No cabe duda que los lazos de una madre y un hijo son de los vínculos más significativos en la vida de todo ser viviente, pues ella es quien presta su cuerpo y alma para la gestación de otro ser y, además, es quien generalmente se hace cargo de los hijos cuando por alguna situación los padres se separan o simplemente no hay una figura paterna presente. Todo esto John Lennon lo sabía a la perfección, nadie mejor que él para poder musicalizar tales sentimientos.
John Lennon y su madre fueron abandonados por su padre Freddie Lennon, noticia que devastó a su madre Julia Stanley quien, por tal hecho, sufrió una inestabilidad emocional en su carácter y personalidad. Esto ocasionaría que John y su crianza estuviera a cargo de su tía Mimi.
El joven Lennon no tuvo contacto con su madre hasta la adolescencia, y Julia sería la encargada de fomentar la música en él, enseñándole a tocar el banjo y por sobre todo a plasmar su sentir, toda su rabia y todos sus sueños a través de la música. Lamentablemente fue muy poco el tiempo que John pudo convivir con su madre ya que el 15 de julio de 1958 fallecía Julia Stanley, al ser embestida por un policía que circulaba en estado de ebriedad. Su muerte devastaría a John, y es que recién empezaba a conocerla, y el cariño que se tenían ambos fue abruptamente detenido por su muerte.
John aún era un muy joven cuando ocurrió la dolorosa tragedia de su madre, esto lo marcaría para siempre en lo musical puesto que dedicó y escribió en honor a su madre una de las canciones más emotivas del disco Blanco: “Julia”. Más tarde siendo solista escribiría la desgarradora “Mother” que es la trágica historia de su vida y Julia Stanley. “Madre me tenías, pero nunca te tuve, te quería, pero tú no me quisiste, así que yo solo tengo que decirte……. Adiós, adiós”.