su banda para terminar el disco.
Lo que vino después para Slowdive fue una gira por Estados Unidos, un tercer álbum que su disquera odió (y los demás amamos mucho) y con el que los despidieron. Después de un ligero ajuste en la alineación, Slowdive se convirtió en Mojave 3 y firmó para la mítica disquera 4AD en su etapa más mítica, y grabaron muchas canciones muy hermosas de folk alternativo.
Para mí, Souvlaki es de esos discos que quedan «aromatizados» por el caos que había en la mente del compositor, el dolor de una ruptura sentimental está en “Dagger”, “Machine Gun” y quizás “Country Girl” (en caso de que estés escuchando la versión con extras) pero aún en las canciones como “Alison”, que habla más de muchachos drogados pasándola más o menos bien, la melancolía se siente mucho en las melodías de las guitarras llenas de distorsión. Aunque a nivel personal su primer disco es mi favorito, Souvlaki le habla a otras partes de mí como ningún otro disco puede, lo quiero mucho porque a veces también me sirve para tranquilizar a la cabeza cuando lo necesita.