The Gray Goo, banda que ostenta el nombre de un hipotético final del mundo causado por nanotecnología molecular (la plaga gris), presenta su debut 1943, sumándose a la ola de bandas doom que brotan hasta por debajo de las piedras, donde desgraciadamente la mayoría no cuenta con un ápice de propuesta u originalidad, solo dedicándose a ser un clon de los clones de las bandas insignia del género, como Sleep o Electric Wizard.
Por eso es tan satisfactorio encontrarnos con este tipo de propuestas, que si bien no están descubriendo el hilo negro, si es evidente ese deseo de distinguirse con una propuesta innovadora que va más allá de los atasques indiscriminados de fuzz tan choteados hoy en día.
La propuesta de Gray Goo se mueve del doom, stoner metal y la psicodelia, a los terrenos funk, evocando por momentos el trabajo de Les Claypool y sus eternos Primus, solo que aquí el bajo es ejecutado por Matt Carper (que además se encarga de la voz), y complementando al trío, está Max Gargasz (guitarra, voz y producción), y Zach Ronish (batería y voz).
‘Bicycle Day’, el track abridor presenta un intro ambiental de manufactura sci-fi, que poco a poco es sofocado por la batería y ruidos electrónicos en in crescendo. Pronto entra la guitarra que hace mancuerna con unos épicos detalles electrónicos, mientras que unos adornos vocales tratan de llegar a la superficie. Tras ese épico momento, llega un sonido más clavado en el stoner, aunque solo es por un lapso, ya que la guitarra llena de fuzz, cambia su sonido por acordes limpios más orientados al funk, dando pausa para que la escuela de Primus se haga presente, aunque con más esencia psicodélica.
Nuevamente llega otro cambio musical, ahora presentando un estilo más stoner metal con aleaciones funk ácidas. Y por si no fuera suficiente tanto cambio de estilo, el track cierra con ese stoner denso y atascado. Hay que destacar la habilidad del guitarrista y su adaptabilidad mostrada en este espectacular corte de más de 10 minutos.
‘Problem Child’ revienta con todo el sonido denso del desert rock, para cambiar la dirección hacía un estilo que incluso por la voz y estructura, tiene destellos de heavy metal. Nuevamente nos vuelven a regresar al stoner, con una fuerte dosis de acordes galopantes y un buen desempeño de las voces. ‘Launch’ presenta unos diálogos, que dan la entrada a una original estructura de batería a base de golpe de aro de tarola, y una línea de bajo que complementa.
Como ya es costumbre, pronto hay otro cambio de estructura y surge un funk disco que tiene cabida hasta para el doble pedal, y en donde la voz nuevamente interviene solo por momentos, pero lo hace excelente. Este tipo de genialidades musicales no son comunes en un álbum de stoner.
‘The Comedown’ no escatima en texturas y cambios de estructuras, que van de lo ácido a lo funk, incluso a reminiscencias progresivas, que dejan en evidencia el potencial como ejecutantes que los miembros de este trio tienen. La voz aquí deja esos tonos heavy metal, para rememorar el estilo vocal de Les Claypool.
La parte vocal se hace más presente en ‘Shakes And Spins’, a diferencia de los otros tracks que básicamente eran instrumentales con pequeñas intervenciones de voz. Aquí siguen los arreglos funk intercalados con stoner metal y lapsos más clavados en la ambientación, en donde los sonidos psicodélicos se entrelazan con el potente bajo. La parte final reboza en funk atascado de buen fuzz.
Sonidos ambient se hacen presentes en ‘Goo’, un pequeño lapso sonoro que dura un suspiro. ‘Cop Punk’ finaliza esta placa, y lo hace con todo el poder del stoner metal. Claro está, también hay tiempo para una dosis funk y por si fuera poco, un poco de tintes punk no caen mal. Asi es, en esta maldita de joya no escatiman en experimentar. Este track es pesado, propositivo, y cualquier elogio que se le quiera dar.
Y si, sobra decir que estamos no solo ante uno de los mejores discos del año, estamos además ante uno de los mejores y más propositivos y eclécticos álbumes que se han hecho en el stoner en años. Joya de joyas, imperdible para cualquier amante de la buena música, y una muestra para todos la camada de refritos, de como se hacen las cosas.