Recordando “La Lengua Popular” en su décimo cumpleaños

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A una década del último gran disco de Andrés Calamaro

Dentro de su discografía, La Lengua Polular tiene una importancia por sí mismo, ya que después de un lustro de producir un puñado de discos en vivo, de canciones co-escritas o basados en folclor prestado, Calamaro vuelve a retomar responsabilidad con canciones originales y pone de nuevo su persona directamente bajo los reflectores.

Con todas las letras a cargo de Andrés (con la excepción de “Soy Tuyo” donde colaboran muchas manos más) y música compuesta por él mismo con el marcado apoyo de Cachorro López (Los Abuelos de la Nada) en la mayoría de los temas, La Lengua Popular se siente como un regreso a la tradición Calamaresca en donde el Rock, el Pop y un matiz de ritmos latinos envuelven la visión de las cosas de Andrés sobre los temas que aborda en cada canción.

Como contexto, en La Lengua Popular se muestra por primera vez a un Andrés Calamaro como padre (su hija Charo, nació unos meses antes de la presentación del álbum) y relativamente controlado en los excesos que le caracterizaron durante la realización de Honestidad Brutal y especialmente El Salmón. Esto explica el tono mesurado y mucho menos caótico presente en la mayoría de sus trabajos previos y, de una manera mucho menos afortunada, los posteriores.

Hablando de las 12 canciones que componen el álbum podemos hablar de una gran cantidad de aciertos y muy pocos fallos.

La primera decisión bien tomada se nota de inmediato, “Los Chicos” como apertura y presentación del disco es perfecta. Se trata de un guiño de rock puro a todos los compañeros de Andrés que se quedaron en el camino, de una grandísima inspiración y una contundencia tal que la posiciona como uno de los mejores temas no solo del disco, sino de su discografía en general. Un himno instantáneo que ha hecho retumbar todos sus conciertos desde entonces.

“Carnaval De Brasil”, “Mi Gin Tonic” y “La Mitad Del Amor” forman una tercia de rock pop sumamente agradable en dónde se muestra a ese Andrés más calmado, hablando de cosas como las variadas formas en la que las musas se le presentan, la camaradería y el reconocimiento de su nuevo yo que si bien no era un santo, era una versión moderada y más enamorada (probablemente de su hija) que la de sus épocas más desajustadas.

“5 Minutos Más (Minibar)”, “La Espuma de las Orillas”, “Cada Una De Tus Cosas” y “Comedor Piquetero” cuentan con ritmos de raíces latinoamericanas. Temas con vientos, boleros, cumbias/funk y una rumba que no sabe si es rumba, se suman y enriquecen el catálogo de canciones similares que lo han acompañado desde Los Abuelos de la Nada y Los Rodriguez. En estos temas Calamaro habla con algo de humor del arquetipo del artista ebrio y solitario en el cuarto de hotel, el amor en sus distintas aristas y lo pintoresco de lugares como Puerto Madero.

“Sexy y Barrigón” es un rock meramente humorístico donde Andrés aprovecha para hacer de nuevo un guiño a su nueva condición, de barriga creciente y aunque no lo mencione, melena cada vez más rala. Sin ser un tema espectacular, sirve para aligerar la escucha, casi como un buen tema de relleno cuando se le compara con el resto del disco, al día de hoy sería una de las mejores canciones en por ejemplo Volumen 11.

“De Orgullo y De Miedo” y “Soy Tuyo” son baladas románticas diametralmente opuestas en calidad e inspiración. La primera está firmada en letra y música por Calamaro, es sincera, abierta y poética. La segunda es una colaboración con Miguel Cantilo, Joaquín Sabina, Jaime Urrutia y Marcelo Scornik que se queda corta en todos los sentidos, siendo sin duda el tema más flaco del disco y en mi opinión uno de los temas más desangelados en la discografía de Andrés. Por desgracia parece que este tema sería la muestra más fiel en lo conceptual de lo que reinaría en sus discos por venir.

Para terminar “Mi Cobain (Superjoint)” es un ejemplar del Calamaro alegre, abstracto y absurdo que también está presente en toda su discografía. Sin ser piedra angular del disco, sirve a la perfección para cerrarlo dejando un muy buen sabor de boca.

Después de ésta, la que creo es su última gran producción, Calamaro ha continuado con una serie de más bien desafortunadas colaboraciones, rarezas, directos y versiones de temas viejos, con tan solo dos discos en forma: Bohemio que si bien es un disco que se puede escuchar y que tiene algunas buenas canciones, no redondea ni tiene la genialidad que caracteriza sus mejores trabajos y Volumen 11 que simplemente no es un buen disco, es errático y se siente muy forzado para parecer radical y disruptivo sin lograrlo.

No se puede negar que Andrés Calamaro es un referente no solo para el rock argentino, sino para el rock en español en general, habiendo firmado algunos de los trabajos más finos dentro del mismo tanto con sus agrupaciones como en solitario y eso siempre estará ahí, pero tampoco se puede dejar de notar la forma desmejorada en la que se encuentra actualmente tanto en lo meramente artístico como en sus arrebatos en redes sociales y presentaciones en vivo. Como a muchos de su generación, el personaje parece estárselo comiendo y la necedad parece acompañarlo en cada paso que da.

Usemos el día de hoy para recordar esta última pieza clave en su legado, en su décimo cumpleaños.