De enfermedades y curas

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Entrevista con Luis Bolio sobre el nuevo EP de Lenguafractal

Lenguafractal es uno de los proyectos tapatíos que he seguido con mayor interés en los últimos años. Conozco de cerca a los dos pilares del proyecto: Luis Bolio y Carlos Fernández. A Bolio lo conocí hace muchísimo tiempo, en nuestra recóndita colonia, cuando una oleada de agrupaciones nos juntábamos a tocar en casinos rentados. ¿Alguien recuerda a La Granja del Ogro, 20 y las malas, Tlaquepower, Color de Tierra? Bolio tocaba en esta última banda, en la que ya daba rienda suelta a sus inquietudes creativas. A Carlos lo conocí después, en un enorme establo abandonado donde ensayaban los domingos por la tarde, con la desaparecida banda llamada Diodo. ¡Desbordaba creatividad musical aquel lugar! Sólo imagínense, ahí ensayaba también una banda de aspiraciones blueseras y progresivas —muy bien logradas—, que respondía al pomposo nombre de La Asombrosa Caída de Carlos Besenthal.

Luego surgieron Los Otros Mexicanos, a quienes vi en vivo una única vez al pie de los Arcos de Zapopan. Y ahora Lenguafractal, banda que irrumpió las redes sociales con la peculiar imagen de una lengua, que además de papilas gustativas, tiene ojos. El próximo 27 de noviembre ofrecerán un concierto en el Teatro Alarife, con el motivo de presentarnos su más reciente trabajo titulado Enfermedad y cura (2021). Quise aprovechar las vísperas de tal celebración para hablarles de ellos, así que le llamé a Luis Bolio por teléfono, encendí mi grabadora, charlamos alrededor de una hora, y luego transcribí la entrevista para ustedes, lectores de Primero fue el sonido.  

 

Antes de entrar al tema de su nuevo EP, Enfermedad y cura, me latería que me platicaras cómo surgió el proyecto de Lenguafractal.

Fue en 2017, cuando Carlos Fernández y yo teníamos la banda Los Otros Mexicanos, la cual vimos que era muy grande, muy difícil de llevar, porque eran distintas opiniones, distintos intereses y distintas vidas personales. Y ahí fue donde Carlos y yo nos dimos cuenta de que congeniábamos mucho en ideas creativas, en cómo queríamos llevar los proyectos, qué queríamos hacer con ellos. Entonces decidimos hacer una banda él y yo, aunque sabíamos que por las cuestiones de instrumentación era muy difícil de llevar a cabo. Pero bueno, en ese tiempo yo estuve involucrado en una casa cultural que se llamaba Casa Naranja, y para hacer el evento de inauguración de la casa montamos una pequeña obra con música y danza, con mi hermana Lucy Bolio como colaboradora a cargo de las coreografías, invitamos a unos amigos músicos cercanos a participar, y eso fue lo primerito que hicimos.

A la par estábamos grabando una canción que fue nuestro primer sencillo que se llamó “Vida Humana”. Y mientras eso pasaba, decidíamos qué nombre ponerle a la agrupación, y a mí me gustaba la idea de que fueran dos palabras en una sola, y también que significara algo así como un tributo a grupos que nos gustan. Entonces encontramos el equilibrio en dos bandas: La Barranca y Cabezas de Cera. La palabra lengua la tomamos de la canción “La Lengua del Alma”, de La Barranca, y fractal de “Fractal Sónico” de los Cabezas de Cera. Y resultó muy bien, porque el grupo ha sido mitad instrumental y mitad vocal.

El primer EP de Lenguafractal fue Relatos humanos, máquinas y música (2020). Platícame cómo surgió la idea de acercarse a la literatura, por qué eligieron musicalizar a Cortázar, a Rulfo, a Fong, etcétera.

En un inicio surgió como un proyecto para mantenernos ocupados musicalmente, porque nosotros traíamos la idea de profesionalizar lo que estábamos haciendo, pero había que hacer muchas cosas antes, porque la música no es lo único que importa a final de cuentas, hay un montón de cosas que mueven la cuestión musical. Realmente sí nos estábamos preparando, tomando cursos. Carlos y yo somos comunicólogos, y bueno, teníamos una idea de qué es lo que significa un producto comunicacional como tal, que de cierta manera una banda lo es, o los proyectos artísticos son también productos comunicacionales, pero también había otras cosas que hacer, como la gestión, todo lo que envuelve a un proyecto artístico como tal —que ahí la verdad sí estábamos muy verdes.

Entonces no estábamos haciendo nada musicalmente, ya habían pasado dos años —te estoy hablando de principios de 2019—, y le dije a Carlos “si en la universidad nos gustaba un chingo leer, intercambiar textos, ¿por qué no retomamos eso?, pero ahora musicalizando cuentos”. Le propuse hacer una especie de ensayos musicales de los textos que ya habíamos leído, de autores que nos habían gustado mucho cuando estábamos en la universidad. Y nos pareció una buena forma de mantenernos ocupados, musicalmente hablando, porque teníamos instrumentos que no habíamos explotado al 100%: el Loop Station y el Octapad. Y así fue como nos adentramos en este rollo.

También teníamos la idea de que fueran puros autores mexicanos, o que hablaran de México. Pensamos que lo mejor eran cuentos cortos, pues un texto de diez cuartillas no era tan conveniente para una canción de tres o cuatro minutos. Entonces fuimos haciendo la selección de textos. El primerito fue “¿No oyes ladrar a los perros?”, teníamos que incluir un cuento de Juan Rulfo, porque nos encanta su narrativa, es indispensable en la cultura de cualquier jalisciense. Empezamos con él, nos gustó mucho la idea, y mientras estábamos con esa primera rola fuimos proponiendo los demás nombres. Ya habíamos propuesto el cuento “Axólotl” de Cortázar, nos gustaba mucho la idea de que trata sobre el anfibio mexicano, así que de ahí salió la rola de “Axólotl”.

Y ya teníamos también “El Ramo Azul” de Octavio Paz. En ese tiempo conocí a Sergio Fong en una feria cartonera, mi novia Ara ya me había hablado de él, leí algunos cuentos suyos y fui a esa feria con toda la intención de conocerlo personalmente. Entonces lo conocí, me pareció una persona muy elocuente y brillante, además de amistoso y parlanchín.

Le comenté que tenía la intención de musicalizar uno de sus cuentos, y me mostró uno de sus libros que se llama Cuentos de Varro, y el primer cuentito que me enseñó fue “Amorir”, me contó toda la historia, llegué a casa, lo leí y me atrapó muchísimo. Entonces le llamé a Carlos, pusimos ese cuento sobre la mesa, y comenzamos a ponerle música. Por otro lado, no queríamos quedarnos sin un cuento de una autora, así que buscamos y nos gustó mucho “El Huésped” de Ámparo Dávila, porque era un estilo distinto a todos los que ya habíamos musicalizado. ¡Ese cuento a mí me voló la cabeza!

Primero presentamos las canciones en versión dueto, y la gente lo recibió bien, pero luego el proyecto empezó a crecer bastante. Un amigo músico se quiso unir, un día nos dijo “me gusta mucho su proyecto, quiero hacer arreglos a lo que ya escuché que están haciendo”. Fuimos a su casa y ya tenía trabajados arreglos que quedaban excelentes a las rolas que nosotros ya teníamos. Con Paul Campos empezamos a tocar esas rolas como trío. Y luego en 2020, cuando cayó la pandemia, terminamos de grabar el EP de manera casera, por ahí de mayo o junio, justo cuando estábamos todos muy encerrados.

 

De hecho en el EP hay una canción que se llama “Equivocados”, la cual a mi parecer es más política, es decir, tiene una letra más explícitamente política que las otras. Sale un poquito del concepto que era musicalizar cuentos, ¿no? Pienso que quizás esto viene desde Los Otros Mexicanos, pero platícame cuál es la ideología de la banda, pues me parece que sus letras no son complacientes, y no sé si esto continúa en su nuevo EP que es Enfermedad y cura.

 Realmente yo quisiera considerar que soy… o que la banda es un gen anti-político, realmente no nos interesa tanto. Pero también creo que al hacer cosas creativas, ya por sí mismo implica tener una postura política, cualquier cosa que esto signifique, no necesariamente la gubernamental, o la social. Hay muchas cosas que pueden tener un rubro o una postura política. En la pandemia yo estaba más clavado en las redes, y me di cuenta de que realmente estábamos perdiendo todo nuestro tiempo, en peleas absurdas o en ignorancia que no nos lleva a ningún lado. El pelear con el otro no abona nada a nuestro interior. Así lo pensaba.

Esa letra de “Equivocados” está escrita en segunda persona, pero yo me la estaba escribiendo a mí mismo, era como una especie de llamada de atención. Y yo decía “¡no he salido!, ¡nadie sale!, pero las cosas no cambian, toda la visión sigue siendo obtusa, sigue habiendo estas cuestiones que no nos sirven de nada, que no nos llevan a nada”. Tan preocupados por decirle a los otros que agarren el pedo, pero nosotros mismos no salimos del hoyo.

Esa canción surgió así, muy naturalmente, mientras nos estaban dando chance de hacer una live session en el LARVA, en su biblioteca pública, con un recurso del ayuntamiento al que pudimos acceder. Entonces quisimos grabar dos canciones en ese live session, con músicos invitados, y esa rolita de “Equivocados” yo ya se las había mostrado a mis compañeros, la estábamos trabajando, y decidimos invitar a Liz Ruvalcaba, quien es una master del live looping. Entonces quedaba muy bien creativamente, no significaba mucho para nosotros el hecho de que rompiera con la cuestión de los cuentos. Más bien queríamos sacarla, fue digamos el bonus track.

Acaba de salir su EP Enfermedad y cura, producido por Frankie Mares. ¿Cómo fue trabajar con él?

Fue una experiencia muy distinta a todo lo que habíamos hecho, porque Frankie tiene una visión muy personal de las cosas, o sea, le imprime todo lo que es él y todo lo que a él le interesa o le gusta. Entonces, teníamos estas canciones ya trabajadas —algunas las tengo desde hace muchos años—, pero queríamos tener esta visión un poco más “jazzística”, si vale la pena ese adjetivo de las cosas que Frankie nos podía otorgar.

En el grupo teníamos inquietudes muy diversas y esa era una. Por eso nos acercamos primero a Frankie, y fue un gusto porque él ahorita es mi vecino. Lo único malo fue que nos empezamos a acercar en plena pandemia, y eso hizo muy lento el trabajo, se alargó un año y medio. Pero aun así seguimos trabajando. Teníamos la idea de que Relatos era una cuestión más experimental, y ahora queríamos que estas canciones fueran de más fácil escucha, más asimilables, y que también fueran totalmente vocales, es decir, que hubiera cuestiones instrumentales, pero dentro de lo vocal. Esa fue la idea de este trabajo, y así fue como lo fuimos realizando.

Frankie le dio un color muy interesante a las canciones; ya estaban terminadas, pero queríamos meter metales, solos de otros instrumentos que no fueran los clásicos. Por ejemplo, hay un solo de clarinete, y parte instrumental de saxofón y clarinete. Me gustaba la idea de ir jugando con esto, con esas partes musicales, pero que siempre fuera la voz la que llevara las canciones. No como en Relatos, con los cuentos, que ahí sí partimos de lo instrumental a lo vocal. Y así fue el acercamiento con esta visión un poco más jazzística. Frankie tiene esta idea de que en todas las cuestiones que se graben no haya tanta mano tecnológica, él quería que todo fuera más orgánico, baterías reales, todo. Entonces usamos un montón de instrumentos, y muchos colaboradores, amigos que le echaron su inventiva también. Pero bajo la dirección de nosotros junto con Frankie.

 

¿Quiénes colaboran en este EP?

 En el sencillo “Enfermedad y Cura”, el cual le da el nombre al EP, tenemos a Tzintzuni Varela en la voz; Sac Hol, percusionista originario de Tepatitlán, quien ya había colaborado con nosotros; Esteban Parra, un excelente músico que tiene muchísimos proyectos en la ciudad, de manouche, de jazz, incluso creo que hasta toca en sonoras; Eduardo Rodríguez grabó un bajo sintetizado; Paul Campos, que había trabajado con nosotros en los cuentos, se aventó los teclados.

Biral hizo el rap, y fue muy importante su colaboración porque nosotros le dijimos “mira, queremos que la rola hable de estas dos vertientes de la ciudad, lo que se nos hace muy chingón, lo que nos hace ser felices, lo que nos hace conectar con los demás, pero también esa parte gacha, como el tráfico, el transporte público, las soluciones a medias del gobierno, o que te topas con gente que ni conoces y por azares del destino te llevas mal y te bronqueas, la basura, todas esas cosas, y él se aventó toda la letra del rap, muy bien lograda, empató muy bien con la idea que teníamos; y bueno, Carlos grabó la batería, y yo grabé guitarras y saxos.

En las otras dos rolas también tenemos un montón de músicos invitados: en el trombón invitamos al Capo, quien toca con Troker, con Fanko, etcétera; Tony Aguilar, que también le entró al trombón; Beto, Alberto Pineda, quien fue guitarrista de Los Otros Mexicanos, tocó la guitarra en “Hundido”; en esa misma rola Majo López se aventó las segundas voces, pues queríamos que participara también esta parte femenina; Martín Ponce colaboró con teclados; Carlos Cuéllar y Emiliano Casillas —quien va a presentarse con nosotros— grabaron bajos. Me faltan dos o tres nombres, me disculpo de antemano que no se me vienen a la mente, pero también están ahí presentes en el EP.

¿Enfermedad y cura es un EP conceptual, o hay diversas temáticas en las canciones?

 Bueno, “Hundido” y “De tan Lejos” se van más por el camino de una ruptura, que puede ser amorosa o de alguien que se fue, y cómo eso nos deja hundidos. La canción se llama “Hundido” porque el personaje de la canción es alguien que está realmente hundido, debajo del fango, hundido en un pantano, y narra cómo él va saliendo poco a poco. Es una rola que no tiene coro, pero va explicando cómo se va moviendo. Y es la parte como de la enfermedad, porque digamos, cualquier cosa nos puede enfermar viviendo en la ciudad —más allá de los virus, a los que ya de por sí estamos expuestos.

La otra canción es más bien la parte de la cura, es como cuando tienes un encuentro que te hace conectar contigo mismo. Se llama “De tan Lejos”, y habla que dentro de un montón de posibilidades te encuentras con algo, y con algunas personas que hacen que encuentres el camino, a lo mejor el que tú siempre has tenido —o como dijeran los mexicas, el tonalli—, pero que por esta misma enfermedad u otras cuestiones no te encuentras. Esta rola también es una narración de cómo algo que llega de tan lejos, te hace encontrarte a ti en tu territorio, y es la parte de la cura. Las tres canciones conforman ese concepto: una que tiene esa dualidad, otra es la enfermedad y otra la cura. Entonces sí, es una onda conceptual.

 

Excelente, se me hace muy chido el concepto, muy pertinente para lo que hemos estado viviendo con esta cuestión de la pandemia. No sólo la cuestión de la salud fisiológica, sino también todas estas secuelas psicológicas a raíz de todo este desmadre. Entonces, ¿qué le ofrecerán al público en el próximo concierto en el Teatro Alarife? Van a presentar su EP pero me imagino que tocarán canciones de Relatos, y toda esta parte dancística de Ser en la urbanidad.

 Sí, vamos a presentar el EP, pero de hecho va a ser un recorrido por todos estos aspectos que ya te estoy contando. Por supuesto que también estará la parte dancística y los cuentos, el EP Relatos humanos, máquinas y música lo vamos a tocar completito, obviamente ya con invitados. Vamos a tocar también un lado B del EP, que se llama “Live Looping”, dedicado totalmente a la tecnología, y que es como la cuarta parte de Ser en la urbanidad.

Y son como estos cuatro rubros: el del ser, naciendo y desarrollándose, que es la parte dancística; la parte tecnológica, en la que somos nada más nosotros tres; el EP, que es la parte del acercamiento que tenemos al arte como ciudadanos, y que es una cura también, nosotros lo vemos así, el arte siempre está curándonos, mostrándonos nuevas visiones con las que podemos conectar, o con las que podemos vibrar chido, o a lo mejor una visión que está ahí y no nos habíamos dado cuenta, y que nos hace sentir bien; y al final, el nuevo EP que cierra bien este ciclo de una urbanidad transitando. Entonces verán un concierto redondo, de una hora y medio aproximadamente, y que va a transitar por todos estos lados.