THE GRAY GOO & SCHTICKY: DOS BANDAS, UN ÁLBUM = UNA OBRA MAESTRA.
Después de entregarnos 1943 (2022), y Circus Nightmare (2023); dos de los álbumes más eclécticos surgidos en la escena stoner de los últimos años, gracias a ese caleidoscopio musical de stoner, funk, psicodelia, metal, punk, disco, country, cumbia, etc., los estadounidenses The Gray Goo están de regreso con una nueva odisea musical, ahora en formato split con Schticky, banda de psicodelia y space rock, que al igual que los Gray, también surgieron de la escena musical de Flathead Valley, Montana (desafortunadamente no encontramos mucha información respecto a la banda).
El fruto de esta unión musical es The Schticky Gray Goo, editado bajo el sello The Metronome Clinic, con las tareas de la producción, a cargo de Max Gargasz, integrante y también productor de The Gray Goo. Y son precisamente ellos quienes nos reciben con ‘The Philosophers’ Stoned’; track de más de más de 16 minutos de duración, lapso de tiempo en el que Max Gargasz (guitarras, voz, sintetizadores), Matt Carper (bajo, voz, teclados) y Zach Ronish (batería, voz), se embarcan en un stoner que no cae en los tópicos que ya se volvieron un abuso de parte de la escena actual.
La base rítmica se conduce de manera casi cadenciosa, resaltando la línea de bajo. La guitarra destaca en su papel, intercalando riffs y solos. Alrededor del minuto 5, hay un cambio de estilo, mutando hacia un rock más frenético. Al minuto seis nuevamente hay un giro, en uno de los momentos más geniales del track, en donde el bajo y batería se avalanzan de manera galopante, mientras la guitarra contrarresta con riffs y solos. En un poco más de un minuto, se presenta otra estructura, sobresaliendo el trabajo de Max en la guitarra.
Cuando parece que esto ya dio todo lo que tenía que dar, surge una pausa que es rota con un ataque más emparentado al stoner metal; con una guitarra cuyos efectos se dispersan como vidrios rotos, sobre una base rítmica que hace vibrar los altavoces. Pasado el minuto 12, el trío nuevamente hace de las suyas, con la incorporación de arpegios más limpios, que se unen al bajo y batería, en un lapso pausado, enclaustrado en un mood neo psicodélico. Al final, los sonidos del sintetizador salen a flote, creando una atmósfera space.
Es el turno de Schticky, que nos entregan ‘Daedalus’ Dream’, cuya duración roza los quince minutos. Aquí se nota la incorporación del teclado, muy al estilo de los años sesentas. Solo que aquí, este instrumento suena discreto, sin ser protagonista, ya que logra un perfecto balance con la guitarra, batería, bajo y voz. Al ser un track largo, no es de extrañar los cambios de estructura, que llegan con una guitarra más limpia, que dibuja figuras, mientras otra más distorsionada avanza en paralelo. Los teclados vuelven a surgir, en un ejercicio heavy psych.
Pasando los cinco minutos, nos encontramos con un estilo más pesado, con riffs de alto octanaje y espesor cannabico, en donde el teclado sigue teniendo presencia por algunos momentos, aunque no emerge tanto a la superficie. Después del denso stoner, en la parte final las distorsiones bajan la intensidad, para dar más protagonismo al sonido del teclado.
Tras las dos excelentes muestras sonoras presentadas por las dos bandas, llega el final del álbum con ‘Emulsion/ Immolation’, track realizado en colaboración entre ambas, y cuya duración sobrepasa los 12 minutos, presentando un híbrido en el que se deja en evidencia el roce de estilos. Destacando en este junte, el trabajo en la base rítmica, que destila potencia. Las guitarras presentan efectos contrastantes pero en conjunto funcionan perfectamente.
Cerca del minuto 4, aparecen unos arpegios casi rozando lo acústico, siendo reforzados por el bajo, y una batería que in crescendo va tomando lugar. Otro detalle que da un completo realce es la aparición del teclado. La dirección tomada en este lapso puede fácilmente emparentarse con la neo psicodelia, stoner, o hasta krautrock. Cerca del minuto ocho, el stoner rock nos golpea a punta de decibelios. Para los últimos dos minutos del track, nos encontramos con un lapso más melódico, seguido de un caótico final.
Así llega a su final esta colaboración musical, cuyo fruto es un trabajo perfecto de principio a fin, con dos bandas demostrando sus fortalezas y creatividad, creando una joya sonora que representa una alternativa a los clichés de la monotonía que se han incrustado en muchas de las bandas de la escena stoner. Un disco que sin duda alguna merece estar entre lo mejor del año.