Los Cardencheros de Sapioriz tenían prácticamente poco que habían visitado Guadalajara, sin embargo, el hecho de que se presentaran en un teatro representaba posiblemente una experiencia distinta a la que se había tenido dentro del marco de un festival; a mi esta ocasión me sugería que pudiera ser algo tal vez más cálido y cercano.
Lo primero con lo que me encontré fue un porcentaje de audiencia distinta a la ocasión anterior; el teatro lucía casi lleno, así que el marco estaba puesto para disfrutar de una buena velada.
Antes de que la agrupación se hiciera presente, tuvimos la deliciosa presentación de Dolores SanJuan, quien, con su gran voz e interpretación, nos llevaba por un viaje por las distintas expresiones rurales de nuestro país. Ya sea por medio de composiciones propias o del cancionero popular mexicano, su participación, la cual fue creciendo con cada canción y enriqueciéndose con los músicos invitados, fue tan acertada como disfrutable. La misma Dolores SanJuan fue la encargada de presentar con sumo cariño y respeto a la agrupación duranguense. Entre aplausos, fueron recibidos los tres integrantes.
Sin embargo, nos encontramos con una mala noticia de entrada. Don Antonio Valles, uno de los cardencheros originales (el mayor de ellos), no pudo presentarse al encontrarse delicado de salud. Aunque teníamos el reemplazo en la figura de Don Manuel Valles, esta situación nos dimensionó un hecho que se ha advertido en cuanto a la existencia del canto cardenche: que la misma es una tradición, una expresión antiquísima en vías de extinción, y que con todo y el impulso que se está dando para mantenerlo con vida al trasladarlo a las nuevas generaciones no deja de doler el que la única agrupación que representa realmente a esta expresión se encuentre en una situación muy latente en la que cualquiera de los integrantes, dada su edad, pueda dejar de ser parte de ello o que en algún punto pudieran dejar de existir como agrupación única en su especie. Todavía ni empezaban y la espina ya se hacía sentir.
Pero el show debía continuar, como bien mencionaron ellos mismos. Por medio de su calidez y sencillez humana, los cardencheros interpretaron varias de esas canciones que vienen heredadas de sus antepasados y que ellos nos comparten, porque más que un recital, lo que estos señores nos ofrecen es una comunión con sus raíces. Ahí estaban sino canciones como “Los Horizontes”, “Una mañana muy transparente”, “Ya me voy a morir a los desiertos” o “Ya me voy amigos míos” entre otras, para ser parte de su sentir, del enfoque que ellos tienen hacia su tierra y su forma de vida, aunado esto a la cercanía que tienen hacía el público compartiendo relatos e incluso haciéndolos partícipes. Su presentación fue por momentos bastante sui generis, dado que en el integrante sustituto era evidente su nerviosismo hacia un escenario del tipo, y aunque en ocasiones desentonaba con los dos integrantes con más fuelle, esto era pecata minuta ante el corazón e intensa interpretación que ofrecían. Ellos se disculparon varias veces ante la situación, pero la gente sabía que su profesionalismo y su honestidad estaban muy por encima de ello. Los aplausos y el cariño que la gente les demostraba lo hacían ver.
Esperemos de corazón que Don Antonio Valles se logré recuperar y que esta antigua tradición logré sobrevivir a través de nuevas generaciones que puedan tomar la estafeta de tan intensa expresión. Larga vida al canto cardenche.
*Fotografías por Rodrigo Cerda.